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Tocando al viento

Redacción Cordópolis

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Dentro del cine social inglés de los últimos treinta años, con su peculiar tono tragicómico, se encuentra la historia de un pueblo minero de Yorkshire afectado por el cierre de las minas en época de Thatcher. El pueblo vive enteramente de esa actividad y su eliminación provoca paro y falta de futuro. En esa situación, también está en peligro la banda del pueblo formada por mineros, en su centenario,  y que es su orgullo y su emblema. Mike Herman retrata esta dura realidad que no deja de recordarme la que está pasando nuestra Orquesta de Córdoba en su vigésimo aniversario.

Aún recuerdo la difícil gestación de nuestra Orquesta, y el buen trabajo desarrollado por Juan Carlos Hens, por entonces concejal de cultura, que vino a sustituir a la Banda municipal dirigida por Luis Bedmar. El fichaje como director de Leo Brower consiguió rápidamente que la Orquesta alcanzara un justo reconocimiento refrendado por la calidad de sus músicos. En estas dos décadas de funcionamiento, la Orquesta ha ido creciendo y se ha ganado el aprecio de la ciudad. Pero estamos pasando una época en que la crisis económica que sufrimos, como parte de la crisis general del país, también afecta a la necesaria financiación de su actividad. El consorcio formado por la Junta y el Ayuntamiento, a duras penas cubre los gastos mínimos, y, la falta de otros ingresos por patrocinios o actuaciones, ha limitado su capacidad. En esta situación, la preocupación por su futuro se acrecienta por mucho que se hagan manifestaciones retóricas de apoyo.

Cuando se entra en época de dificultades económicas, suele tenderse a rebajar la aportación de aquello que se considera prescindible, y la cultura suele entrar dentro de esa concepción. Aunque desde el gobierno pepero se quiere vender que se mantiene la apuesta por la cultura como motor de la ciudad, lo cierto es que, tras haberse perdido la ocasión de ser capital cultural en 2016, se ha evaporado ese objetivo. Tras un año donde han intentado que se mantenga la base de la programación cultural, se presenta un año donde se anuncia una nueva rebaja del presupuesto del Gran Teatro, a pesar de que tiene que mantener tres equipamientos escénicos. También hay claros indicios de que la Fundación Ciudad Cultural no volverá a funcionar con operatividad, y de aquella iniciativa del alcalde de unirnos al resto de ciudades perdedoras de la carrera por la capitalidad, nunca más se supo. Reconozco que se ha hecho un esfuerzo por mantener este año el Festival de la Guitarra, Cosmopoética o Cultura en red, pero el próximo año ya se habla de reorganizarlas, lo que solo esconde que se verán afectadas por los ajustes económicos.

En este marco de recortes, la Orquesta tiene dificultades para sobrevivir, y habrá que esperar a que se elija un nuevo gerente que, junto a su nuevo director, puedan dar un nuevo impulso a su funcionamiento. Tendrán que jugar el papel que en la película de Herman hace Pete Postlewaite que, junto a la animosidad de jóvenes músicos encabezados por los protagonizados por Ewan Mc Gregor o Tara Fitzgerald, son capaces de superar las dificultades y ganar el reconocimiento nacional ganando el primer premio de bandas británicas, superando todas las dificultades. En cualquier caso, quien consigue realmente el éxito es el pueblo minero que, a pesar de su penuria económica, sabe volcarse en su formación musical,. De la misma forma, el vecindario cordobés, más allá de los melómanos, debe liderar, obviando la crisis, el apoyo a la Orquesta y exigir que mantenga su dignidad y calidad.

Un ejemplo de lo contrario es la decisión tomada por PePe Nieto sobre la no edificación del centro Koolhas, que ha vuelto a dejar a la Orquesta sin proyecto de futuro, que debe pasar ineludiblemente por contar con un auditorio y sede adecuados. De hecho, se ha valorado negativamente que la inclusión de la Orquesta en el edificio encarece el mismo. La verdad es que era una solución de coste razonable y viable en dos años. Durante estas dos décadas, se han propuesto múltiples ideas, desde la Casa de la Música, al uso del Teatro Góngora, pasando por el citado Palacio del Sur. Las promesas peperas de edificar un auditorio de nueva planta duerme el sueño de los justos, y el compromiso adoptado al principio del mandato ha dado paso al silencio. Recuperar la idea de ocupar el Góngora no sería sino una chapuza, y para eso mejor que se siga en el Gran Teatro. Ha llegado el momento de adoptar una decisión en la que, lógicamente, debe participar tanto la Junta como el Ayuntamiento. Continuar apostando por la cultura sigue siendo el mejor proyecto estratégico de  la ciudad, pero se debe pasar de las palabras a los hechos.

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