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Una empresa de Carcabuey, en la trama de aceite falso

Un agente de la Guardia Civil, con parte del aceite intervenido.

Alfonso Alba

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Los arrestados por la Guardia Civil son un empresario padre e hijo de Jaén, encarcelados por otra trama, que querían distribuir el aceite de girasol haciéndolo pasar por oliva en varias almazaras andaluzas, entre ellas una cordobesa

Una almazara de Carcabuey es la única empresa cordobesa que está implicada en la trama de aceite de oliva fraudulento desmantelada por la Guardia Civil de Jaén. De hecho, el propietario de esta empresa ha sido detenido junto a otras ocho personas más, en una trama que falsificó hasta 120 toneladas de aceite de girasol, aguacate y palma que querían hacer pasar en el mercado como de oliva. No obstante, y según fuentes del instituto armado, el aceite nunca llegó al consumidor. Al contrario, se quedó en una almazara de Mengíbar (Jaén), desde donde iba a ser distribuido a Carcabuey, a otras almazaras de Jaén y a otra de Granada.

En la cúspide de la trama estaba un famoso empresario de Jaén, Enrique Fuentes, y su hijo. El primero ya fue arrestado en 2012 por la Guardia Civil, en el marco de la operación Lucerna, que también investigaba otra venta de aceite adulterado. De hecho, este empresario, muy conocido en Jaén, ingresó en la cárcel el día antes de que se desarrollara esta última operación de la Guardia Civil para cumplir los años de cárcel a los que ha sido condenados por un caso de apropiación de aceite de oliva de principios del siglo XXI.

Ahora, la trama quería volver a sacar importantes beneficios con la venta de aceite de oliva falso. Así, habían comprado gran cantidad de aceite de girasol, de palma y de aguacate. El aceite de girasol era importado de Francia, el de palma de Ecuador y el de aguacate de Grecia. En la planta de refinado de Mengíbar, no obstante, también llegó una importante partida de aromatizantes.

Según fuentes de la investigación, los aromatizantes (tomillo, ajo), los colorantes, la clorofila magnésica y el carbón activo daban al producto una apariencia perfecta de aceite de oliva. Eso sí, su coste de producción era inmensamente más barato y por tanto los beneficios podrían ser millonarios.

La operación se precipitó gracias a la colaboración de los técnicos de la Consejería de Agricultura de la Junta, que detectaron esa importante presencia de aromatizantes y colorantes. Tras inspeccionar la fábrica de Mengíbar, descubrieron las intenciones de este grupo organizado, que pretendía vender el producto entre los consumidores. Finalmente, ni un gramo de aceite supuestamente de oliva ha llegado al mercado, aseguran las fuentes de la investigación.

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