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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

Peatonaliza que algo queda

Técnicos municipales, en la señal de la cámara de Diario de Córdoba

Alfonso Alba

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Desde que se reformó la calle Capitulares y se peatonalizó su tránsito, en la teoría el Ayuntamiento no ha vuelto a peatonalizar ninguna zona de la ciudad. En el mandato anterior sí que se acometió una especie de experiencia piloto en la avenida de La Viñuela, donde se cortó el tráfico de forma temporal pero no se ha vuelto a abrir. Ahora, el Consistorio ha anunciado que en 2024 va a intervenir en esta avenida, pero para jubilar el tráfico definitivamente.

Antes, y por obra sobre todo del fallecido Antonio Valdenebro, jefe de departamento de Movilidad en el Ayuntamiento, la ciudad avanzó tanto en peatonalización que a día de hoy no ha necesitado aprobar una zona de reducción de emisiones. El Acire que diseñó Valdenebro hace ya 15 años, primero con pilonas y después con cámaras, le ha venido como anillo al dedo al Ayuntamiento para no acometer nuevas peatonalizaciones o reducciones del tráfico en la ciudad. El casco histórico de Córdoba quedó con aquellas cámaras como un lugar de tráfico limitado. Pero al que poco a poco se le han sumado vehículos: que si los autobuses de los colegios, que si ahora los padres, que si ahora se pide permiso que te lo van a dar, que si los turistas de los hoteles. Circular por el casco histórico de Córdoba está limitado, pero no tanto.

Aquellas peatonalizaciones, algo diluidas, no han continuado. No se ha reformado la calle Claudio Marcelo. Tampoco San Fernando. En ambas se puede aparcar. De la misma manera que se aparca en la plaza de la Magdalena, preciosa repleta de coches. O que la Axerquía se ha convertido en una especie de acercamiento al casco histórico, un circuito de coches que van y vienen. O que el proyecto aquel que financió Europa para favorecer el tránsito peatonal entre San Lorenzo y el Realejo es más bien todo lo contrario, una calle en plataforma única donde la prioridad siempre la tienen los coches, que encima aprovechan que no hay escalón en las aceras para ocupar aún más espacio.

El caso es que Córdoba, principalmente su casco histórico, es una de esas ciudades perfectas en las que todo está lo suficientemente cerca como para favorecer una movilidad sostenible. No es necesario entrar al centro en coche. Y muchas veces pienso que tampoco en autobús hasta la misma plaza de Las Tendillas. O al menos no en esos autobuses gigantescos que cuando los ves subir por la calle San Pablo piensas que te van a tragar. Mucha menos falta hacen esos mastodónticos autobuses turísticos que acaban reventando el pavimento.

Córdoba es una ciudad perfecta donde se pueden arbitrar medidas de convivencia. Y de una movilidad incluso rápida. Con menos tráfico en el casco, los vecinos que sí que puedan entrar se moverán mejor. Con menos coches será más fácil andar, las calles serán más agradables y apetecerá bastante más pararse a cualquier cosa, llámese conversar o entrar en un comercio. Con un sistema público de transporte, que rodee el casco y que entre en zonas muy concretas y accesibles, se podrá llegar fácilmente desde cualquier punto de la ciudad. Y con menos tráfico respiraremos menos humo y hasta tendremos una ciudad menos ruidosa.

A veces, creo, que no es tan difícil imaginar que el futuro de una ciudad como Córdoba también tiene que pasar por ahí, que se tenga claro el orden de prioridades, donde antes que nadie está el peatón y en último lugar el vehículo a motor, y no al revés como sucede ahora en numerosas ocasiones.

Muchas veces pienso qué estaría proyectando Antonio Valdenebro desde su despacho de Movilidad, qué proyecto europeo estaría estudiando y qué medida aplicando.

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