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#Héroes sin capa | Pescadero: “Lo que miro es que cuando acabe el sábado pueda cobrar todo el mundo”

Ángel Aguilar en su puesto de venta.

María Hidalgo

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Ángel Aguilar lleva desde los 15 años dedicándose al pescado, primero en la empresa de su familia y ahora en su propia firma, Aguipescor, que ya ha vivido más tiempo en estado de alarma que en condiciones normales y, a pesar de la situación, ha podido arrancar con buen pie.

La empresa se puso en marcha el 1 de marzo, días antes de que el coronavirus llegara a Córdoba, y ha tenido que salir adelante en plena pandemia mediante el esfuerzo, el trabajo y las ganas de Ángel y sus compañeros, que llevan semanas trabajando “a destajo”.

Aunque el escenario no es el mejor para una empresa incipiente, no han encontrado demasiados impedimentos para funcionar, salvo problemas puntuales en la importación y en el transporte de mercancías, que afectan a muchos sectores. Sin embargo, como cada dificultad que ha surgido, los han resuelto “luchando mucho y trabajando duro”.

Cuando el transporte ha fallado, ha sido el mismo Ángel quien se ha encargado de desplazarse a recoger el pescado y el marisco a otras ciudades, trayectos en los que se ha visto en la piel de los transportistas que estos días viajan solos por autovías vacías en las que es muy difícil encontrar un sitio donde parar a descansar o tomar un café. “Es duro”, cuenta Ángel. Así, ya sea viajando, vendiendo o manteniendo sus instalaciones a punto, pasa la mayor parte de los días de confinamiento en la calle, al pie del cañón ante el coronavirus.

Pero el riesgo de contagiarse no es su primera preocupación. En caso de serlo, está seguro de que no podría salir a la calle. Y tiene que hacerlo, ya que tiene empleados a los que pagar y una familia con dos hijos a la que mantener. “Lo que miro es que cuando acabe el sábado pueda cobrar todo el mundo, se quede todo subsanado y llegue sano a casa”, explica este cordobés, que ha asumido que salir a la calle es un “riesgo necesario” para atender la alimentación, su empresa y su familia.

Dejando los riesgos, las medidas de seguridad continuas y las largas jornadas de trabajo a un lado, Ángel está contento de poder seguir trabajando. “Ahora mismo somos unos privilegiados porque no nos falta el sueldo en casa”, cuenta, acordándose de todas las personas que han tenido que acogerse a un ERTE o cerrar sus negocios.

“Los clientes también son héroes”

Aunque Ángel reconoce el valor de su trabajo en esta situación, en la que los profesionales de la alimentación son protagonistas, no olvida la importancia de los clientes, que siguen yendo a comprar su pescado.

“Los clientes también son héroes”, cuenta Ángel, refiriéndose al título de esta sección de reportajes puesta en marcha en CORDÓPOLIS. Todas las personas que acuden a comprar “se exponen más” que ellos, asegura, ya que tienen contacto con más clientes y manipulan dinero, a veces sin guantes o mascarilla.

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