El año en que Rafael Gómez entró en la cárcel
2017 ha sido un año puente, de ecuador, en el que han pasado muchas cosas pero pocas han trascendido tanto como el día en que Rafael Gómez Sánchez, alias Sandokán, acabó entrando en la cárcel provincial de Alcolea. Hay pocos hombres que hayan marcado tanto y representado tan bien a una ciudad como Córdoba en los últimos años. Rafael Gómez lo ha sido todo: trabajador, platero, joyero, constructor, empresario, presidente del Córdoba Club de Fútbol y hasta político.
Hubo una época en la que Rafael Gómez era todopoderoso en Córdoba. E incluso en que parecía que acabaría saliendo indemne de todos los problemas que iba afrontando. Tuvo líos con el Ayuntamiento y la justicia, pero siempre salió adelante. Nunca como en diciembre de este año, que por mucho que lo intentó no pudo esquivar su peor trago: verse con sus huesos en una celda de la cárcel provincial de Córdoba. ¿Los motivos? No haber pagado una millonada en impuestos. El hombre que corría más que los papeles, como lo llamó un día el expresidente de la patronal cordobesa, Luis Carreto, ha acabado pasando las navidades en la cárcel.
El año 2017 ha sido una pesadilla para Rafael Gómez, un cordobés polivalente, dispuesto a reinventarse y a renacer. De hecho, su familia no se rinde. Sus hijos explotan importantes hoteles de la ciudad y acaban de arrendar el mercado gastronómico Ágora del Brillante. Mientras el patrón familiar pasa las noches encerrado entre barrotes, la familia quiere recuperar lo que fue un día: los empresarios más valientes y quizás más temerarios de la ciudad. La familia más poderosa. Los gladiadores de los billetes. Aunque de la política ya no quieren volver a oír hablar.
El ecuador en Capitulares
Más allá de Rafael Gómez, el 2017 ha sido un año puente en Capitulares. La alcaldesa Ambrosio ha alcanzado el ecuador de su mandato. La regidora, haciendo suya la máxima del “cambio tranquilo”, ha querido trabajar de una manera discreta en la solución de problemas pendientes. El futuro de Rabanales 21 y la puesta en marcha del servicio de Cercanías han sido los asuntos que más tiempo le han ocupado este año. Nuevamente, el traslado de la carrera oficial de la Semana Santa, la memoria histórica y el año de Manolete los que más dolores de cabeza le han provocado.
2017 ha sido el año en el que el PSOE e IU han seguido cogobernando pero más se han evidenciado sus diferencias. Está previsto que esa separación natural, típica de gobiernos de coalición, se agrande en el año y medio que queda de mandato. A IU no le ha gustado el traslado de la carrera oficial, la tibieza inicial del PSOE con la retirada del callejero franquista o el año Manolete. El PSOE, en cambio, se ha alejado de IU casi de la misma manera, intentando que el votante le sitúe como un partido pragmático, alejado del radicalismo de los socios de gobierno que le sostienen en el poder.
El que acaba también ha sido un año extraño para Ganemos, que ha perdido por dimisión a uno de sus principales concejales, Alberto de los Ríos. Meses después le siguió Rafael del Castillo. Los dos se marcharon por no encontrar su lugar. El primero con más vocación de gobierno que de oposición, el segundo al revés. De los Ríos, que apuntaba a concejal de Cultura cuando Ganemos decidió no entrar en el gobierno, considera que a estas alturas es más útil como profesor de instituto y ha solicitado hasta la baja de los partidos a los que pertenecía. Del Castillo nunca se sintió cómodo gobernando ni a gusto con las contradicciones que le supuso, en ocasiones, firmar decretos y después ponerse detrás de una pancarta.
Ganemos, además, ha visto como sus antaño nutridas asambleas se han visto reducidas a pequeños círculos de apenas una veintena de personas. La formación se ha dado de bruces con el lógico agotamiento del sistema asambleario, en un año de resaca electoral en el que todavía busca su lugar. Llegó a votar en contra de las ordenanzas fiscales para, semanas después, acabar votando a favor de los presupuestos del Ayuntamiento.
Sin novedad en la oposición
Para los partidos de la oposición el 2017 ha sido también un año de tentarse la ropa. El PP mira de reojo a lo que ha pasado en Cataluña para no acercarse demasiado a Ciudadanos. Los populares entienden que en Córdoba son ellos la verdadera opción de centro derecha. Y que el agotamiento del cogobierno acabará por darles el gobierno municipal, más por demérito del rival que por propuestas concretas.
Los populares, que dan una rueda de prensa al día pero que a diferencia de mandatos anteriores no pisan demasiado la calle, andan como con el freno echado a lo que suponen será una precampaña electoral muy larga. La marca nacional les pesó en contra en las últimas municipales y no quieren que algo así les vuelva a suceder. Aún así, aprovechan su comparecencia diaria para sumar desgaste al cogobierno, para criticar casi cualquiera de sus iniciativas en una férrea labor de oposición que muchas veces es más administrativa que vecinal.
Ciudadanos, por su parte, cambió de portavoz. Vilches y Dorado se turnaron en el Ayuntamiento y la Diputación, en lo que parecía una prematura renovación de la formación naranja, la que más votos sube en las encuestas que ya preparan todos los partidos.
Más allá de Capitulares
Fuera del Ayuntamiento, los dos principales partidos de Córdoba se han renovado por completo. El PSOE ha elegido a Antonio Ruiz como su secretario provincial, sucediendo a Juan Pablo Durán, presidente del Parlamento de Andalucía que llevaba dos años diciendo que se iba pero esperando a que pasasen todas las elecciones. Ruiz tuvo un enfrentamiento-acercamiento-enfrentamiento con Rafi Crespín, que durante unas horas amagó con presentarse a las primarias. No lo hizo y posteriormente en el congreso provincial tuvieron sus más y sus menos con un extraño resultado: Ruiz es secretario provincial y presidente de la Diputación, y Crespín cesó como delegada del Gobierno y se ha centrado en el partido.
En el PP, José Antonio Nieto se ha centrado en la Secretaría de Seguridad por orden de su partido. Los estatutos le impedían seguir siendo presidente provincial y con todo el dolor tuvo que ceder el testigo. Adolfo Molina, una cara amable y cercano a todas las sensibilidades de la formación popular, asumió el testigo en unas extrañas primarias en las que tuvo una rival, Rosario Alarcón.
En IU todo siguió igual, con el cordobés Antonio Maíllo como líder regional y Pedro García sin contestación en Córdoba. El sector Anticapitalista controla ya totalmente Podemos en Córdoba, aunque Ganemos se resiste a la tutela de la formación morada. Su dirección local acabó dimitiendo, no sin polémica. En Ciudadanos, sin embargo, las aguas de momento bajan tranquilas. Aunque hay movimientos internos.
2017 ha sido un año puente. 2018 va a ser el año de la precampaña para las municipales del 2019 en las que, de nuevo, todo volverá a cambiar.
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