Frailes, 6: un volcán cultural llamado El Vesubio
Esta casa cuenta con más de 400 años de antigüedad y sus propietarios ceden el patio a actividades que fomenten el impulso de los artistas de Córdoba
Aunar tradición, cultura, historia y flores. Más de 400 macetas. Virgina Molina, propietaria de la casa-patio de la calle Frailes, convirtió este pequeño trozo del barrio de San Lorenzo en la “casa de sus sueños”. Molina y su familia decidieron, allá por el 2005, que su nueva vivienda la construirían entre los recuerdos árabes y romanos que aquella casa desprendía. Y así fue. Un incendio en la cocina hizo que este patio pasase a llamarse como el volcán: Vesubio.
Tras multitud de obras y de contratiempos, en 2010 pusieron fin a más de cinco años de reformas. Aunque hoy luce resplandeciente, la familia empezó viviendo en la casa cuando sólo había algunas pequeñas cosas arregladas. “De hecho, hemos estado viviendo un tiempo sin ventanas porque nos hemos ido adaptando a lo que teníamos; hemos vivido como se hacía antiguamente”, cuenta Molina.
El zaguán de la entrada da paso a un patio con un pozo árabe, acompañado de arcos de ladrillo antiguo y una columna romana que sustenta toda la estructura. Las paredes ya no están copadas de azulejos blancos. Hoy, el tono azul lo impregna casi todo. Incluso, las macetas, donde las margaritas, gardenias y buganvillas resaltan su color. Una pequeña escalera, decorada con versos de la hija de Molina, permite el acceso a la primera planta, donde se encuentra la casa.
Pero este lugar no es sólo un patio que enseñar. O, al menos, a los ojos de Molina. “Mi visión de patio es que se debe usar para dar un impulso a los artistas de Córdoba. Que no sólo sea un museo, sino que ofrezca cultura y arte”, explica Molina. Por ello, la propietaria ofrece su patio para actividades culturales, artísticas o talleres de diversa índole: desde ajedrez para niños, hasta tertulias, lecturas de poesía o pequeñas fiestas de Carnaval. Actualmente, Molina asiste a un taller sobre cómo cuidar las flores en los patios. “Cuando mi familia y yo vinimos aquí, partimos de cero. No sabíamos cuidar las plantas y hemos aprendido cuáles le van al patio y cuáles, no. O cuáles podemos tener en la azotea, por ejemplo. Por eso he decidido asistir al taller”, argumenta la propietaria.
Este Vesubio cultural ha participado en el Concurso de Patios desde 2009 y fue en 2010 cuando consiguió un accésit. Sin embargo, los tres años posteriores no pudo participar por incumplimiento de las bases del certamen. “Teníamos una habitación alquilada y, según el reglamento, no se puede sacar beneficio de los patios, pero nosotros consideramos que no incumplíamos nada”, apunta Molina. Y, aunque este patio volvió al concurso en 2015, la propietaria cuenta que “esos tres años han sido los mejores. Nadie nos ponía límites a todas las actividades culturales y a todas horas había aquí gente cantando, recitando o tocando. Para eso deben servir los patios, para la cultura”, concluye Molina.
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