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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

El deporte es política

Protesta en la meta de Bilbao.

Alfonso Alba

6 de septiembre de 2025 20:13 h

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Jorge Valdano considera que “el fútbol es lo más importante de lo menos importante”. Y quizás tenga razón. Se puede aplicar al deporte de competición en general, aunque haya mucha gente que profesionalmente viva de ello.

Veo ciclismo desde que era niño. Si puedo, no me pierdo una etapa, desde una clásica random de Bélgica a un ciclocross, pasando por cualquier gran vuelta (la de siestas, libros, pelis o series que no he disfrutado por su culpa). Quizás, como Valdano, para mí sea lo más importante de lo menos importante. Y sí, sinceramente, me da igual que se pueda acabar o no una etapa si lo que hay de por medio es una protesta legítima.

Desde que el barón de Coubertin fundó los Juegos Olímpicos, el deporte siempre ha sido política. Entonces, el más alto, más fuerte, más rápido, siempre enfrentó a naciones. Los países competían entre sí para demostrar precisamente quién era el mejor. Ese es el verdadero espíritu olímpico, ganar, y no tanto participar. La aristrocracia, las monarquías y las repúblicas entendieron el enorme valor político que tienen las victorias deportivas. El franquismo se abrazó al éxito europeo del Madrid para normalizar la dictadura, Argentina organizó un Mundial de fútbol mientras se arrojaban presos políticos al mar desde aviones, Qatar, primero, y Arabia Saudí, después, han comprado equipos y competiciones, el famoso sport washing.

Israel, ese pequeño país que siempre se ha considerado pionero para muchas cosas (que si inventaron internet o el riego por goteo), no ha descubierto América con el sport washing, pero sí que le ha estallado. Jamás, desde que veo ciclismo, he visto un mensaje tan unánime en las cunetas de La Vuelta a España. Miles de banderas palestinas acusan a Israel de perpetrar un genocidio contra la población palestina. Si algo querían conseguir comprando un equipo ciclista era justamente lo contrario a lo que se está viendo ahora mismo.

El ciclismo tiene algo muy diferente a cualquier deporte, y es que se practica en abierto. El pelotón puede acabar pasando por la puerta de tu casa, algo que nunca hará un equipo de fútbol. Por eso, es tan incontrolable y hasta cierto punto libre. Y arriesgado. Es imposible regular el paso de un pelotón que rueda a 50 kilómetros por hora a lo largo de 200 kilómetros. Y es muy fácil plantarse en una cuneta con una pancarta, con una bandera, y protestar. O aplaudir. Lo que te dé la gana.

Por eso, en Bilbao, por primera vez Israel se ha enfrentado a un boicot deportivo de verdad. Una multitud impidió que La Vuelta acabase con normalidad. Aunque de paso se boicoteara al pelotón entero. Es una protesta legítima, aunque yo no acabe de ver muy bien el enorme riesgo que supone saltar a una carretera con altas probabilidades de que te arrolle una moto o de tirar a un deportista al suelo, que se hará muchísimo daño.

La Vuelta actuó muy bien suspendiendo el final de la etapa, por el bien de todo el mundo. Y sí, es verdad que a Israel no se le puede expulsar si antes no media una exclusión de los organismos deportivos.

El resto de equipos han comenzado a hartarse de la situación y han pedido a Israel que se vaya por el bien de todos. Pero no lo van a hacer. Y quizás hasta sea lo mejor para la causa palestina. Mientras más aguanten en carrera más banderas palestinas vamos a ver en una retransmisión a más de un centenar de países de un deporte que cada vez ve más gente. Es como una especie de sport washing pero al revés.

El deporte, no lo olvidamos, está repleto de ejemplos similares, de países o fondos de inversión que crean o compran equipos no por filantropía sino por interés político. Ahí está el propio UAE, donde corre el mejor ciclista del mundo, pagado por un país que no es democrático ni respeta los derechos humanos. Pero en La Vuelta estamos viendo un punto de inflexión. ¿Se extenderá sobre otros deportes? ¿Veremos a los equipos israelíes de fútbol o baloncesto expulsados de las competiciones europeas? ¿Habrá protestas masivas cada vez que jueguen contra cualquier club europeo?

Si algo acabó con el apartheid en Sudáfrica fue su boicot internacional, un país que de repente se sintió como un apestado en el mundo por lo que le estaban haciendo a su propia población. Por desgracia, ese es el único camino para poner fin a la matanza que está perpetrando Israel en Oriente Medio.

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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