Diario del Confinamiento | Alerta OVNI
En estos tiempos de confinamiento, de estado de alarma, de movilidad restringida, de restricciones en las fronteras y en el tráfico terrestre, naval y aéreo, también tiempos de nuevo vocabulario, confiesen que han pensado, como yo, en la posibilidad de un encuentro con alienígenas. Y soy positivo, eh, que no hablo de invasión, ni siquiera de ataque.
Ya lo había pensado antes, cada vez que había una junta local de seguridad con los responsables de las distintas administraciones y se dedicaban a explicar un cansino protocolo sobre el operativo especial de Feria o de Semana Santa. Ni siquiera sobre un supuesto “partido de alto riesgo”, sabedores de que el único riesgo que pueden sufrir los seguidores del equipo de la ciudad es el de que el sol les dé de cara y se pierdan el gol del equipo contrario y no puedan protestar un fuera de juego inexistente.
Pero nunca, en esas reuniones, se habló de que Córdoba tuviera un plan previendo una llegada de naves extraterrestres, con las grandes peculariedades que alberga la ciudad para un encuentro de esas características, como un caimán de secano, un obispo católico oficiando bajo el mismo techo que un mihrab o un camposanto que se anuncia como “de la Salud”.
Cosas que llaman a la curiosidad de una civilización exterior, mientras que aquí están asumidas.
Sin embargo, Japón sí tiene ya un protocolo que consiste en establecer líneas de actuación para responder, grabar y reportar en caso de aparición de un ovni; algo es algo. Lo ha anunciado Taro Kono que, como todos ustedes saben, es el Ministro de Defensa del gobierno nipón.
Japón es, sin duda, una sociedad avanzada, pero triste. Si ustedes tienen dudas en si una persona oriental es china o japonesa piense en el “factor risa”: si es de risa fácil, es chino; si se ríe poco, es japonés.
La razón es bien sencilla: mientras que a los japoneses le han caído dos bombas atómicas, los chinos tienen bombas atómicas para usar.
Esa pollada nuclear es capaz de cambiar el rictus de los habitantes de un país. Así de simple es la geopolítica.
Así que aprendamos de la previsión japonesa –con la que les cayó del cielo- y adoptemos más protocolos de prevención y menos faralaes, incienso y farolillos. Que todo puede pasar.
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