Rock cofrade
Llegó la semana de la dieta de la torrija. Domingo de Ramos. Los cronómetros de los cofrades marcarán el día D hora H. Se descargarán tensiones con la mula y Jesús subido en ella. Apostados en San Lorenzo, mirarán al cielo y rezarán al Santo Padre para que salga el lorenzo toda la semana. Sin solución de continuidad, pasamos de la batamanta a la mantilla. Nacho Umbert nos describe con precisión milimétrica la escena de este prêt-á-porter:
El pueblo cordobés brindará un manto de cáscaras de pipa al paso de los titulares de las Hermandades. Olor a incienso y azahar en calles de feria. Olor a vejigas aliviadas en rincones recónditos. Las emociones nunca son del todo contenidas. Los semanasanteros hablarán de sus diversas patologías: Pelo de Rescatado, Manos de Esparraguero o Pies de Caído. Los síntomas: dolores, angustias, desamparo y soledad. Utilizan un lenguaje incomprensible. Pavilo, clámide, navetas, fajín o cíngulo.
Los nazarenos se pondrán de cera hasta las orejas. Los niños les ayudarán, haciendo una bola del asunto. Dar cera-pedir cera, dar cera-pedir cera.
El jueves será el día de los tercios, los de la Legión. Cumplirán con la leyenda urbana de cerrar prostíbulos y afterhours, echando la pata de cabra en la puerta. Infieles novios de la muerte.
Acabais de escuchar a Beirut. No son del barrio de Santa Marina ni el Realejo, pero les gusta más el sonido cornetero y trompetoide que a un tonto un lápiz. Muy recomendable para capillitas.
En las tabernas cofrades se celebrarán encendidos debates sobre los likes y dislikes de la jornada. Lo harán bajo una decoración de horror (vacui), donde todo cristo se queda plasmado en la pared.
El viernes el verbo se hará carne. Prohibido comer carne de verbo. Le tocará al bacalao pagar el pato. Como ya antes le había tocado al pavo en navidad. Víctimas colaterales de las fiestas humanas y divinas.
Los ateos intentarán de forma infructuosa llegar del punto A al punto B del centro de la ciudad. Atrapados ante el desfile procesional, tienen dos escapatorias: Opción A, pedir que le dejen pasar, que vive en el portal de enfrente. Opción B, gritar “costalero, menos pasos quiero!”.
Acabamos con Silvio. Rockero y cofradiero. Lo vemos en esta espectacular superproducción de imagen y sonido, de estilo feísta sevillista.
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