El Cabildo ya tiene licencia para abrir la segunda puerta de la Mezquita
Como estaba previsto, la Comisión de Licencias de la Gerencia Municipal de Urbanismo ha aprobado conceder permiso al Cabildo para que inicie las obras de retirada de una celosía de la fachada Norte de la Mezquita Catedral, donde se abrirá una segunda puerta para facilitar la entrada y salida de procesiones. En la comisión, solo el grupo municipal de Ganemos Córdoba ha votado en contra de la concesión de la licencia.
El Cabildo iniciará las obras tan pronto como reciba la licencia. Según ha podido saber este periódico, su intención es retirar la celosía y dejar el vano abierto hasta después de Semana Santa, cuando ya se construirá una puerta que imite a la celosía de Rafael de la Hoz que ahora se retira.
El proyecto de apertura de la segunda puerta de la Mezquita Catedral, en la fachada Norte del monumento y en el Patio de los Naranjos, es una aspiración del Cabildo pero especialmente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías. La intención de los religiosos es sustituir la estructura fija por ora móvil que permita abrirse y cerrarse para permitir la integración del monumento -catedral desde 1239- en la Carrera Oficial de la Semana Santa.
Las celosías que han provocado toda esta polémica y por las que el Cabildo lleva un lustro de estudios para retirar una, se instalaron en 1972. Rafael de La-Hoz Arderius las encajó en los cuatro últimos arcos que no están tapiados del muro de acceso desde el Patio de los Naranjos. Son los cuatro único vanos que permiten la entrada de la luz natural y tamizada que acompañaba a los fieles musulmanes. A excepción de esos cuatro arcos, toda la fachada fue tapiada por orden de un obispo hace dos siglos. Le molestaba que entrasen las aves al interior del bosque de columnas. Con el tiempo, todo el muro norte del templo, ya cerrado al patio, se llenó de capillas.
De La-Hoz escribió en el prólogo de La Catedral de Córdoba, la obra magna de Manuel Nieto Cumplido, canónigo archivero del templo: “La iluminación de lo que resta de Mezquita queda así definitivamente plana, sin aquella profundidad que prestan los contrastes de luz y sombras; uniforme e inexpresiva. El antiguo efecto evanescente, su misterio y magia desaparecen (…) Vuelta del revés la luz que la define, fragmentado el espacio, cegada su permeabilidad visual, y destruida por incomprensión cultural el alma misma del ordenamiento arquitectónico original, se consumó la más triste de las ruinas: la ruina de la Idea”.
A principios de los años setenta, el arquitecto dio forma a su propia idea: lograr preservar los cuatro arcos libres de la presencia de capillas para garantizar que el último testimonio de cómo entraba la luz en el templo originariamente siguiese en ese rincón de la Mezquita. Así, logró convencer a los responsables sobre la necesidad de instalar las celosías, que han ofrecido, durante 40 años, un asomo de la luz tamizada que debía tener el templo. De La-Hoz insistió siempre en que aquella fue la primera acción no religiosa ni arqueológica, sino puramente arquitectónica en favor del edificio.
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