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Un cordobés, condenado por vender droga en su cocedero de mariscos

Fachada de la Audiencia de Córdoba | MADERO CUBERO

Antonio Gutiérrez

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Los hechos sucedieron en la localidad madrileña de Móstoles | Le sorprendieron 'pasando' ocho bolsas de cocaína y hachís | Los clientes le exculparon en el juicio, pero la Policía aseguró que ya tenía sospechas y le tenían vigilado | Cumplirá dos años de cárcel

Un vecino de Belalcázar, de 60 años, ha sido condenado por la Audiencia Provincial de Madrid a una pena de dos años por un delito de tráfico de drogas que supuestamente realizaba desde su negocio, un cocedero de mariscos, ubicado en la localidad madrileña de Móstoles, en donde fue sorprendido por la Policía poco después de que se produjese un intercambio de cocaína y hachís.

La sentencia, fechada el pasado 31 de marzo, considera responsable a esta persona de un delito contra la salud pública, que ocurrió en el mes de febrero de 2014, cuando la Policía, que tenía vigilado el local, observó que se producía un intercambio sospechoso. En concreto, el fallo judicial indica que dos clientes recogieron en el negocio ocho bolsitas, con una sustancia que resultó ser cocaína, y un trozo de hachís, lo que provocó que se desplegara una operación policial en la localidad madrileña.

Los clientes salieron del local y fueron interceptados pocos metros después por la Policía, que registró a ambos y decomisó la droga que supuestamente habían adquirido en el local de este cordobés que, poco después, recibió la visita de los agentes en su negocio, en el que se intervinieron varias piezas de hachís y dinero fraccionado. El valor de todo lo incautado no llegó a 300 euros, dada la escasa pureza de la cocaína intervenida.

En la sentencia se pone de manifiesto que los clientes exculparon al propietario del local y testificaron que la droga no la habían comprado en el negocio del vecino de Córdoba. El juez, sin embargo, tiene en cuenta el testimonio de los agentes que constataron que ninguno de los compradores realizó ninguna consumición en el bar, sino que fueron directamente a por las papelinas, al tiempo que indicaron que ya lo tenían vigilado por quejas de los vecinos que habían dado la voz de alarma de que en él se vendía droga, y pusieron de manifiesto que los materiales intervenidos en el registro del local son habituales en el tráfico de drogas al menudeo.

Por todo esto, el juzgado considera culpable a esta persona de un delito contra la salud pública, aunque no atiende la petición del fiscal de condenarle a siete años y le aplica la pena mínima, entre otras cuestiones por la escasa pureza de la droga intervenida.

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