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Córdoba ensaya los domingos una ciudad peatonal para la desescalada

Personas practican ejercicio el primer domingo de desescalada en el Paseo de La Victoria | TONI BLANCO

Juan Velasco

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¿Es viable una ciudad que priorice al menos un día al peatón sobre los coches en su principales arterias? En Córdoba, el estado de alarma y la desescalada van a servir para ensayar una urbe más amable para el paseo y la práctica deportiva, en la que los coches sean obligados a permanecer en la cochera y en la que, si ponen una rueda en la calle, su tránsito siempre esté supeditado al discurrir de los viandantes.

Este domingo ha sido el primer día de este particular ensayo al que se ha prestado el Ayuntamiento, que el viernes anunció que los festivos y los domingos tanto la Ribera -desde la Cruz del Rastro hasta la Puerta del Puente- como el Paseo de la Victoria en ambos sentidos van a estar cerrados al tráfico y van a ser territorio runner/walker.

Como todo ensayo, ha necesitado monitorización, de la que se ha encargado la Policía Local. En la Ribera, por ejemplo, dos patrullas se han situado en el inicio y el fin de la Ronda de Isasa para indicar a ciclistas, deportistas y paseantes el sentido que debían llevar. Esto es, vayas a donde vayas, siempre por el lado derecho.

No eran pocos. La amenaza de los 30º C ha hecho que mucha gente madrugue este domingo para su paseo matutino. Eran, en cualquier caso, muchos menos de los que se juntaron involuntariamente el sábado por la tarde en la misma zona, según reconoce uno de los agentes de policía: “Ayer se desbordó esto un poco por la tarde. Había mucha gente”, señala, mientras indica la dirección a tomar a ciclistas y peatones.

“Antes lo teníamos que hacer en casa”

Coches no hay ni se les espera. El agente de uniforme dice que ninguno ha llegado a intentar entrar en la Ronda de Isasa, aunque aclara que es una calle que ya de por sí tiene muchas limitaciones al tráfico, pues solo pueden entrar residentes, camiones de carga y descarga, taxis y autobuses públicos. Este domingo ninguno de estos tiene luz verde.

Así que la calle se ha convertido en un gran paseo peatonal divido en dos carriles en los que se puede guardar la distancia perfectamente y los ciclistas pueden convivir con los peatones. Para Esperanza, una mujer que viene de vuelta de un largo paseo, la situación es la ideal. Muy deportista, Esperanza ha vivido casi con algo de claustrofobia el mes y medio de confinamiento. “Mi psicóloga me ha dicho que soy una campeona”, explica la mujer, que reconoce que los dos últimos días han sido muy buenos.

A un kilómetro de allí, el Paseo de La Victoria está cortado y los peatones cuentan nada más y nada menos que con cuatro carriles de tráfico, dos de carril bici y un inmenso acerado, para esparcirse. Son las 10:15 y los pocos runners que quedan van camino a casa. Predominan, por tanto, padres con sus hijos pequeños y ancianos acompañados, para los que esta situación es ideal.

“Antes lo teníamos que hacer en casa, qué le vamos a hacer”, dice una mujer que acompaña a su padre por mitad de la calzada. A unos metros, en la acera, una mujer lleva del brazo a su madre, María Teresa, de 92 años, ambas se detienen a saludar.

María Teresa ya va para casa. Ella y su hija han salido este domingo un poco antes, ya que el sábado salieron a las 11:00 y la calor ya apretaba. La mujer se siente feliz de poder pasear del brazo de su hija, aunque reconoce que ella es “muy casera” y la cuarentena no se le ha hecho pesada, salvo por la imposibilidad de ver a sus nietos.

Su hija se ríe y dice que es verdad que su madre es muy disciplinada, aunque un día la pillaron sacando la basura. María Teresa se ríe con mucha vida en sus ojos. Se despide detrás de su mascarilla y sigue su camino.

Un domingo más tranquilo

Los alrededores del Mercado Victoria están tranquilos a las 10:30. Un joven pasea un perro. Es Alberto, que habitualmente se ganaba un dinerito paseando perros. Con el estado de alarma ese trabajo y el otro que tenía de mantenimiento en un hotel se han ido al traste. En estos momentos Alberto solo mantiene unos clientes, un matrimonio de ancianos a los que le pasea el perro y que viven justo en el Paseo de la Victoria.

Alberto entra a dejar el perro en el bloque mientras que de la cochera sale un coche blanco. Lo conduce una mujer. Se encamina hacia el sur y cuando llega al cruce pone el intermitente a la derecha, con la intención de girar hacia el Paseo de la Victoria. Sin embargo, un peatón le avisa: “Está cortado, tienes que tirar hacia abajo”, dice señalando en dirección hacia la Cruz Roja.

La conductora asiente y sigue el camino indicado. Sin quejas ni aspavientos. Acabará saliendo a la rotonda en la que se ubica la fuente frente al hotel Eurostar Palace (popularmente conocido como el oxidao), donde una patrulla de agentes de Policía le indicará las alternativas, si lo que desea es encaminarse hacia la zona centro-norte.

Queda un segundo round por la tarde. Este sábado la tarde fue el momento de mayor aglomeración. “Ayer hubo más tumulto. Hoy, como no hay apenas coches, está la cosa mucho más tranquila”, explican los agentes situados en esta rotonda. El sol comienza a apretar y reclamar su protagonismo en esta jornada. La calzada se acabará recargando, pero sin la complicidad de los coches la temperatura será mucho más asumible para las personas. Todo ello producto de un ensayo de una ciudad más amable para el peatón.

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