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De ensueño

Hermandad del Rescatado | TONI BLANCO

Rafael Ávalos

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Cielo abierto, azul claro y nubes blancas. Sol y gafas oscuras. Calor primaveral. Día, tarde y noche. Luna de abril. Es el tópico, al que bien se le pudiera añadir aquello de la flor de azahar en los naranjos. En Córdoba ha de añadirse la idea de las campanas alegres de la Real Parroquia de San Lorenzo. Siempre resulta sencillo recurrir a esta imagen, en conjunto, que es en realidad la que cualquier cofrade mantiene viva desde mucho antes del día. Es lo idílico, que en esta ocasión no es más que cierto. Porque la ciudad se adentra en la Semana Santa de 2019 tras disfrutar de un intenso Domingo de Ramos, que fuera espléndido en su totalidad.

De ensueño fue la primera jornada de Semana Santa en Córdoba, cuyos cofrades ya habían gozado de un notable Sábado de Pasión. Fresca arrancó la mañana, cuando a decenas se agolpaba la gente ante el pórtico de San Lorenzo. Era grande el deseo por contemplar al fin a Nuestro Padre Jesús de los Reyes y Nuestra Señora de la Palma. A las 10:00, puntualmente, las puertas se abrieron y un aplauso fue la respuesta. Atrás quedó el desasosiego como consecuencia de la lluvia del pasado año, que impidió la salida de la hermandad. Esta vez sí aportaron su sencilla felicidad los niños y las niñas de hebreo en un anticipo de lo que tendría que ser. La procesión resultó brillante, aun cuando a la cofradía le correspondió sufrir un percance: la palmera del misterio cayó antes de Carrera Oficial.

El suceso de la popularmente conocida como Borriquita quedó en un susto, por suerte, y el día prosiguió con absoluta normalidad. Y con calor, porque la temperatura subió en las horas posteriores para en las centrales ser asfixiante al sol. Tocaba buscar zona de sombra después de las 15:30, cuando la plaza Cristo de Gracia estaba abarrotada. Centenares de personas aguardaban a Nuestro Padre Jesús Nazareno Rescatado, que recogió una sonora ovación a su salida. El Señor de Córdoba marchó elegante sobre su majestuoso paso, como lo hizo también bajo su palio Nuestra Señora de la Amargura. Definitivamente, el tópico se hacía verdad en este Domingo de Ramos de 2019, en el que la ciudad la comenzaba a ocupar una auténtica marea humana. El palio regresó, por cierto, con un varal menos debido a su rotura tras Carrera Oficial.

Grande era el gentío también cerca de las 17:00, y desde antes, en Agustín Moreno y en la plaza de San Andrés. En el primero de los puntos, los cofrades esperaban a que la hermandad de las Penas de Santiago iniciara su estación. La Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto de Hinojosa del Duque hizo saber, ante la Cruz de Guía de la corporación, que restaba menos tiempo para ver la imagen más antigua de la Semana Santa de Córdoba. En una maniobra milimétrica, el Santísimo Cristo de las Penas cruzó la puerta de Santiago Apóstol. Después sucedió lo mismo con Nuestra Señora de la Concepción. Las emociones eran intensas en la calle en cada uno de esos instantes.

Como lo fueron en la plaza de San Andrés, donde una multitud, como es habitual, asistió a los primeros pasos de Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima de la Esperanza. La expectación, como en las otras citas, era máxima en un Domingo de Ramos que resultaba pleno y sin necesidad de mirar al cielo. De forma totalmente distinta transcurría la jornada por tanto en comparación a 2018. La popular cofradía de los gitanos, como se le conoce, no sólo brindó una brillante estación junto a su sede y en Carrera Oficial sino en otros rincones. Tal y como ocurrió en La Corredera, donde la cuadrilla del Señor obsequió con una chicotá inmensa. Del Arco Alto al Bajo de la plaza marchó con maestría el misterio, que levantó grandes aplausos. Nota negativa se dio en este rincón, pues el ruido llegó a ser tal que hizo casi imposible escuchar los sones de la Banda de Música María Santísima de la Esperanza tras la Virgen en algún que otro momento.

Fue ya sobre las 17:30 cuando las hermandades del Huerto y del Amor completaron el primero de los días de Pasión en Córdoba. Primero se abrió la puerta de la parroquia de San Francisco y San Eulogio, que cruzaron de manera seria, en otra muy compleja maniobra, Nuestro Padre Jesús de la Oración, Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna y Nuestra Señora de la Candelaria. Su Compás y San Fernando, al igual que el resto del casco histórico era un hervidero a esta hora. También lo era el Cerro y el Sector Sur, que arropó como suele hacer a Nuestro Padre Jesús del Silencio -cuya canasta del paso presentó el más señalado estreno de la jornada-, el Santísimo Cristo del Amor y Nuestra Señora de la Encarnación. Su luz atravesó una vez más el Puente Romano, también abarrotado. Y el calor humano no se perdió ya avanzada la noche, ya que fueron centenares los que acompañaron a las corporaciones en sus regresos y en sus entradas.

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