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Sobre este blog

Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

L’Ombre dans l’Eau

Línea de fragancias de Diptyque

Ana Fernández

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¡Qué pura envidia! Una fragancia cara y poética que reúne justamente lo que se necesita en verano: sosiego a la sombra y alegría del agua.

L'Ombre dans l'Eau, de Diptyque, es, según la propia casa parisina, “una pintura romántica de un ensueño, un río tranquilo, una siesta veraniega bajo un sauce llorón...”.

Huele a bayas de casis y rosas silvestres, aunque también encuentro en ella una brisa de higuera, un estío campestre, secretas orillas de Cántico, lirios de García Baena, ecos de Sandua, la Dafne de Juana Castro.

Y sí, lo sé: para aliviar el calor quizás baste abrir un libro, respirar entre plantas autóctonas y enredar esa bocanada fresca de la mañana, de las fuentes y su umbría.

Pero asisto, como tantas veces, a un verano engañoso y traicionero, cual cruel danza meteorológica de sucesivas y anunciadas olas de calor.

De hecho, el primer viernes de julio llegó tórrido, propinando un sartenazo en la moral de quienes resistimos en las ciudades horno, quienes, según el caso, pasamos insomnes algunas horas de “noche tropical”.

Así empiezas regular el día. Y aún más torcido si después tienes que andarte esas calles poco acondicionadas para la canícula, apenas cubiertas por toldos, parecidas a un short de atletismo en relación al cuerpazo de la polis.

Y tendrás que estar alerta. Porque en el desierto de las avenidas pueden desplegarse espejismos. Verás la imagen de inexistentes árboles de sombra junto a semáforos y pasos de peatones. Verás la silueta de sofisticadas carpas protectoras, azules y sostenibles, con el logo de la Unión Europea, que tampoco existen (aún). Verás a otrxs como tú, y, sí, serán cuerpos de personas de carne y hueso, gentes que viajan cuando pueden y se alojan en apartamentos turísticos. Y verás, cuando estés ya en casa, el aviso digital del próximo recibo de la luz y a lo que sale el gazpacho, hecho o comprado.

No he querido acordarme de lo que se discurre cuando no se duerme bien. Todo no lo voy a decir, aunque algo contaré: me acongojan las personas solas con la única compañía de un ventilador regalado por una voluntariosa ONG y las mudanzas de quienes subsisten sin hogar y van cambiando de unos bajos comerciales a otros mientras su vida sigue más o menos igual; me desvela el riesgo de incendio en nuestro patrimonio natural y que no hayamos aprendido la lección de la sequía -es decir, que se gaste agua irresponsablemente y vaciemos acuíferos-, porque no siempre vendrán las nubes a salvarnos. Y, al final, me termino inventando una obligatoriedad parental de hablar con lxs hijxs sobre sexualidad y sobre el negocio del porno, para no lamentar traumas presentes y futuros.

Noches de calor, en fin, que dan paso a un amanecer deslumbrante, de esos que te hacen andar alegre, dando saltitos, porque la vida es bella y la ciudad que amas y habitas posee también plácidas sombras junto al rumor del agua, oasis físicos y de las emociones, como el monumento a nuestro admirado y querido Antonio Gala (imprescindible su homenaje en forma de sello de Correos y la visita semanal a su Fundación).

Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación

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Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

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