Aprendiendo a salvar vidas
Teresa Dávila tiene 64 años y hace justo doce meses volvió a nacer. Se encontraba entonces en el gimnasio, haciendo sus ejercicios en la cinta de andar cuando, de repente, se desvaneció y quedó tirada en el suelo. Ella no lo sabía entonces pero, a su lado mientras yacía sin pulso ni respiración, estaba su salvador. Marcos Cristóbal, bombero, que fuera de servicio también se ejercitaba allí, la atendió en ese preciso instante y le realizó las maniobras de reanimación cardiopulmonar hasta que un equipo del 061 llegó hasta allí.
Este lunes, Teresa y Marcos se han reencontrado, en un acto de reconocimiento al bombero por su acción que sirve de ejemplo en este Día Europeo de Concienciación del Paro Cardíaco, en el que se han formado en el aprendizaje de estas maniobras de primeros auxilios a un millar de estudiantes que han recibido las enseñanzas de profesionales de ambulancias, bomberos, Emergencias del 061, Los Ángeles de la Noche y del hospital Reina Sofía.
“Esto es una cadena, que empieza con la persona que sabe las técnicas de reanimación y puede salvar la vida de alguien hasta que llegan los equipos médicos”, explica el director del 061 en Córdoba, Antonio Montero. Ese primer eslabón de la cadena es el que se quiere hacer más fuerte y amplio cada vez, aumentando el número de personas que sepan practicar una reanimación cardiopulmonar básica para atender en un caso de emergencia a alguien en tanto llegan los sanitarios hasta el lugar de los hechos.
Y en esa tarea se han aplicado durante toda la mañana los estudiantes que han participado en esta jornada de formación masiva en técnicas de reanimación desarrollada en el pabellón de Vistalegre, trabajando por grupos liderados por un profesional sanitario y aprendiendo con muñecos y sobre sus propios compañeros la mejor manera de salvar la vida a una persona que sufra una parada cardiopulmonar.
“Unos segundos, unos minutos de reanimación inmediatamente puede hacer que la persona que lo sufre quede sin ningún tipo de secuelas”, advierten los profesionales sobre la necesidad de realizar estas maniobras cuanto antes. Y a eso se aplican los estudiantes, que aprenden a comprobar el pulso y la respiración de la persona desvanecida y a saber que, si no los hallan, es el momento de iniciar el masaje cardíaco: “La comprensión del corazón es lo más importante”, les dice la monitora que dirige la sesión. “Y uno, y dos, y tres, y cuatro... Este es el ritmo que debéis seguir. Coged una postura cómoda, porque esto es algo que cansa y hay que hacerlo durante un tiempo largo”, advierte.
Mientras, Teresa, en una de las esquinas del pabellón, ve junto a su familia cómo los jóvenes aprenden aquello que a ella le salvó la vida hace ahora un año. Sabe de la importancia que para ella tuvo que alguien con formación en técnicas de reanimación se encontrara a su lado aquel 13 de octubre de 2016. Una importancia, vital, que se mide en sus palabras un año después: “Aquí estoy, estupendamente, y sin ganas de morirme”, sonríe.
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