Rastas y rast(r)eros
Por mi oficio de base, la peluquería, sobradamente conozco la existencia de las rastas y de los rasteros, es decir, de ellas mismas y de aquellos que las llevan por gustarles, viéndose a su aire y distintos. Y también sabía-y sé- que existen, desgraciadamente, los rast(r)eros o esos otros que se las hacen en su –ya de por sí- enrevesada, sucia y larga lengua política. Concretando, me referiré a lo sucedido hace apenas una semana en el Congreso de los Diputados con Celia Villalobos y muy en contra de la imagen y aceptización personal del diputado de Podemos Alberto Rodríguez, a causa de que este se presentara –como es su habitual costumbre- con rastas en su pelo, lo que ha levantado ampollas en muchos sectores políticos, económicos y sociales-tertulianos en contra de esta señora. ¡Qué lástima! Porque la Villalobos lo soltó a sopetón directo. Vamos, como si fuera un escopetazo de los que hieren fuertemente.
Parece ser que Celia Villalobos, nada más ver a este diputado, Alberto Rodríguez (que es Técnico Superior en Química Ambiental), dijo de él: “A mí, con que las lleve limpias para que no me pegue los piojos, me parece perfecto”. Muy grave en ella. Porque validó que podría tener piojos en su cabeza el susodicho diputado, a pesar de haber comentado anteriormente “que las rastas también las llevaban sus sobrinos”.
Se conoce que esta juguetona señora juguetona (que se entretuvo con los juegos de caramelitos Candy Crush caramelsiendo vicepresidenta primera del Congreso de los Diputados cuando se realizaba el Debate sobre el Estado de la Nación, a la vez que nos hizo una burla a todos los españoles aprovechándose del dinero que todos le pagamos para que cumpliera con lo que debería ser, para ella por su cargo entonces, la loable responsabilidad de su verdadero cometido en tales momentos, y no para solazarse) es ignorante de todo lo que concierne a las rastas, de quienes las llevan y algunos detalles de los piojos y sobre las cabezas que prefieren. Y quiero aclarárselo debidamente; no porque me afecte políticamente, sino porque me parece incorrecto en una “señora” que presume de serlo.
Las rastas, señora Villalobos, es un peinado característico de los rastafaris, aunque no todos ellos se fundamentan, para llevarlas en su cabeza, con la cultura rastafari, pues ya proviene de otros muchos grupos étnicos anteriores del máximo respeto, como los semitas, escoceses, maoríes masai,, sadhus, sufís y faquires, y no por ello debemos ser despreciativos o apuntarle con una lengua de escopeta cargada de insinuaciones inmundas, cuando no conminando a otros a pensar que, quienes las llevan, puedan ser unos guarros de poco provecho. Entérese: Los que las llevan actualmente es porque les viene en gana. Y usted no es nadie para criticarlos. ¡Y menos insinuando que puedan tener piojos!!
Y le diré más, el término rastas en Jamaica se registró por primera vez en la década de 1950 como término para describir a los “jóvenes negros de la fe”, una secta antecesora de los rastafaris. Y fue el cantante Bob Marley otro nuevo propulsor de las rastas, imitándole con su estilo de peinado millones de jóvenes en todo el mundo. ¡¡Y Bob Marley no era ningún guarro!! Como tampoco lo fueron sus seguidores, a pesar de que muchos de ellos fueran gobernados en sus diferentes países por políticos corruptos y mamones a tope. Quede enterada. Porque los pobres, de serlo, son desventurados, pero no son guarros y piojosos por ello (y menos los que le hacen la contra, sin ser pobres de necesidad), precisamente. Y que, de serlo, vea en ellos muchas carreras y porque entienden que le están robando lo más esencial quienes los –nos- gobiernan: la educación intelectual y las posibilidades de salir de sus carencias, entre otras que no son escasas. Pobrecitos míos, que ya tienen demasiado con su desventura otorgada. Quede enterada otra vez. Y añado: debiera haber mejor reparto económico y no tanto dispendio de sueldos políticos, de enchufados a dedo, de empresarios corruptos y corruptores, cuando no de parte de algunos pepeistas de alto birrete. Vuelva a enterarse.
Y pasemos a los piojos, a esos mismos a los que usted, señora Villalobos, se refiere. ¿Sabe usted que suelen acudir con más virulencia a las cabezas más limpias? Entre ellas a las similares que usted lleva. Por cierto, que la suya, la que anduvo entretenida en juegos de piruletas en vez de en las propias responsabilidades, usted se la permite peinar decentemente y con estilo moderno por no ser pobre. ¡¡Y lo hace en peluquerías de lujo!! Y, por si fuera poco, ¡¡semanalmente con el dinero que le pagamos los contribuyentes para que se pronuncie adecuadamente!! Esos mismos españoles que , no como los jueces políticos puestos a dedo por ustedes, los del PP, siendo estos jueces los que nos quieren hacer creer -o pensar obligadamente- con la Infantísima (porque ellos se están encargando de subirla unos palmos más arriba de su categoría actual, y que para mí debiera ser menor a la que también le dieron, según Podemos, a dedo), excluyéndola de cotizar debidamente sus impuestos .
Y resumiendo en los piojos: ¿Sabe usted, señora Villalobos, por qué motivo existen actualmente y no son ya un signo de miseria y propio de las postguerras? Pues, porque los piojos, además de haberse hecho resistentes, se esconden, cuando no arrecian (como en verano) en los esquilmes de las piscinas y en medio de las pelotas de pelo que allí se depositan, mientras el Ministerio de Sanidad se preocupa muy poco de erradicarlos debidamente, quizá por desconocimiento o descuido. Al menos, a mí me consta este hecho, ya que aún no he visto por la Sanidad Social, dentro de las escasísimas campañas que llevan a cabo, nada al respecto para erradicarlos en gran medida. Tampoco he observado que disciplinen ustedes (igual que los anteriores gobiernos) a los colegios públicos cuando los piojos se hacen presentes en nuestros hijos (que no suelen hacerlo habitualmente en los mayores, y entérese usted también de este nuevo conocimiento que le otorgo), como son a través de colchonetas gimnásticas y en rincones de las duchas y vestuarios donde haya pelos sueltos, debiendo desinsectarse habitualmente controlada, lo que su gobierno no efectúan tampoco, tal vez por desgana o por insulsez o por regatear éste módico presupuesto para subirse ustedes, los mandamases actuales, los sueldos que disfrutan, o para dárselo a los bancos (y estos a su vez a los Ratos y otros de similar calaña), o para obras de infraestructuras desaprovechadas al completo (por paralizadas e inservibles), o… Vuelva a enterarse.
Y sigo con un consejo, si me lo permite: Dele a la lengua cien vueltas antes de hablar mal de alguien o cuestionarlo personalmente, sobre todo siendo colegas en el congreso, aunque le joda su presencia, y más con las divinas rastas. Que la vestimenta no hace al monje, señora Villalobos, vuelva a enterarse. Como tampoco le hace a usted ser más diputada por su lengua, ni por su peinado ni su aséptica inclusión ¡¡por lavarse, peinarse y teñirse el pelo semanalmente en peluquerías de lujo!!
Le recomiendo que se preocupe más por las rastas y los rasteros de sus sobrinos y si en ellos llevan o no piojos, pues serán sus cabezas -como ya le he dicho- las preferidas por estos indeseables bichitos, los pedículos capitis o piojos de la cabeza.
Para finalizar (aunque le recordaría otros verbalizados descaros suyos, le muestro dos respuestas que le han dado a usted a tenor de sus desacertadas palabras en el Congreso contra el señor Alberto Rodríguez: 1/, “La progresía no está reñida con el baño ni con la ducha”, asegura la periodista Pilar Cernuda en una tertulia de Antena 3; y 2/, “Lo que lastra la higiene de un grupo parlamentario son las sospechas de corrupción, no que haya gente que vista (o se peine) diferente”, de Errejón.
Lo que he dicho: Preocúpese más de las rastas de sus sobrinos y de lo que tienen en el interior de sus cabezas, de eso mismo que les puede dejar marcados de por vida con ideales muy distintos a las necesidades de quienes son sus paisanos: los españoles pobres o de os que visten de manera diferente. O esos mismos de clase media a quienes los pepeistas con sus políticas descalabras y, a veces, han escondido la realidad de mucho robo descarado de ciertos correligionarios suyos.
¡¡Que los únicos que nos contagian las desgracias, aunque no sea directamente de piojos, por no tenerlos, son ustedes y esos otros que nos pueden haber gobernado con anterioridad. Vuelva a enterarse. ¡¡Que el personal ya está muy harto de tanto dispendio y robos de unos y otros. Sin contar los verbales despreciativos cuestionando desfavorablemente a otras personas. ¿Le ha quedado claro, señora Villalobos? ¿NO?. Pues reflexione y abra debate interno. Llegará a la verdad. Y verá que, hasta es posible, que presuntamente no sea tan educada como aparenta y usted se cree, a pesar de su moderno peinado. Por cierto, un estilo que está más visto, por repetitivo en millones de cabezas, que el TBO de mis infantiles años.
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