Diario de Confinamiento | El Sistema
Todo el mundo tiene un móvil. Yo tengo otro. Es como decir “todo el mundo tiene una razón, yo tengo otra”. Pero lo que quiero decir es que yo tengo en casa un móvil de esos que cuelgan del techo. Representa el Sistema Solar.
Lo compramos en una tienda de objetos y libros marineros y de viajes de Gijón. Ah, Xixón, qué buena ciudad para confinarse ¿verdad, Montse? ¿verdad, Luis? Confinado en Gijón, mi alacena estaría repleta de latas de fabada sistemáticamente ordenadas.
En el sistema solar que cuelga de mi techo está representado el Sol (la bola más gorda) a cuyo alrededor giran –es un decir, es una representación, pero un poco sí que giran) nueve pelotitas más que representan a los planetas a escala. Una escala inventada, creo, pero que hace bonito. Yo distingo a Saturno por los anillos y a la Tierra porque está pintada de azul y blanco como si fuera de la Real Sociedad. Los otros siete los confundo todavía; pero como dure mucho el confinamiento acabaré distinguiéndolos porque paso mucho rato observando en silencio el sistema.
Hay nueve planetas porque aún está Plutón. En este punto debo decir que en el año 2006, la Unión Astronómica Internacional excluyó a Plutón del Sistema Solar y lo consideró un “planeta enano”. Qué cabrones. Es una discriminación en toda regla.
“Hay otros sistemas, pero todos están en éste” diría un orador campanudo en cualquier conferencia. Lo sé: el sistema nervioso, el linfático, el político, el financiero, el lingüístico, el operativo, el sanitario…
Ojo, los sistemas pueden “caerse” o te pueden echar de alguno de ellos, como al pobrecito Plutón, tan chiquito él.
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