Manon y Julio han recorrido medio mundo en bicicleta y están empeñados en montar al otro medio sobre dos ruedas para propagar los beneficios de la movilidad activa. Discípulos de Malabrocca, llevan lustros investigando sobre intermodalidad, urbanismo, mecánica o educación. Siempre en y sobre sus velocípedos. Como profes que son, les encanta aprender. Están convencidos que esto de la movilidad activa es la solución a la insoportable levedad del ser en la era del petróleo. Para ello han puesto a pedalear todo lo que han aprendido en su formación en sociología, economía, pedagogía, turismo o gestión cultural. Y han metido todo en una coctelera para fundar Revelociona SCA. Los de Cordópolis les han dejado esta esquinita para compartir los paisajes, análisis y resultados que ven desde su manillar.
No. No son para el verano

No son para el verano las bicicletas. Claro que no. Ni para los domingos. Ni para la Semana del Medio Ambiente ni para el Día de la Bicicleta.
El consenso sobre los beneficios de una movilidad activa, como es el caso de la bicicleta, concita más unanimidad, probablemente, que la defensa de la sanidad pública o la educación de calidad. Desde el Ayuntamiento a la ONU, desde mi vecino hasta la maestra de tus hijos. Desde el noble al villano, el prohombre y el gusano, el rico, el pobre, el señor cura… sin importarle la facha. Como diría Serrat.
Ahora bien, las políticas, las infraestructuras y, por ende, la disposición generalizada de la mayoría de la población siguen atrapadas en el manido chascarrillo de que “las bicicletas son para el verano”. Y en torno a este prisma buenista y vacío orbitan todas las medidas medioambientales. Y así nos luce el pelo.
Sería un oprobio responsabilizar al enorme F. Fernán Gómez de esta distorsión, pero esta idea azucarada de “Las Bicicletas son para el verano” le hace un flaco favor a nuestra salud y a nuestra movilidad, por ese orden. Así que qué mejor que recurrir a uno de los momentos más conocidos del genial don Fernando para valorar las políticas sobre movilidad que se derivan de esta perspectiva (pinchen y disfruten).
Reducir al verano, al ocio o al anecdotario estas cuestiones perpetúan la visión infantilizante de la movilidad. “Quererme menos y usarme más”, que diría Julio Anguita. Pero lo serio, lo correcto, lo institucional, es promover un desplazamiento sanguinario que se cobra la vida de miles de personas cada año y deja otras tantas mutiladas o con graves enfermedades respiratorias de por vida.
Y así, un año más se celebra la semana del Medio Ambiente de vitrina. Y hoy el Día Mundial de la Bicicleta. Y se ventearán —con entusiasmo de Instagram— las bondades de moverse en velocípedo. Se organizarán rutas, actividades y campañas fotogénicas por parte de todos los alcaldes. Bicicletas polvorientas rescatadas sobre la bocina del trastero de la cotidianeidad.
Pero luego, está la verdad de los eventos importantes, como en la reciente Feria de Córdoba. Tan solo en el aparcamiento oficial creado ad hoc por el Ayuntamiento, cuya gestión estaba cedida a la empresa Barea, se habilitan 4.050 plazas para coches.
Varias hectáreas de suelo, que compiten en superficie con la extensión de la propia feria, fueron cedidas a una empresa privada para gestionar un pingüe capital de euros, gasolina y polvo. A razón de 10€ por parabrisas, hagan cuentas. Y a ello hay que sumar los miles de vehículos que colapsan los barrios circundantes durante semanas.
Un despropósito, sí. Pero también un negocio que mueve varios cientos de miles de euros. ¿Se imaginan qué tipo de movilidad interesa promover a ciertas estamentos? Todo bien organizadito, eso sí. Apartado. Del otro lado de la autovía, para que no aparezca en las fotos del Día Mundial del Medio Ambiente.
19 de abril y 3 de junio
La movilidad sostenible se demuestra moviéndose sosteniblemente. No poniendo esta necesidad universal en un pedestal de ingenuidad, sino inviertiendo en verdaderas políticas de salud y bienestar social mayoritario.
Resulta una obviedad señalar que no todo el mundo puede moverse andando o en bicicleta en su quehacer diario. Pero sí debería ser una prioridad que este tipo de desplazamientos fuese el que se privilegiase desde las administraciones. Pero que se haga en las ocasiones en que es preciso y eficaz, no para el verano ni para adornarlo con pompas de jabón y sonrisas de plastilina.
El 19 de junio de 1943, el científico Albert Hofmann sintetizó por primera vez el LSD y volvió a su casa en un “viaje” en bicicleta. Esa fecha se fijó mundialmente como el “Día de la Bicicleta”, hasta que en 2018 la ONU estableció oficialmente el 3 de junio como Día Mundial de la Bicicleta.
Sin embargo, a la hora de trasladar la teoría a la práctica, las políticas de movilidad siguen presas de las alucinaciones y paranoias de una administración lisérgica que enarbola eslóganes del Principito, mientras entrega el dinero, el espacio y nuestra salud a los verdaderos gestores del tinglado: monstruos gigantes de petróleo disfrazados de molinos de viento.
Como dejar de fumar, el bienestar de todos no precisa de un día para reivindicarlo, ni fotos con sonrisas postal. Porque luego llegan las rutas y las celebraciones y nos encontramos que ni los adolescentes tienen soltura en el uso de la bicicleta, aún menos sus mayores (ojo, casi un 10% de la población no sabe montar bici).
En definitiva, las bicicletas no necesitan de la frivolidad de un día, ni una fiesta ni son sólo para pasearse. Necesitan espacio, infraestructuras, dinero y, sobre todo, verdad, voluntad y convencimiento. Y, si no, de nuevo, que hable Don Fernando.
No. La salud no es para el verano. El bienestar es para todas y todos, todos los días: en primavera, verano, otoño, invierno… y primavera.
Feliz día Mundial de la Bicicleta… Todo el año.
Sobre este blog
Manon y Julio han recorrido medio mundo en bicicleta y están empeñados en montar al otro medio sobre dos ruedas para propagar los beneficios de la movilidad activa. Discípulos de Malabrocca, llevan lustros investigando sobre intermodalidad, urbanismo, mecánica o educación. Siempre en y sobre sus velocípedos. Como profes que son, les encanta aprender. Están convencidos que esto de la movilidad activa es la solución a la insoportable levedad del ser en la era del petróleo. Para ello han puesto a pedalear todo lo que han aprendido en su formación en sociología, economía, pedagogía, turismo o gestión cultural. Y han metido todo en una coctelera para fundar Revelociona SCA. Los de Cordópolis les han dejado esta esquinita para compartir los paisajes, análisis y resultados que ven desde su manillar.
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