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Córdoba inaugura la Romería del Rocío

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Redacción Cordópolis

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Córdoba vive ya el Rocío. No en vano, su hermandad inauguró los caminos que llevan a la Blanca Paloma un año más, como es tradicional en la tarde de un jueves, en este caso 10 de mayo, que hizo sentirse rociera a la ciudad. La Real Iglesia de San Pablo fue el epicentro de la devoción a la Reina de las Marismas en la capital. Allí, a las cinco de la tarde, comenzaba la misa de romeros con la que los peregrinos cordobeses inician su andar hacia la aldea almonteña. El Simpecado blanco y oro que tiene en el centro una pintura de la Virgen del Rocío se situaba a un lado del presbiterio para presidir la Eucaristía que celebró el capellán de camino de la filial cordobesa, Tomás Pajuelo, y que concelebraron otros tres sacerdotes, entre los que se encontraban el superior de los Claretianos, el predicador del triduo de la hermandad este año y el joven Jesús González Cruz.

La misa la cantó el coro de la hermandad en una iglesia que se llenó de fieles, muchos de ellos vestidos para el camino o simplemente para acompañar al Simpecado en su recorrido por las calles de Córdoba. Las mujeres vestidas de gitana y con flores en el pelo, muchos hombres con sombrero cordobés y todos con la medalla de la hermandad en el pecho. Con las voces del coro se vivían las primeras emociones que luego se desbordarían con el canto de la Salve, los vivas del hermano mayor y la entronización del Simpecado en la carreta que este año estrena las dos columnas traseras en orfebrería. Antes, en su homilía, Tomás Pajuelo animaba a los romeros a vivir el momento “privilegiado” que supone el camino “para ser hermano, compartir y echar una mano”. En definitiva, a “vivir el Evangelio y vivir la alegría”.

También el hermano mayor, Manuel López, dijo a los 250 romeros que hacen el camino con Córdoba que lo hagan “con ilusión” y a los que se quedan en la ciudad y no pueden acompañarlos les aseguró que los llevarán en sus plegarias y los invitó a visitarlos en alguna de las paradas que tendrán hasta que lleguen a El Rocío el viernes de la semana que viene. El Simpecado llegará con la reliquia de San Juan Pablo II que custodia la hermandad y con la que salió de San Pablo. En la carreta, además, había dos cintas con los colores pontificios en las que se leía la frase de este Papa: “Que todo el mundo sea rociero”. La dijo durante su visita a la aldea almonteña en 1993 y forma parte del cartel de la Hermandad Matriz que anuncia la romería este año. También iba en el Simpecado una cruz de oro que reproduce la Cruz del Rastro y que lleva en el centro un trozo de manto de la Virgen del Rocío. Esta cruz ha sido un regalo de un grupo de hermanos por el 40 aniversario de la refundación de la filial cordobesa.

En la calle Capitulares esperaban cientos de personas para ver salir a la hermandad. La carreta esperaba exornada con más de veinte variedades de flores en tonos rojos y burdeos que una vez más ha puesto la empresa Pinsapo. Había tres jarras con flores, un friso en la parte inferior y ocho centros en el techo en los que se podían ver, entre otras,  rosas, orquídeas, gerberas, alstroemerias e hypericum. La hermandad volvía a disponer de mulos (dos mulos y una mula llegados de Umbrete) como hacía antes para tirar de la carreta en lugar de los bueyes con los que ha ido la mayor parte del camino en los últimos años. Según explicó el hermano mayor a EL CIRINEO, la recuperación de estos animales para llegar al Rocío ha sido decisión de los hermanos porque consideran que el ritmo al andar es mejor que el de los bueyes.

El ambiente era festivo, más de una veintena de caballos abrían la comitiva, seguidos de una sección infantil y representaciones de varias hermandades cordobesas de penitencia y de gloria, así como el banderín de la hermandad del Rocío de Montoro. También iban siete tamborileros que interpretaban con sus flautas sevillanas y toques del camino. Todos se dirigían a la Catedral seguidos de la carreta con el Simpecado, que hizo una breve parada en la puerta del Ayuntamiento, donde lo recibieron varios miembros de la Corporación Municipal. Detrás de la carreta iban decenas de personas cantando y tocando palmas mientras el Simpecado recibía petaladas en las calles Diario de Córdoba y Cardenal González. Los cohetes en el cielo anunciaban por dónde iba pasando la comitiva, a la que también recibió con repique de campanas la Catedral desde su torre sobre las ocho menos veinte de la tarde. Entró el Simpecado por la Puerta de Santa Catalina y tras recorrer el Patio de los Naranjos llegó a las naves catedralicias por la Puerta de las Palmas. Ya dentro, se dirigió al Altar Mayor, donde antaño presidía la misa de romeros.

Luego fue la hermandad por Manríquez y el Campo Santo de los Mártires hasta Ronda de Isasa. A las nueve y cuarto cruzaba el Puente de Miraflores para hacer parada en el monumento a la Virgen del Rocío que hay en los jardines de aquel lado del río. Los peregrinos estaban felices porque ya quedaba menos para llegar por la provincia de Sevilla a la de Huelva y al municipio de Almonte. Y entre ellos, este año, tres muy especiales: dos chicos con parálisis cerebral y uno sordo y ciego procedentes de Vigo, Jerez de la Frontera y la misma Córdoba. Van acompañados por tres equipos formados por familiares y amigos que tiran y empujan de sus sillas de ruedas adaptadas para hacer tantos kilómetros. En total, 18 personas de la asociación DisCamino que llegarán con la hermandad cordobesa a venerar a la Santísima Virgen del Rocío. Ella ya los espera, a ellos y a todos los demás, que caminan con la mirada de la Blanca Paloma y la del Pastorcito Divino como destino y como refugios únicos y verdaderos, libres de todo mal y rebosantes de toda Gracia.

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