Manolo, guardia urbano
En los años cincuenta la mayoría de las películas españolas se empeñaban en representar “la buena gente”. Es el caso de Manolo guardia urbano, protagonizada por Manolo Morán y una cohorte de cómicos del cine español como Tony Leblanc, Antonio Riquelme o José Isbert. La película retrata a la policía local como un cuerpo simpático dedicado sobre todo al control del tráfico, con características similares a nuestro histórico guardia de las Tendillas, al que le dejaban en Navidad regalos a sus pies.
Pues el gobierno de PePe Nieto parece decidido a cambiar esa imagen de la policía y anuncia la creación de una sección de la policía dedicada a la seguridad ciudadana. Siempre es una obsesión del mundo conservador hacer de la policía local una rama paralela de la Policía Nacional dispuesta a ir contra el delincuente. Se olvida que la legislación vigente deja a la policía local con funciones de seguridad, solo complementarias, pero nunca fundamentales. Ya tuvimos en otros momentos un 092 que hubo que acabar diluyendo para apostar por una policía con rostro humano.
Fue en 1991, cuando Córdoba creó en el área de seguridad la policía de barrio. Era la apuesta por una policía cercana al ciudadano, preventiva y dedicada especialmente al cumplimiento de las ordenanzas municipales. Esa forma de entender la policía local se mantuvo, en esencia, incluso con el gobierno de Rafa Merino, aunque transformada como policía de distrito ante la falta de agentes. El cambio principal radicó en el uso de armas de fuego y en efectuar el servicio por parejas, lo cual no evitó que dos agentes murieran en el asalto al Banco de Santander. En aquel momento, el debate se centró en la capacitación de los agentes locales para cumplir con labores de seguridad del tipo que ahora se pretende recuperar.
La policía de barrio ha venido siendo una exigencia del vecindario, a pesar de que cuando llevaba a cabo su labor no caía demasiado bien al vecino ya que, normalmente, no solemos cumplir con pulcritud las normativas municipales. Pero, en cualquier caso, generaba un sentimiento de confianza y una relación positiva con la policía que no creemos que se pueda conseguir con una policía centrada en la seguridad ciudadana que, necesariamente, tiene una características más represoras.
Ya hemos podido ver como entiende PePe Nieto el control de la asistencia a los plenos o el uso constante de la policía para entorpecer protestas contra medidas del gobierno pepero. Siempre hay un ramalazo de autoritarismo que no intentan esconder. Son conscientes de que la mayor injusticia y exclusión que vivimos puede generar más actos de protesta o un previsible ascenso de actos delictivos. Por eso, preparan una policía que más que defender al vecindario les proteja a ellos. Redujeron los escoltas pero se preparan toda una unidad a su servicio.
Cuando hay un uso bastante descontrolado de la vía pública, o del suelo no urbanizable; o cuando los actos ciudadanos requieren de la presencia de la policía para su correcto desarrollo, no tiene sentido que quieran crear unos “Swatt” cordobeses. Desde luego, Manolo Morán con su carácter bonachón y su perfil orondo no tendría cabida en este estilo de policía.
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