Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
Cerro Muriano
Durante esta semana hemos ido desgranando el auto de procesamiento de seis mandos militares sobre el conocido como caso Cerro Muriano, la investigación que depura responsabilidades sobre lo que sucedió en el campo de maniobras el pasado 21 de diciembre, cuando murieron ahogados un cabo y un soldado en un lago prácticamente helado.
De la lectura del auto de un caso, aún por juzgar y en el que de momento todo el mundo es inocente hasta que no se demuestre lo contrario, se puede concluir una concatenación de imprudencias, descuidos e incluso mala fe que acabaron con dos personas muertas y que apunto estuvo de costarle la vida a otros dos soldados más. Uno de ellos tuvo que ser reanimado cuando ya había entrado en parada, con una hipotermia que, según el auto, le dejó una temperatura corporal de apenas 32 ºC aún cuatro horas después de su rescate. Terrible.
El Ejército, que se financia exclusivamente con nuestros impuestos y que tiene una clara misión constitucional, adolece de transparencia. De aquel ejercicio fatal nos enteramos más por fuera que por dentro, de la investigación judicial actual poco más o menos, e incluso conocemos que los mandos prohibieron a sus soldados hablar con los periodistas, vaya a ser que nos enterásemos de lo mal que se hacen las cosas, de que se programan maniobras sin medidas de seguridad algunas y de que se castiga a los militares, algo que está prohibidísimo en el Ejército.
Eso sí, sabemos que al menos la justicia parece funcionar cuando el Juzgado Togado Militar central número dos ha procesado hasta los responsables de la brigada de Cerro Muriano, algo inaudito hasta ahora y en lo que parece seguir el camino marcado en su día por la ministra de Defensa, Margarita Robles: llegar hasta el final y caiga quien caiga.
Pero el caso de Cerro Muriano nos eleva quizás lo peor de la jerarquía, la de aquellos soldados que ven que su mando los conduce hacia un suicidio pero que son incapaces de contradecir sus órdenes. Y de aquellos mandos más preocupados quizás de salir en las fotos que de revisar que los ejercicios militares se hagan conforme a las normas y en un ambiente seguro, no en el de una guerra para la que, evidentemente, no puede estar preparado ningún soldado con unos días de instrucción.
Pero Cerro Muriano también ha sido noticia por un incendio, que empezó junto o dentro, no se sabe con certeza aún, del campo de tiro. Entiendo que el campo de tiro se dibujó hace décadas en el corazón de Sierra Morena, pero en pleno siglo XXI, con un cambio climático que avanza sin compasión, seguir manteniendo esa infraestructura en una de las zonas más sensibles de la provincia de Córdoba da para pensarlo. Si hay un motivo por el que la sierra de Córdoba aún no está protegida en su conjunto, como Hornachuelos o Cardeña-Montoro, es precisamente por la base militar. Quizás va siendo hora de repensar la zona de maniobras a otro espacio más seguro para todos.
Y hay más: las misiones internacionales. Dudo que desde que la brigada iba a Bosnia había misiones más peligrosas que a las que acude últimamente, dos zonas especialmente calientes en el tablero geostratégico. Enviar a nuestros soldados a la frontera entre el Líbano e Israel en el momento más tenso casi desde los años ochenta no parece lo mejor. Ya tuvimos a un soldado que no volvió vivo, tras un mortero perdido lanzado por Israel por el que nadie ha sido condenado. Por favor, vamos a pensarnos este tipo de misiones, por muy profesionales que sean nuestros soldados.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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