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Michael Collins

Redacción Cordópolis

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La aprobación del decreto ley 6/2013 de “medidas para asegurar el cumplimiento de la función social de la vivienda” se ha convertido en la primera muestra de que, desde el gobierno conseguido democráticamente, hay posibilidad de empezar a transformar la realidad. Anticipo que no sé si las medidas propuestas en el decreto serán verdaderamente eficaces, y si servirán para ayudar a superar el problema de los dramas sociales que provocan los desahucios. La izquierda no tiene, por el hecho de serlo, el aval de ser infalible, ni aunque se apele a palabras y recetas casi sagradas en el manual del buen revolucionario como “expropiación”. Pero es evidente que cuando la izquierda que se califica de transformadora asume el poder, aunque sea parcialmente, como sucede ahora en Andalucía, tiene la obligación de no olvidar su ideología y poner en juego sus ideas y planteamientos partiendo de la realidad con que se encuentra.

Me ha sorprendido agradablemente el trabajo callado político y técnico que se ha realizado para preparar el decreto. De haberse producido alguna filtración, la banca, inmobiliarias y demás habrían usado cualquier artimaña para pararlo o aguarlo. Es más, imagino que no habrá sido fácil que la mayoría socialista del gobierno andaluz haya aceptado de forma cómoda alguna de las medidas incluidas en él. La labor desarrollada por la consejera Jezabel Cortés me ha recordado la película Michael Collins de Neil Jordan, que retrata la vida de este líder irlandés de principio de siglo XX y su papel dentro del gobierno en el exilio presidido por Eamon de Valera (Alan Rickman). Collins, interpretado por Liam Neeson, es retratado como un personaje a veces entendido como un radical, otras como un pactista, pero siempre como alguien incómodo y peligroso para el resto del gobierno irlandés.

Justamente, en estos últimos días, Jezabel Cortés se había mostrado favorable a participar en los escraches provocando críticas al gobierno de la Junta de Andalucía por parte de los voraces medios de la derecha, pero también de la izquierda socialista que se quería desmarcar de esta declaración. La consejera comunista mostraba su cara activista frente al problema de los desahucios, para, sin solución de continuidad, aparecer presentando el decreto sobre el uso social de la vivienda, detrás del cual, y a pesar de las dudas legales que pudiera presentar, se sitúo el presidente de la Junta, el abuelo Griñán, como si del mismísimo Valera se tratara. Los socialistas conseguían así tapar unas semanas centradas en el escándalo de los ERES y tomaban la iniciativa en el resto del país de la mano del mismísimo Bacterio Rubalcaba.

Con esta estrategia, Jezabel Cortés ha salido del anonimato en que vivía para gran parte del vecindario cordobés y adquiere fuerza para liderar el proyecto de Izquierda Unida para la ciudad y provincia. Perteneciente a ese grupo de políticos que han crecido sin más profesión ni trabajo conocido que tener un cargo orgánico o institucional (“Ver De Goonies a Gremlins”), siempre ha representado una línea dura dentro de IUCA y del PCE, teniendo que sufrir múltiples críticas internas por asumir el pacto con el PSOE para la Junta de Andalucía. De hecho, ella misma siempre se mostró muy lejana a los gobiernos socialistas tanto a nivel autonómico como estatal, así como con todo aquel que se mostraba cercano a los postulados del PSOE. Por eso, no dejó de extrañar su entrega absoluta al pacto en Andalucía. Paradójicamente, ha sucedido en el consejo de gobierno a Cleopatra Aguilar, con la que tuvo duros enfrentamientos que forman parte ya de la pequeña historia de la izquierda local.

Izquierda Unida ha iniciado precisamente el proceso de elección de su candidato/a para las próximas elecciones municipales. Según el programa establecido, tienen la intención de que el nombramiento se produzca a finales de año. Aunque no han trascendido nombres, parece claro que Jezabel Cortés estará entre las opciones que se barajarán, y ahora con más razón. No haría mal, sin embargo, en recordar que Collins acabó por ser eliminado por los irlandeses partidarios del enfrentamiento y no del pacto y pasó de héroe a villano. Valera lo consideró siempre como un peligro para sus propios intereses y ambiciones, y no dudó en sacrificarlo, no sin desacreditarle como traidor a la causa. Que la consejera no se confíe, porque en cualquier carretera puede haber una emboscada preparada.

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