#HÉROES SIN CAPA | Carnicera: “Nunca hemos ido con miedo al trabajo”
Elvira Gómez, carnicera en una tienda de productos ibéricos, lleva todas las semanas de estado de alarma vendiendo carne y embutidos “a golpe de teléfono”. Como tantos profesionales, la emergencia sanitaria por coronavirus ha cambiado parte de su rutina de trabajo, pero ella y sus dos compañeras han sabido adaptarse rápido para seguir ofreciendo un servicio tan esencial como la alimentación sin ponerse a sí mismas y a sus clientes en riesgo de contagio.
“Es muy importante que el cliente pase el menos tiempo posible en la tienda”, cuenta Elvira, que lleva 34 años trabajando de cara al público tras un mostrador y ahora lo hace también tras el teléfono. Sus clientes “han entendido perfectamente” las medidas de seguridad y la decisión de vender por teléfono, por lo que ahora realizan sus pedidos desde casa y respetan las normas en la tienda, que solo permite la entrada a 3 o 4 clientes al mismo tiempo. Así, como solo tienen que estar dentro mientras recogen y pagan la compra, evitan que se formen colas y que los clientes tengan un contacto prolongado entre ellos al esperar su turno. Asimismo, Elvira y sus compañeras se han ofrecido a llevar el pedido a aquellos que lo prefieran.
Agilizando el trabajo de esta manera, llegando a los clientes a través del teléfono y comunicándoles las ofertas semanales por correo electrónico, esta carnicería del barrio de Santa Rosa está luchando por seguir adelante, aunque las ventas han bajado. “Nuestro trabajo depende de lo que nosotros funcionemos”, explica Elvira, que no deja de intentar llegar al cliente de la mejor manera posible y, además, se compadece de la situación de sus compañeros en los supermercados.
“Yo estuve 20 años trabajando en un supermercado y me puedo imaginar la locura” que están viviendo, sobre todo durante las primeras semanas de compras masivas e histeria colectiva. Por el contrario, la carnicería no ha sufrido esas aglomeraciones, en gran parte porque tienen “un tipo de cliente más reducido” y venden “otro tipo de producto”, explica Elvira. A pesar de ello, lo primeros días si tuvieron que hacer frente a más clientes de lo habitual, fruto del miedo y la incertidumbre.
“Nunca hemos ido con miedo al trabajo”
Elvira, que es la única en su casa que tiene que salir a trabajar y que ya ha vivido de cerca la angustia de tener a familiares contagiados de la enfermedad, asegura que no puede “ir a trabajar todos los días pensando en el virus”. Al llegar a la carnicería, enfundada con mascarilla, guantes y productos desinfectantes, Elvira se olvida por unas horas de la situación.
“Nunca hemos ido con miedo al trabajo”, cuenta sobre sus compañeras, que suelen preocuparse más por la seguridad del cliente, ya que trabajan bien protegidas y hacen todo lo posible por minimizar el contacto. Solo una de ellas atiende a los clientes que acuden a recoger los pedidos y les facilita una bolsa a quienes no usan guantes para pagar. Además, Elvira mantiene las prevenciones al llegar a casa para evitar poner en riesgo a su marido y sus dos hijos, por lo que sale “bien equipada” desde casa y se ducha justo al volver.
Así, sin miedo, pero sin perder el respeto al Covid-19, Elvira se siente bien consigo misma y “afortunada” por tener un trabajo mientras tantos españoles tienen que cerrar sus negocios o acogerse a un ERTE. “Ojalá el ser humano aprenda, seamos mejores personas y nos ayudemos más los unos a los otros”, dice para la reflexión.
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