“Lo que más me gusta de España es que aquí se apoya a Palestina”
El exilio le llegó a Ahmed Ali con 23 años. Aunque, de alguna manera, este joven fotoperiodista y activista por los derechos humanos ya estaba alejándose de su país a medida que ponía su objetivo para retratar la realidad, las calles y las protestas. Quizá empezó a alejarse de Egipto con 8 años, cuando vio por televisión la noticia de la muerte de Muhammad al Durrah, un niño palestino que fue abatido a tiros junto a su padre en una manifestación.
Ahmed reconoce que aquello caló en el niño que era y lo convirtió en el joven que hoy es. Lo acercó al activismo por los derechos humanos, una actividad que ejercía al tiempo que se sacaba sus estudios de computación e informática en El Cairo. La cámara de fotos no tardó en llegar a sus manos, que ya eran parte del movimiento 6 de Abril.
Entremedias estalló una revolución en su país y Admed, como muchos otros jóvenes, se tiró a la calle a grabar lo que veía. Tuvo varios avisos previos de que el riesgo era real, pero no se amilanó. En septiembre de 2014 fue arrestado junto a otras nueve personas. Quizá por ver demasiado, la policía lo tuvo cinco días con los ojos vendados. “No me torturaron, si de lo que hablamos es del plano físico”, recuerda ahora. A los cinco días lo soltaron y la casualidad hizo que poco tiempo después se enterara de que Egipto estaba terminado para él.
Los cargos: pertenecer a un movimiento prohibido, el 6 de abril; manifestarse ilegalmente y cortar el tráfico. La condena: 25 años de cárcel en un juicio al que no había sido ni llamado. La casualidad: un amigo suyo se enteró en los juzgados antes de que la ejecutaran. El resultado: exilio forzoso en Europa, protegido por Amnistía Internacional.
Dos años lleva lejos de su familia, con la que mantiene el contacto y de la que reconoce que ya había empezado a alejarse estando en Egipto. “Mi familia no está interesada en la política. Mi padre era militar y el tío hermano de mi padre es de la policía. El hermano de mi madre está en el partido de Mubarak. En mi familia, yo soy el otro lado”, explica sin rastro visible de lástima.
10 periodistas asesinados y unos 30 encarcelados
Tampoco duda sobre su motivación. “Lo volvería a hacer. Es más, quiero terminar lo que empecé cuando vuelva a Egipto”, señala este fotoperiodista, cuyo trabajo se pudo ver en medios como Al-Masdar News Network, Diario de al- Tahrir o Veto Noticias, y también para la Comisión Egipcia por los Derechos y las Libertades y la Red de Noticias de la Libertad.
“Derechos”, “libertades”, “noticias”… palabras vacías hoy en día en Egipto, donde se produjo una de las primeras explosiones de aquella primavera árabe que demostró, ante todo, la fragmentación social que había en Oriente Medio y la fragilidad de los medios de comunicación orientales, pero también occidentales. “Las redes sociales han sido y son importantísimas. En Egipto no hay libertad de prensa”, especifica Ahmed Ali.
“Hay periodistas encarcelados en prisiones. Y no en prisiones normales, sino en prisiones militares. Hay casos como el de Ismail al Iskandrani que lleva tres años encarcelado en una de estas prisiones. Trabajar en Egipto como periodista es muy peligroso. Desde 2011 hasta la actualidad, la Policía y el Ejército han asesinado a 10 periodistas en las calles. Y debe haber unos 30 más en las cárceles”, remarca el fotoperiodista, que, no obstante, sueña con volver a su país para cambiarlo desde dentro.
Mientras llega ese día, vive en España, donde afirma sentirse muy cómodo por varios motivos, aunque por uno en particular. “Hay un tema muy importante para mí en España, que es que los españoles también apoyan a Palestina. Eso es genial. Por ejemplo, en Alemania, muchísima gente apoya a Israel. Y por eso me encantan los españoles. Y también por las similitudes culturales entre egipcios y españoles, que no somos muy diferentes”, destaca Ahmed Ali. Lo confiesa unos días antes de que el presidente de EE.UU., Donald Trump, y agite el fantasma de la intifada en Palestina sin que la Unión Europea haya dado una respuesta más severa que la de una “amonestación verbal”.
Así que, cuando le explican que la política del actual gobierno español está más cercana a Israel que a Palestina, el joven egipcio ni pestañea. “Bueno, se tiende a identificar a los países con sus gobiernos y eso es un error. Mira Egipto, por ejemplo. En general, los gobiernos occidentales son muy hipócritas. Yo prefiero a sus ciudadanos”, sentencia.
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