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Almas jubilosas, regresa su Pastora

Procesión de la Divina Pastora de Capuchinos | ÁLEX GALLEGOS

José Prieto

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El reencuentro con una madre es siempre motivo de regocijo y júbilo. Y los cordobeses se reencontraron en cierto modo con la Divina Pastora que si bien siempre ha esperado en Capuchinos, este domingo regresó a las calles de la ciudad, donde tuvo un recibimiento inigualable, pues se la ha esperado durante una década, la misma que ha estado sin celebrarse su procesión.

La reorganización el pasado mes de junio del Redil Eucarístico en torno a esta imagen ha posibilitado que vuelva a recorrer las calles del Centro que pertenecen a la feligresía de San Miguel y que lucían engalanadas en su mayor parte con piropos a la Virgen que se leían en las numerosas pancartas y con colgaduras y guirnaldas de flores de papel y otras con banderitas nacionales. La plaza de Capuchinos aparecía también con banderas de España y otras azules. “Ruega Pastora por tus ovejas, Virgen María llena de Gracia”, se leía junto a la puerta de la nave del convento por la que salió el paso.

A las siete y media la plaza de Capuchinos estaba repleta de público. Comenzaba a andar el cortejo en el que iban hermandades como Villaviciosa, el Carmen de Puerta Nueva, Entrada Triunfal, Vera Cruz, Císter y Paz. Además, iban en el cortejo portando cirio muchos de los cien hermanos que ha conseguido el Redil en tan pocos meses, todo un logro, y guapas mujeres ataviadas con la típica mantilla. Salía la Virgen y la esperaba la banda de música María Santísima de la Esperanza, que interpretaba el Himno Nacional mientras una gran traca anunciaba desde el huerto del convento capuchino que la devoción de esta orden estaba en la calle. El paso iba llevado por la cuadrilla que mandaba el capataz David Arce.

La Virgen iba sobre un risco con flores variadas y su paso dorado iba adornado con claveles blancos y nardos. Llevaba saya burdeos bordada y manto azul igualmente bordado. Estrenaba una pamela en malla de oro con flores de talco en plata del siglo XVIII y perlas finas y corales, pendientes de plata y la restauración del báculo y el aro de estrellas. Eran regalos de sus hermanos. Además, el árbol que la cobijaba llevaba colgadas doce campanitas donadas por otro devoto de la imagen. Uno de los candelabros arbóreos llevaba un lazo negro en memoria de Rafael Almoguera Urbano, que falleció el pasado agosto y fue en la etapa anterior del Redil su hermano mayor y gran impulsor.

Sonaron nada más salir La Divina Pastora y Virgen de los Ángeles. Por delante tenía el cortejo un recorrido céntrico en el que estuvo muy arropada la imagen que en el paso lleva a sus pies al Niño Jesús y corderos. De balcón a balcón por las calles había colgaduras en las que se leían: “Reina de Capuchinos”, “Madre del Buen Pastor”, “Emperatriz capuchina”, “Causa de nuestra alegría” o “Pastora Puerta del Cielo”, entre otras frases y piropos.

Había ganas de ver a la Divina Pastora de nuevo en la calle, se palpaba en el ambiente. A las puertas del convento del Císter se le cantó Salve, Madre y, más adelante, en Conde de Torres Cabrera, la escolanía de niñas del colegio que lleva el nombre de esta Virgen también le ofreció sus voces a las puertas del centro educativo en el que fue uno de los grandes momentos de la noche. Antes, en Cardenal Toledo había sonado Ángeles del Císter y, mientras caía una gran petalada, La Esperanza de María.

La procesión llegó hasta el convento de las Madres Capuchinas, donde el Redil Eucarístico hizo una ofrenda al Santísimo Sacramento que allí está expuesto a diario. Momento de emotividad y recogimiento, sin duda, para una procesión que luego siguió por el entorno de San Miguel hasta llegar de nuevo a las plantas del Cristo de los Faroles. La plaza, de fiesta, despedía a la Divina Pastora de las Almas, este domingo más alegres que nunca por ver de nuevo en procesión a Santa María junto al Buen Pastor y su entregado rebaño.

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