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Los profesores no tienen profesores

Rafa Japón

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Hace unos días acompañé al hospital a un familiar al que iban a extirparle un molesto quiste sebáceo. La doctora decidió no utilizar el bisturí aún, pero mi familiar salió dolorida del quirófano porque dos médicos en prácticas se sirvieron a gusto con la enferma. Mientras la doctora les iba enseñando el caso en cuestión, los jóvenes MIR tocaban, movían, apretaban el bultito cuanto les venía en gana. Esos chicos aprendieron en dos minutos más que en dos semanas en su facultad.

Llevando la situación a mi profesión, ¿cuándo aprendemos los profesores?. En mi época, no hace tanto, hacíamos un curso llamado CAP (Curso de Aptitud Pedagógica), el cual incluía unas sencillas prácticas en un instituto. Todo el mundo sacaba notable o sobresaliente en el CAP, como si todo el mundo tuviera unas aptitudes excelentes para ser profesor. Mentira.

Yo tuve suerte. Mi tutor de prácticas fue Don Juan Velasco Toscano, profesor de Física y Química del IES Ángel de Saavedra de Córdoba. Don Juan me dijo: “Niño, ¿tú quieres coger las riendas?. Pues ahí los tienes”. Me dejó impartir un tema entero, dos semanas de clase. Estuvo presente en las dos primeras, sentado atrás sin abrir la boca. Supongo que vería que me desenvolvía bien y ya no volvió a entrar. En aquel momento, yo creía que era la forma habitual que tenían los tutores de gestionar unas prácticas a futuros profesores, pero me equivocaba. Preguntando después a compañeros, cualquiera que disfrutaba (o sufría) una hora al mando era un privilegiado. Nunca tuve la oportunidad de agradecer a Don Juan Velasco su confianza en mí y, ahora, lo hago desde aquí. Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena.

Durante años se planeó sustituir el insuficiente CAP por algo más serio y provechoso. Celebré la llegada del Máster en Profesorado de ESO y Bachillerato, pensando que estábamos avanzando en la formación de los futuros formadores. Sin embargo, las opiniones que me llegan son más de lo mismo. Interminables clases magistrales-teóricas de profesores de Universidad que piensan que una presentación en PowerPoint es lo más. Tutores de prácticas que no aprovechan las ganas, el talento y los recursos de las nuevas generaciones; que los encadenan a un pupitre de la última fila, obligándolos a asistir a su aburrida rutina diaria. Supongo que habrá otro tipo de opiniones, pero las que yo conozco me hacen pensar que no hemos mejorado nada, ya que lo único que ha mejorado son las arcas de la Universidad, porque el Máster es muchísimo más caro que lo que era el CAP.

Los profesores siguen sin tener profesores. Seguimos aprendiendo a cabezazos, a ensayo y error. Como no soy de aquellos que critican sin proponer soluciones, prometo que en las próximas semanas haré una entrada explicando algunas de las ideas que yo llevaría en práctica si tuviera capacidad de ejecución. Si los políticos estuviesen capacitados (otra profesión sin maestros, y menos en este país) sabrían que arreglando el problema de la Educación, estarían arreglados más de la mitad de los problemas.

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