La carrera del siglo
Por fin acaban las obras de la Ribera y lo hacen con el asfaltado del vial, lo que sin duda estará provocando el apetito de todos aquellos amantes de moverse por la ciudad en coche. Paralelamente, el gobierno pepero, a través de la Intendente Tamayo, ha anunciado la reforma de la movilidad dentro del Casco Histórico, con la eliminación de las pilonas automáticas, lo que ha conseguido reabrir el debate sobre la restricción o no del tráfico en el centro. Me da la sensación de que los automovilistas están preparando sus vehículos, convencidos de que han ganado la batalla, para iniciar un rally por toda la zona histórica de nuestra ciudad.
La situación me recuerda a “La carrera del siglo”, la comedia de Blake Edwards donde todos lucen sus vehículos más veloces, sus mejores galas, y se aprestan a luchar por ser los ganadores de una carrera donde los obstáculos sobran. No importa que El gran Leslie (Tony Curtis) o la señorita Dubois (Natalie Wood), pretendan hacerlo disfrutando y respetando el entorno y la ley; y que el profesor Fate (Jack Lemmon) y Max (Peter Falk) lo hagan pasando por encima de todo lo que se encuentren. Lo cierto es que el coche es el centro sobre lo que el resto gravita y lo que importa es lucirlo, que para eso se ha comprado.
Desde que se aprobó el Plan del Río, allá por 1992, la Ribera fue diseñada como espacio a peatonalizar o, al menos, a restringir al máximo el tráfico que sobre ella pesaba antes de las obras. La agresión que supuso diseñar la antigua nacional IV en el entorno del Casco, a escasos metros de la Mezquita, que condenó a la ciudad a vivir separada del río, debía ser sometida a reversión, y el tráfico desviado a través de la Ronda Sureste, con apoyo del Arco Viario Sur, al otro lado del río. De esa forma, se recuperaría la Ribera como paseo y nos encontraríamos de nuevo con el río, además de eliminar vibraciones, humos y otras “alegrías” similares a nuestro Patrimonio histórico.
Que la Ribera haya estado cortada al tráfico habitual, durante una década prácticamente, demuestra que la ciudad puede vivir sin ese viario abierto al tráfico. La apertura de nuevos negocios en su entorno asegura además la rentabilidad social y económica de la propuesta, que debe estar ajena al uso del vehículo. Es de esperar que los negocios lo entiendan así y se den cuenta de que a ellos hay que llegar andando. Lo único admisible es que se pueda permitir el paso a cocheras o residentes ya existentes, a carga y descarga limitada en horas y a vehículos públicos y urgencias, mediante un par de carriles lentos, uno en cada dirección. De esa forma, la Ribera debería ser ocupada por los peatones y las bicicletas.
Por otro lado, las modificaciones del plan de movilidad deben ir en una línea similar y, en todo caso, adaptarse al Plan de Accesibilidad vigente para el casco. La eliminación de las pilonas es mala señal porque dejan el paso libre, por mucho que se hable de la existencia de cámaras que pueden sancionar y a que se limite la velocidad a 30 por hora. ¿Quién lo va a controlar? La arbitrariedad que puede introducir es un gran peligro para las zonas recuperadas hasta ahora para el peatón y la bici. En cualquier caso, tendría que mantenerse el principio de que el Casco Histórico no puede ser un atajo para cruzar la ciudad, ni convertirse en un aparcamiento en superficie.
Como decía, soy consciente de que hay residentes y negocios ya instalados a los que hay que permitir el acceso, pero eso no es óbice para mantener que la vida en el Casco no puede basarse en el coche ni en llegar a la puerta de donde queremos ir. Tampoco comparto que la seguridad de la zona dependa del tráfico. La soledad que puede presentar en momentos el Casco se debe a su despoblamiento, al modelo de vivienda interior, y a haberse convertido en una zona de servicios y no de vida ciudadana. Si se quiere seguridad, que se apueste por generar actividad no turística y por potenciar la policía local a pie, en bici o en moto.
Una primera lectura de la reforma anunciada por el gobierno de PePe Nieto demuestra que se hace con el objetivo de compensar la peatonalización de la calle Cruz Conde e intentar contentar a los de la calle Alfaros. Por ello, incrementa el número de vehículos que podrán subir por el eje de san Pablo, con lo que en vez de extender la peatonalización hacia la calle María Auxiliadora, como estaba previsto, se recupera parte del tráfico que se había eliminado. También se amplia el número de vehículos que podrán salir por la calle Diario de Córdoba - San Fernando, que acabarán desembocando en la Ribera, provocando tensión en la peatonalización de esta y que alimentarán la idea de que se pueda cruzar el Casco de Norte a Sur, con solo buscar una excusa (tarjeta) para hacerlo.
La carrera del siglo está preparada, los intereses de los “autos locos” del Gran Leslie o del profesor Fate se preparan para ganar patrocinados por la hostelería y los aparcamientos privados que dominan en los intereses del gobierno pepero. Imagino que, como todo, lo hacen !por el empleo! Ojalá cuando recuperemos la estabilidad económica quede algo de una ciudad amable.
0