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El acoso sexual en el trabajo crece con la crisis

David Val

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Esta semana, Salvados sacó a la luz pública el triste caso de la comandante Zaida Cantera, acosada sexualmente y laboralmente por sus superiores en el Ejército. Por desgracia, su caso es solo uno más de los miles de acosos diarios que sufren las mujeres en sus empleos

Zaida Cantera junto a su pareja en el Congreso | Agencias

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Esta semana ha saltado a la luz pública el caso de la comandante Zaida Cantera. En un ejemplo de periodismo digno –de los pocos que existen en los medios de comunicación españoles- el programa Salvados y su director Jordi Évole pusieron sobre la mesa uno de los muchos casos de acoso sexual y laboral que sufren muchas mujeres en nuestro país. El acoso laboral al que ha sometido el Ejército a esta militar es insultante, pero no por ello extraordinario. En una institución anquilosada en la dictadura a pesar de sus fracasados intentos de modernizarse, no sorprende que existan casos como el denunciado por Salvados. Es más, como bien se deja entrever en el reportaje, existen muchas más ‘Zaidas’ en el Ejército y fuera de él que no denuncian por miedo a sufrir represalias por parte de sus superiores.

Lo más triste de toda esta historia no es solo el acoso brutal que ha padecido la comandante, sino el desprecio desmedido al que han sometido a esta militar sus más inmediatos superiores, el Jefe del Estado Mayor del Ejército y el propio ministro de Defensa, Pedro Morenés. Con sus silencios, sus ofensas y su patente desprecio no hacen más que corroborar que les importa bien poco lo que haya ocurrido con Cantera. La sombra del patriarcado es alargada. La intervención del ministro Morenés en el Congreso el pasado miércoles fue lamentable, tanto que, a día de hoy, surge una pregunta obligada: ¿Puede ser que el ministro esté de lado del condenado agresor? Por desgracia, su declaración no deja apenas dudas. El ministro no pidió disculpas a Zaida por la situación vivida en la institución que dirige ni criticó las vergonzosas acciones protagonizadas por el teniente coronel Lezcano Mújica ni por quienes le arroparon, casualmente, casi todos ascendidos por orden directa del propio ministro.

El acoso laboral en España

El acoso laboral en España

Pero vayamos un paso más allá. El acoso sexual y laboral está a la orden del día en nuestro país. De hecho, según asegura el profesor de la Universidad de Alcalá, Iñaki Piñuel, considerado uno de los principales expertos en acoso laboral en España, esta práctica ha crecido en España un 40% desde el inicio de la crisis. Esto se debe a que, en situación de crisis e inestabilidad laboral, muchas personas ceden ante estos chantajes para no perder su empleo. Asimismo, ha aumentado la impunidad de los acosadores.

La encuesta realizada por el Barómetro Cisneros sobre acoso laboral corrobora estos datos, pues revela que un 15% de los trabajadores en activo declara sufrir ‘mobbing’, una cifra que ha aumentado un 43% en los últimos dos años. Como indica Piñuel, las reducciones de personal, las fusiones empresariales o el miedo a perder el puesto de trabajo se encuentran detrás de un clima laboral que constituye un caldo de cultivo para el acoso. Tanto es así, que se estima que el 60% de los trabajadores (especialmente trabajadoras) sufrirá algún caso de acoso laboral durante su vida laboral. Porque, según declaraba hace unas semanas Telma Vega, inspectora de Trabajo, en el programa Para Todos La 2, “el 95% de los casos de acoso sexual en el trabajo lo sufren las mujeres”. Es más, “el 5% restante son hombres acosados por otros hombres”, aclara.

Es más, en una conferencia impartida en julio de 2014, Piñuel explicaba que el acoso psicológico en el trabajo se centra casi exclusivamente en las mujeres más brillantes de las compañías. “Este acoso está caracterizado como una acción continuada y deliberada, totalmente cuantificable”, argumenta. Y añade que las víctimas ven minada su resistencia psicológica después de largos periodos de maltrato. “Son objeto de aislamiento por parte de otros trabajadores y no sufren acoso por lo que hacen, sino por lo que son”.

Falta de solidaridad

Falta de solidaridad

Estos psicópatas agresores escogen a sus víctimas al considerar que representan una amenaza para él y con el objetivo de demostrar sus dotes de mando y confirmar el orden jerárquico de la empresa. Por desgracia, añade Piñuel, “ni siquiera uno de cada mil casos llega a la vía judicial”. Y de estos pocos casos denunciados, “solo una mínima parte llegan a una vista”, pues normalmente se produce un acuerdo antes. Además, “la mayoría de los casos que llegan a ser juzgados acaban desestimados”. Por eso, la manera más eficaz de acabar con estas prácticas aberrantes, además de la denuncia, pasa por hacerlos visibles y, especialmente, por el papel solidario de los compañeros y compañeras de las personas afectadas. Este tipo de violencia está muy invisibilizada, pues es muy complicado que se verbalice y, especialmente, que el entorno laboral acompañe a la víctima. Además, se suele dar en empresas donde hay poca promoción, poca contratación de mujeres y donde priman las políticas sexistas.

A su vez, las penas para los agresores son muy pequeñas. Tal y como señala Carme Herranz, abogada del Colectivo Ronda, “lo habitual es que se pueda abrir una vía laboral en el cual la trabajadora tiene unos derechos en ese ámbito”, pero sin pasar a mayores.

El Derecho Penal solo interviene cuando son casos muy graves y las penas son de apenas unos meses de prisión (entre 3 y 5 meses) o bien una multa de seis a diez meses. “Si el acosado es un superior, la pena es de 5 a 7 meses de prisión o multa de diez a catorce meses”, añade Herranz. Por tanto, si hubiera más seguridad y más recursos, las personas denunciarían más, pero realmente no existe protección alguna. “Las personas se sienten muy solas”, concluye.

En definitiva, el acoso laboral y sexual es una realidad velada en nuestro país y que va en aumento debido a la crisis y al miedo que despierta poder perder el empleo. Por eso la única solución pasa ya no solo por denunciar, sino por solidarizarse con la víctima. La lucha contra la estructura invisible del patriarcado nos compete a todos y todas. Por tanto, no cierres los ojos. No mires para otro lado. En ese caso, no serás más que un cobarde cómplice del agresor.

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