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Se busca gente para patio

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Ángel Ramírez

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Los patios son la infancia de Córdoba. Cada vez que tengo un resquicio los recuerdo, y particularmente el mío, que me vuelve cuando menos lo espero, y es fiesta. Los patios solo lo son si son compartidos, y los más compartidos son los de vecinos (realmente lo son sobre todo de vecinas, pero eso también lo tapamos). En una conversación sobre los patios Curro Crespo dijo que ponían macetas y arriates con flores para generar belleza y frescor, pero también para tapar con sus aromas el hedor de la mierda que se acumulaba en los pozos ciegos; Miguel Cejas recordó a los vecinos y vecinas con los cubos achicando el agua hedionda que rebosaba los pozos. Los patios tienen su leyenda negra, un relato paralelo de privaciones, humillaciones y hacinamientos, una peste insoportable que no se ve en las imágenes sepias casi centenarias de las mujeres con mantón y los pocos hombres con sombrero cordobés.

En los últimos años hemos seguido poniendo flores para tapar la mierda, hemos convertido los patios en un recurso turístico a la vez que echábamos a las familias sin recursos de sus casas, declaramos patrimonio de la humanidad una ciudad de la cual expulsamos a sus vecinos para alquilar apartamentos a los turistas, convertimos las viejas casas en bares o restaurantes y las llenamos de fotos de toreros que desconocemos, de caballos amaestrados para bracear al gusto del público. Al modo freudiano hemos convertido la mierda en dinero, aurum in stercore quaero (Virgilio), y no terminamos de sentirnos bien por ello, ese hedor nos persigue porque esa transferencia puede darnos dinero, pero impide que el mal olor se vaya.

A alguien se le ha ocurrido que podíamos intentar otra cosa, que podíamos reivindicar la faceta más luminosa y brillante de los patios, la de la vida y los saberes transmitidos, la de la pulsión estética innata al mediterráneo, la solidaridad y la sororidad, y a la vez llamar a la gente que lo necesita y que es capaz de compartir para que los impulse. Tiene mérito imaginarlo, pero mucho más convencer a este desastre de Ayuntamiento o alguna fracción de él para que lo haga suyo. Esa es la intención del proyecto  PAX (Patios de la Axerquía), por el que VIMCORSA trata de ofrecer casas-patio a través de fórmulas cooperativas o colaborativas a población que se adapte bien a las particulares circunstancias de esas viviendas, a la vez que se compromete a compartir el espacio. El pasado domingo el equipo que lleva el proyecto reunió a muchxs interesadxs para que opináramos y aportáramos ideas, y al menos quedó claro que energías hay. Otra cosa es acertar en una cuestión llena de dificultades y en un entorno empobrecido económica y socialmente. Suerte a Gaia Redaelli, Jacinta Ortiz y todas las personas que se han embarcado en esto, yo las seguiré porque no consigo quitarme los patios, y en particular el mío, de encima.

Nota: Grupos de interesados aportando ideas para el proyecto en el patio de calle Trueque 4

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