Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
Volver a ser lo que fuimos
El emplazamiento de Córdoba no es casual. Lo explicaba aquí, al poco del confinamiento, el profesor Antonio Monterroso.
Los iberos, primero, y los romanos, después, entendieron que dominar Córdoba era controlar el sur de la Península Ibérica. El Guadalquivir era una especie de frontera natural que solo se podía vadear más o menos donde hoy está el Puente Romano, que por algo sigue allí. Al Norte, los minerales. Al Sur, el grano y el aceite. Y el Guadalquivir como una autopista con salida al mar y de ahí a Roma.
Córdoba ya era un nudo logístico en el siglo I. Y militar. La batalla decisiva de la guerra civil romana se desató a las puertas de Córdoba, en Munda y en Ategua. Ganó César, arrasó Córdoba pero la ciudad fue perdonada y se convirtió en Colonia Patricia. Y luego llegaron los omeyas.
Córdoba fue capital de Europa Occidental en el siglo X. Al Califato entraba y salía de todo. La ciudad llegó a tener una extensión superior a la actual. Había más cordobeses entonces viviendo aquí que ahora. Y había que alimentarlos, equiparlos y protegerlos. El nudo logístico siguió funcionando a pleno rendimiento.
Incluso con la guerra de Castilla y Aragón contra lo que quedaba de Al Andalus Córdoba jugó un papel decisivo. Los Reyes Católicos se instalaron en la ciudad durante largas temporadas hasta que por fin decidieron el asalto final a Granada y construyeron un campamento no de tiendas sino de piedras en Santa Fe. Y allí sigue.
La conquista de América atrajo la logística al Oeste, al puerto de Sevilla, primero, y al de Cádiz, después. El Guadalquivir dejó de ser navegable (aunque haya habido intentos de recuperarlo, ilógicos y alocados) y Córdoba fue perdiendo ese papel que desde la antigüedad desempeñó. El mar quedaba lejos pero a finales del siglo XIX llegó el tren. Su industria era la misma que la de Roma: minerales y aceite. El Guadiato floreció y se siguió bombeando aceite de oliva a medio mundo.
Pero el siglo XX fue una sucesión de pasos atrás. El tren perdió protagonismo y Córdoba comenzó a languidecer cuando se apagaron sus minas. Ahora puede recuperar parte de lo que fue, en su origen también: la base de intendencia y logística del Ejército de Tierra en España. Lo que tuvieron los hijos de Pompeyo y ansió César.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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