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Cuarentena en otro país: “Es mi Erasmus. Si me ha tocado vivirlo así, lo voy a seguir viviendo”

Foto de archivo de estudiantes cordobesas de Erasmus.

María Hidalgo

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Desde que los primeros casos de coronavirus aparecieron en Europa, muchos estudiantes Erasmus han interrumpido sus semestres en el extranjero y han hecho las maletas para regresar a sus países. Sin embargo, algunos de ellos han preferido pasar la cuarentena lejos de casa. Es el caso de Blanca Fernández, Manu Feria y Elena Baena, tres Erasmus cordobeses repartidos por Europa. Y también de Marco Fugalli, Lydia Crawford y Juo Yen, tres Erasmus extranjeros que viven el confinamiento en Córdoba.

“Cuando empezó todo, nosotros no éramos conscientes de lo que estaba pasando”, cuenta Blanca Fernández, estudiante de Ciencias Ambientales en la Universidad de Córdoba (UCO) y Erasmus en Praga (República Checa). Como muchos, Blanca y sus compañeros de residencia empezaron tomándose la situación “a cachondeo”. De hecho, las preocupaciones no llegaron hasta que sus amigos en Italia empezaron a volver a España. Eso, junto a que los contagios llegaron a su ciudad y sus padres insistieron en que regresara a Córdoba, hizo que Blanca se planteara volver, pero acabó optando por permanecer en Praga junto a la mayoría de sus amigos.

“Es mi Erasmus. Si me ha tocado vivirlo así, lo voy a seguir viviendo”, explica Blanca. Aunque no puede salir de fiesta o viajar, cree que “el confinamiento se lleva mejor que en España”, ya que puede pasar la cuarentena rodeada de amigos e incluso salir a los parques de la ciudad, siempre con mascarilla. Ahora su Erasmus se resume en convivir con sus compañeros, hacer deporte y buscar cualquier forma de entretenimiento, por lo que cada vez valora más los días en que podría “ir de turisteo por Praga e incluso ir a la universidad”.

La situación de Manu Feria, estudiante de Comunicación en la Universidad Loyola y Erasmus en Groningen (Países Bajos), es muy parecida. Tras las puertas de su residencia, las fiestas, el intercambio cultural y el Erasmus continúan, pero todos los lugares de ocio de la ciudad han cerrado. Según ha explicado, las medidas establecidas son parecidas a las de España, pero lo único que ha cambiado en su residencia es que no puede invitar a personas de fuera y que todos se han comprometido a limitar sus salidas, ya que, como en el caso de Blanca, aún pueden salir a los parques.

Por tanto, sus amigos y él han decidido aprovechar la situación al máximo y, con imaginación y ganas, hacer que en el entretenimiento no cese. Tanto, que han organizado un macrotorneo de ping pong de tres días, maratones de cine y barbacoas, así como un pub crawl, o tour de bares, por las plantas de la residencia, donde los estudiantes podrán participar en distintos juegos para beber y socializar. Gracias a esta convivencia y a los momentos duros, ya que algunos compañeros han tenido que abandonar la ciudad “por obligación” y otros “lo han pasado muy mal”, Manu y sus amigos ahora se sienten “muchísimo más unidos”.

Esa unión también se ha dado en la residencia de Elena Baena, estudiante de Derecho y Administración de Empresas en la UCO y Erasmus en Sofía (Bulgaria). En su caso, la decisión de no regresar no solo pasa por que muchos de sus amigos pensaban quedarse allí, sino también porque a que, al volver, cree que “estaría poniendo en riesgo a su familia” y a ella misma. Sin embargo, y a pesar de la emergencia sanitaria allí es mucho menor que en España, con una cifra de contagios inferior a la de Córdoba, algunos de sus amigos se han tenido que marchar.

Por voluntad propia o por decisión de sus familias, muchos han comprado vuelos “de un día para otro” y se han marchado “sin poder despedirse” en persona debido a las medidas de confinamiento. Esas despedidas, según Elena, “han sido lo más duro”, ya que todos viven con la “incertidumbre” de si se reencontraran durante el Erasmus. Aún así, lo positivo para los que se han quedado es que ahora están “más unidos aún”, ya que han asumido juntos la situación e intentan sacar continuamente su “propio entretenimiento”.

Erasmus extranjeros, en Córdoba durante el confinamiento

Al igual que Manu, Blanca y Elena lejos de casa, muchos estudiantes Erasmus se han quedado en Córdoba durante las dos primeras semanas de confinamiento. Es el caso de Marco, Lydia y Juo Yen. Sin embargo, como suelen hacer los estudiantes internacionales que pasan por la ciudad, los tres viven en apartamentos, no en residencias, por lo que su situación es muy diferente a la de los tres cordobeses.

“Si el Erasmus es conocer gente, otras culturas, divertirse… de todo eso no queda nada”, cuenta Marco Fugalli, estudiante de Ciencias de la Comunicación en Turín (Italia). Como todos los Erasmus, solo puede esperar que la normalidad llegue lo antes posible y seguir aprovechando la experiencia. Ha sido esa positividad lo que le ha animado a seguir en Córdoba, junto con la posibilidad de poner en riesgo a su familia y la dificultad que supondría volver a Italia, pues los costes de los vuelos son muy elevados, solo despegan desde Madrid, zona de riesgo, y aterrizan en Roma, lejos de su ciudad.

Cuando Italia ya estaba sintiendo los efectos de la emergencia sanitaria, Marco y sus amigos estaban “preocupados por el hecho de que aquí la gente no lo tomaba en serio”.

“El hecho de ser italianos nos ha ayudado a tomar conciencia desde el principio”, cuenta Marco, que, junto a sus amigos italianos, fue de los primeros en “advertir de la seriedad del problema en los grupos de WhatsApp de los Erasmus”, porque la mayoría seguía saliendo a la calle, yendo a la universidad y llenando las discotecas.

Ahora, desde que se decretó el estado de alarma, vive el Erasmus en casa y, aunque no pueda salir, aprovecha bien el tiempo libre. “Creo que en esta situación hay que invertir en nosotros mismos, hacer algo útil, no estar todo el tiempo en el sofá”, explica Marco, que ahora pasa los días de cuarentena con sus compañeros de piso haciendo deporte en la terraza, estudiando y viendo Netflix. Además, han ido un paso más allá y están “experimentando” con la cocina y los idiomas, por ejemplo, el francés.

El caso de Lydia Crawford es parecido, así como su actitud frente a la situación. Lydia, estudiante de Filología Inglesa e Hispánica en York (Reino Unido), ha decidido no volver a su país porque, aunque su Erasmus “haya cambiado drásticamente”, su año en el extranjero es ahora, “incluso más” que antes, una “experiencia inolvidable”. Esta mirada positiva, sin embargo, no es la que tuvo al principio, pues con cada amigo que abandonaba la ciudad sentía que el Erasmus se acababa. “Mi corazón va a los Erasmus del segundo cuatrimestre que han acabado antes su Erasmus por los efectos del coronavirus”, cuenta Lydia, que se siente muy afortunada por haber vivido un primer cuatrimestre “maravilloso”.

A pesar de ello, los viajes con Erasmus Family, las experiencias y todas las personas que ha conocido siguen presentes a través de las videollamadas. Como, a diferencia de Marco, no está viviendo con sus amigos íntimos, está muy “agradecida” por poder verse a través de la pantalla con amigos y familiares, lo que ocupa una “parte importante” de su cuarentena y, según ella, es “lo que más ayuda a pasar el tiempo”. Así, espera “con paciencia” a que el confinamiento acabe y pueda continuar su Erasmus, sin olvidar que “cada día que pasa, estamos un paso más cerca de recuperar nuestra vida normal”.

Por su lado, Juo Yen Chiang, Rebecca para los amigos, es estudiante de Filología Hispánica en Taiwán y también está pasando el confinamiento en Córdoba. En su caso, no ha regresado a Taiwan porque “sería muy difícil regresar” después a Córdoba, pese a que ha sido una “decisión dura”, por lo que las videollamadas con amigos y familiares se han convertido en su forma preferida de romper el aislamiento social durante la cuarentena. A través de estas, Juo Yen y sus amigos están ya pensando y organizando los viajes que harán cuando todo vuelva a la normalidad, ya que han tenido que cancelar varios que iban a hacer. Uno a Colonia durante el fin de semana que se decretó la alarma y otro a Marruecos en Semana Santa.

Aunque al principio fue un “shock” y le costó adaptarse, ahora, tras dos semanas de confinamiento, está “intentando mantener una rutina más saludable y productiva” y haciendo “más deporte” que antes, cuenta Juo Yen. Además, está contenta con la rapidez con la que su universidad de destino, Loyola, ha reaccionado a la situación, haciendo todas las clases on line, y siente que es “un buen momento para aprender a estar” consigo misma.

Puesto que está viviendo el confinamiento como todos los cordobeses, los aplausos también forman parte de su rutina diaria. “Creo que es una forma muy bonita de unir a las personas y sentir que sigue habiendo seres humanos a tu alrededor”, cuenta Juo Yen, que está encantada con la nueva tradición que se ha implantado en los balcones.

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