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Suspenso en mates y un diez en religión: Aprobado

Alfonso Alba

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Hoy voy a hacer otra de mis apuestas arriesgadas. Pienso invitar a cenar al lector que me demuestre (prueba documental mediante) que suspendió la asignatura de Religión en el colegio. No vale que sea Ética, no, esa asignatura de parias a la que iba un niño o dos como mucho a que un profesor de descanso y sin muchas ganas le dejase hacer las tareas mientras el resto veíamos dibujos animados sobre la Biblia.

No hace mucho (creo que ahora pasa lo mismo) la Religión era algo más que una asignatura maría. Yo mismo llegaba a sacar 'dieces' como soles en Religión. Daba igual lo que hicieras. Te pasabas la hora entera dibujando pasos de Semana Santa, hablando de cosas triviales con el profesor (que era uno de los curas del pueblo), charlando con tu compañero o, simplemente, pensando en otra cosa. Luego, llegaba el examen, el cura te decía las preguntas que iba a poner y lo que tú tenías que contestar, como si fueras un robot te las aprendías de memoria y luego, para hacer sitio a otros conocimientos, olvidabas lo que habías escrito conforme salías de la puerta.

Les imagino a una gran mayoría (muchos hasta católicos practicantes) bastante atónitos ante la última barbaridad que ha parido el Consejo de Ministros de nuestro absolutamente votado Gobierno de España: que la asignatura de Religión compute en la nota media de un alumno, según consta en la penúltima reforma de la Ley de la Educación. Es decir. A su hijo se le dan mal las matemáticas. Pues bien. No pasa nada. Si aprueba raspadillo o suspende, siempre podrá sacar un diez en Religión y, al final, la nota media será un aprobado incluso alto. No importa que su hijo no sepa sumar. Siempre que sepa rezar le irá bien en la vida.

Y lo peor de todo es que nos han vendido este gol por toda la escuadra de la Conferencia Episcopal a la ciudadanía asegurando que algo había que hacer, que teníamos que mejorar nuestras notas con respecto a Europa, que si la educación en España es bastante deficiente y que la reforma se hace para mejorar la “empleabilidad” (esta palabra pronunciada por el ministro más impopular del país no existe) de nuestros hijos. ¡ B R A V O !

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