Hace pocas semanas, los medios de comunicación recogían una reflexión de Slavoj Zizek sobre la IA (Inteligencia Artificial). Zizek alertaba no tanto sobre los peligros de la IA sino de cómo debemos enfocar el problema. Según el filósofo esloveno el riesgo sería no tanto que la IA pronto llegue a ser más inteligente que nosotros, y perdamos el control del planeta, como que nosotros empecemos a pensar y comunicarnos como ella. Es decir, que el principio del fin de la humanidad podría llegar no tanto por esta pérdida del control, sino por asumir la inferioridad ante la IA, cediéndole el último refugio de la libertad, el habla específica y diversa. El problema sería que hablemos y pensemos como un Chatbot.
El debate sobre la IA se está dando en los medios de comunicación masivos y en las RRSS, es decir, el lugar que premia y reproduce las formas de opinión más replicadas y financiadas, una expresión radical del capitalismo del conocimiento. En este intento de que el público de las redes se detenga unos segundos ante una noticia en referencia a la IA está claro que el tono apocalíptico es un caballo ganador para los intereses publicitarios que motivan estos artículos. El problema es que estamos viviendo una especie de debate que parte de estos enfoques, donde los mismos impulsores de la IA salen a la palestra diariamente haciendo declaraciones, firmando cartas, pidiendo la intervención de los gobiernos para generar alguna forma de control ante el avance de un peligro sin precedentes para la humanidad, peligro que ellos mismos habrían creado. Nos alertan de muchas cosas: de la explotación masiva de los recursos del planeta, del control de las guerras y las armas nucleares o de la sumisión y el fin de la cultura. Acabo de meter en el buscador la expresión “riesgos IA” y me aparecen decenas de artículos, todos basados en un corta y pega, de titulares, sin un mínimo de desarrollo, en los que se alertan de los 4 peligros más graves de la IA, los 5 peligros inmediatos de la IA, los 10 peligros de la IA señalados por sus creadores.. y cosas así. Algunos lo relacionan con las predicciones de Nostradamus.
Pero no sé, observando los peligros señalados por todas partes, me siento más tranquilo, son peligros muy nuestros, muy humanos. A mí el control de las armas nucleares en manos de una IA me tranquiliza más (o igual) que en manos de Trump, o que cuando estuvo en manos de Reagan y Thatcher. Actualmente en el mundo hay cerca de 20000 cabezas nucleares, la inmensa mayoría las tiene Rusia y los Estados Unidos. No se si es más preocupante alertar sobre el futuro control de estas armas que sobre quién las inventó y las mantiene. Países tan democráticos y guardianes de la paz y la libertad como Francia e Inglaterra tienen armamento nuclear como para destruir el planeta las veces que haga falta.
Que una IA tome el control de los conflictos bélicos puede ser hasta un nuevo comienzo. No se qué contar aquí sobre la historia de la humanidad y las guerras, solo en el siglo XX entre los dos grandes conflictos el ser humano acabó con la vida de 70 millones de personas. En el siglo XIX, los ingleses y sus guerras coloniales del opio en China se cifraron con más de 50 millones de muertos. En los Estados Unidos, ya hay más armas ligeras que habitantes, en un país donde lo más parecido que han vivido a una guerra en los últimos 150 años es el episodio de Pearl Harbour. Todo sin IA.
Que la IA tome el control sobre la explotación de los recursos naturales y ponga en riesgo el equilibrio medioambiental del planeta no se si me perturba más que asumir la responsabilidad directa del ser humano en el cambio climático, la deforestación masiva de las selvas y bosques en todo el mundo, la pérdida irrecuperable de la biodiversidad y miles de especie extinguida, de las guerras por los recursos naturales, por el control del agua, de la contaminación indiscriminada… la conocida como isla de plástico del Pacífico va camino de convertirse en el octavo continente y ya tiene el tamaño de Francia, 1.6 millones de km2.
No se, a la EN (Estupidez Natural) ya la conocemos bien, y siendo muy optimistas, nos lleva a la destrucción del planeta en dos o tres generaciones. La IA es imparable, ya que radica en el desarrollo de empresas privadas enfocadas fundamentalmente en la carrera armamentística. Los países más poderosos, verdaderos custodios y clientes compulsivos de esta industria han creado este capitalismo deshumanizado que queda perfectamente protegido por la legislación internacional, por la que no hay posibilidad de injerencias en el desarrollo privado de esta industria.
Por eso, el debate quizás habría que centrarlo en revisar nuestra querida EN (Estupidez Natural) y no en construir una especie de amalgama de nuestros peores logros como sociedad, para lavarnos las manos en la IA.
Los dos caminos son sin retorno. Habrá que buscar atajos o al menos soñar con ellos.
Nací en Córdoba en 1974, último año de la dictadura militar. Crecí en el Parque Cruz Conde, un barrio humilde con un gran movimiento vecinal. Mi familia provenía de la provincia, emigraron a la ciudad y empezaron sus caminos desde las portátiles y desde el recién estrenado barrio del Sector Sur. Muchos terminaron emigrando a Suiza.
Me fue bien en los estudios cuando encontré mi camino, antes me aburría en una escuela tediosa y sin sentido para mi. Me licencié en Historia del Arte en la Universidad de Salamanca y vengo desarrollando mi trabajo como profesor titular de Historia del Arte en la Universidad de Córdoba. Investigo sobre arquitectura y urbanismo dentro de su dimensión histórica y social, con una mirada atenta a los procesos postcoloniales, al exilio republicano, a la arquitectura social y rural y a la vivienda cooperativa entre otros intereses. He tenido la oportunidad de trabajar en universidades como las de La Habana, Montevideo, Cornell (Nueva York) o la de Buenos Aires. Dirigí las políticas culturales de la Universidad de Córdoba durante cuatro años, una experiencia difícil para mi.
Cuando regresé a Córdoba tras licenciarme en Salamanca, me vinculé a diversos movimientos sociales como MAIZCA y especialmente a Córdoba Solidaria, coordinadora de movimientos sociales y ONG’d de la ciudad. Posteriormente estuve muy implicado en el Centro Social Ocupado Pabellón Sur.
Escribo para canalizar mis sentimientos de justicia social y democracia en el ámbito de la ciudad en la que aspiro a desarrollar mi proyecto vital. Soy lo que soy gracias a mis amig@s. Echo de menos a David Luque y a la Carmen López, la ciudad era otra con ellas.
¿Lo que más me gusta hacer? jugar en el parque con mi hijo y sus amigos.
Estoy perdido, y por eso escribo.
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