Los voceros del poder
La campaña de los medios tradicionales contra la PAH, ya no es solo claramente subjetiva y manipuladora, sino también hiriente e incluso muy peligrosa
En junio de 2008 conseguí mi título de Periodismo en la Universidad Complutense tras cinco años de estudio. No me costó excesivo trabajo aprobar, incluso podría decir que es relativamente sencillo obtenerlo si te aplicas y eres riguroso con las asignaturas. Sin embargo, de aquello han pasado casi cinco años y todavía no he ido a la universidad a recoger el título que acredita que soy licenciado. Y eso que lo pagué y cuesta una pasta. Pero no me apetece. ¿Por qué? Primero porque desde antes incluso de acabar la carrera ya estaba viviendo de esto y sin necesidad de presentar papel alguno. Y segundo, porque me duele tener algo en común con ‘periodistas’ como Paco Marhuenda (director de La Razón) o José Javier Esparza, el del parche de Intereconomía que, a la postre, es también director de La Gaceta.
La campaña que los medios más conservadores está haciendo contra todo aquel movimiento o persona que se posicione en contra de los principios que defiende el actual Gobierno me parece insultante. Porque, ya no es solo claramente subjetiva y manipuladora, sino porque directamente es hiriente e incluso muy peligrosa. Con el acoso diario a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca o a una de sus máximas exponentes, la activista catalana Ada Colau, estos medios están declarando la guerra directa a los ciudadanos. Ya no solo se posicionan frente a la gran mayoría de los ciudadanos y, especialmente, frente a aquellos que más están padeciendo la tortura de los recortes, sino que actúan como parapeto del Gobierno, como perros de presa y como meros antidisturbios del papel y las ondas. Estos medios no ofrecen información, sino que emiten burda propaganda, pagada por unos o por otros y totalmente teledirigida a las mentes moldeables de los ciudadanos poco atentos. El único objetivo hoy en día de los medios de comunicación no es informar, sino fabricar opinión.
Como dice el lingüista Noam Chomsky en “El control de los medios de comunicación”, la propaganda es a la democracia lo que las porras al estado totalitario. Es decir, a través de los medios de comunicación y de la constante propaganda, los dos partidos mayoritarios están constantemente lanzando dosis adoctrinadoras a la población. Eso sí, cuando hay gente que despierta, que cuestiona la farsa y que rechaza ser un zombi más, las porras salen a relucir para reprimir su despertar.
Exactamente, creo que estamos en ese punto. Muchas personas, gracias a Internet y las redes sociales, están leyendo más contrainformación de la que nunca pudieron llegar a imaginar. Decenas de medios digitales publican diariamente información que responde directamente a lo que emiten o publican los medios generalistas. Las redes sociales hacen el resto. Y los medios de siempre han respondido. Relacionan todo con ETA, intentan meter miedo a los ciudadanos y comparan a aquellos que luchan por cambiar las cosas con los peores criminales del mundo. Además, los gobernantes le siguen el juego. Y cuando no es la delegada de Gobierno de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, quien relaciona a los activistas con la kale borroka y la banda terrorista, son los diputados de UPyD quienes abren la boca para criminalizar a las personas que se han quedado sin casa o a quienes piensan distinto a ellos. Especialmente su diputado Toni Cantó, que últimamente hace más gracia que cuando actuaba en 7 Vidas.
Aun así, está claro que no podemos seguir así. La situación está llegando a límites muy tensos. En este país se pasa hambre. Hace unos días un hombre murió en Teruel tirado en la calle después de haber sido desahuciado hace casi un año. Y este Gobierno –al igual que el anterior- no toma cartas en el asunto y próximamente votará en contra de la ILP de Vivienda, de ahí esta campaña oscura contra las personas que conforman la plataforma Stop Desahucios y su acertada campaña de escrache, que ha sido la única forma de darles la visibilidad que merecen. Parece que los medios más conservadores y el propio Gobierno de la nación han empezado una guerra sucia y encubierta contra los ciudadanos que protestan contra las injusticias. Sin duda, que les señalen por la calle no les ha gustado nada.
Gandhi tenía mucha razón. Hace un tiempo, tanto el Gobierno como los medios de comunicación ignoraban nuestras acciones. Poco después, se reían de la forma en que teníamos de hacer las cosas, de las asambleas y de la horizontalidad. De la falta de cargos y de estructuras verticales. Ahora, nos atacan. Nos atacan, nos humillan y ponen nuestra vida en serio peligro publicando nuestros datos personales y nuestras fotos. Decía Gandhi, que llegados a ese punto, habríamos ganado. Sin embargo, no estoy seguro. Creo que ha empezado una batalla encarnizada donde hay dos polos cada vez más diferenciados. El odio emana por ambos puntos. Y no sé cómo podrá acabar.
Lo único que tengo claro por ahora es que no pienso compartir título universitario con voceros tan comprados como Marhuenda y Esparza, entre muchos otros. Ellos ensucian esta profesión al no contrastar la información y, especialmente, al publicar datos con un único objetivo en sus retorcidas mentes: manipular, generar y alimentar el odio. Las dos Españas están de nuevo a la vuelta de la esquina.
0