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Los nuestros no (siempre) son los mejores

Alfonso Alba

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Roque Dalton fue un joven poeta nacido en El Salvador. Ejerció de periodista, antropólogo y ensayista. Durante la década de los ochenta su obra se difundió y adquirió un enorme prestigio. Roque Dalton convierte su obra poética en un auténtico alegato contra la falsedad: “me niego a reconocer a los que fabrican discursos para coroneles y editoriales”. Su poesía, luminosa, rinde culto a la verdad. Es una poesía de ideas que abarca toda la complejidad del ser humano. Es heterogénea y antidogmática. Durante varias generaciones se han leído sus libros con devoción (y cierta ignorancia). Deberíamos adentrarnos en su Taberna y otros lugares, bajar con suavidad hacia Los pequeños infiernos, ser partícipes de El turno del ofendido o hacer de la vida un poema leyendo sus Poemas clandestinos. Busquen su obra y ¡léanla!

Roque Dalton fue un militante del denominado Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

Participó en la guerrilla contra la dictadura (cruel y larga) y fue encarcelado en 1960. Huyó y viajó a Cuba, México, Praga... En 1975 se fue distanciando de la actividad y organización guerrillera. Disentía (mala cosa). Un sábado, 10 de mayo de 1975, a la edad de 39 años, Roque Dalton García fue asesinado en las afueras de la ciudad de Quezaltepeque. Por los suyos. La camarilla dirigente de grupo guerrillero había dictado una sentencia de muerte contra el poeta. Contra su poeta. Es acusado de ser un infiltrado de Cuba, de ser agente de la CIA, de sedición y de insubordinación. En una curiosa conversación se añade a la acusación la de ser un pequeñoburgués aventurero. Fue tiroteado, la sentencia se cumplió. Entre la camarilla de dirigentes que lo sentenciaron a muerte se encontraba el dirigente guerrillero Joaquín Villalobos (actual colaborador de el diario El País y antiguo asesor de los presidentes de Colombia, Álvaro Uribe, y de México, Felipe Calderón. Tiempo antes, de ser asesinado, Roque Dalton escribía:

“Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre porque se detendrá la muerte y el reposo (...). Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas. Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta. No dejes que tus labios hallen mis once letras. Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio (...)”

Juan Gelman fue un escritor, periodista y ensayista argentino. Es conocido como el ganador del Premio Cervantes (2007), el Premio Nacional de Poesía de Argentina (1997), el Premio Rodolfo Walsh (2002) entre otros muchos. Ahora es conocido por sus premios. Mario Benedetti definía su poesía como “una poesía de sentimiento sin romanticismo, de emoción sin melancolía”. Gelman mantiene en su obra una sacrílega apuesta por la vida. Un continuo combate por cambiar el mundo y por cambiar la palabra. Escribía: “ Con los caballos de la palabra debo hacer un camino,una dulce pradera donde las bestias se devoren los ojos y pájaros helados concurren con su fuego, con la memoria de su fuego voy a hacer un camino”. Lean su Carta a mi madre o su poemario Dibaxu (en un hermoso judeoespañol). 0 Salarios del impío o su rabia contenida en País que fue será. Lean también, como si fuese un conjuro, Bajo la lluvia ajena. Sus jóvenes lecturas de Baudelaire, Pushkin y san Juan de la Cruz asaltan, repentinamente, parte de su poesía. Imprescindible leerlo.

El joven Gelman comenzó a militar en el grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias (1967). Más tarde se incorporó al movimiento armado Montoneros (1973). Mantiene una notable actividad política y militante. En 1975 el grupo de extrema derecha, conocido como Triple A, lo sentencia a muerte. Huye del país. El 26 de agosto de 1976 su hijo, Marcelo Ariel Gelman (20 años) y su nuera, Claudia García (19 años) son secuestrados y asesinados. Ella estaba embarazada de siete meses. Se trata de una de las muchas operaciones de la dictadura. Son oficialmente desaparecidos. Juan Gelman tardó veintitrés años en conocer (y recuperar) a su nieta desaparecida tras el asesinato de su madre, tambié desaparecida. Toda la obra de Juan Gelman es un viaje, una diáspora eterna huyendo y buscando. Escribió: “La poesía es la encargada de mostrar que verdad y memoria son la misma cosa”.

En 1979, el movimiento armado Montoneros, los suyos, decide planificar una contraofensiva. Juan Gelman (y otros compañeros) escriben una carta, el 22 de febrero de 1979, en la que renuncian a formar parte del grupo armado. Disienten de su política y abandonan la organización. Muestran su desacuerdo. El 10 de mayo la cúpula dirigente de Montoneros lo condena a muerte. La acusación se argumenta en que la decisión de abandonar constituye un sabotaje conciente y premeditado a los planes del movimiento. Es condenado por deserción, insubordinación, conspiración y defraudación. Nunca se llegó a ejecutar la sentencia. Gelman pudo continuar escribiendo (a pesar de los suyos):

“La palabra que calla lo que dice es alterado fuego(...). Desolación del imposible que hieren líneas cerradas hay dolor en la entrega duele más el pensamiento fiel (...)”

Juliano Mer-Khamis fue un reconocido actor, director de teatro y activista por los derechos humanos israelí. Protagonizó, bajo la dirección del Amos Gitai, las películas Kippur y Yom Yom (Día a día), entre otras. Su figura era reconocida y admirada. Un día, Juliano, decidió retirarse al campo de refugiados palestinos de Yenin. Ahí dirigió el conocido Teatro de la Libertad. Actores y activistas palestinos colaboraron para crear un espacio de libertad (y resistencia) en el corazón de este campo de refugiados. En una declaración pública se declaró cien por cien judío y cien por cien palestino. Fuera del teatro colaboraba en toda lucha y reivindicación que facilitara un horizonte de libertad para sus vecinos, los refugiados. Más de una vez su teatro corrió el riesgo de desaparecer por las incursiones periódicas del ejército israelí. Resistió. Ser hijo de padre palestino comunista y de madre judía activista le resguardaba de la tentación de abandonar. En el escenario del teatro se mezclaban hombres y mujeres. Representaban obras propias y adaptaciones de autores de todo el mundo. Obras de la microhistoria (que diría Ginzburg) y

de la historia por construir. Un día se represento

Rebelión en la Granja de Georges Orwell. Unos jóvenes interpretaron el papel de cerdos. Hubo algunos que jamás se lo perdonaron. Comenzó a sufrir amenazas para que abandonara el campo de refugiados y el teatro. Fue acusado, una y otra vez, de introducir ideas contrarias al Islam. Fue calificado de quintacolumnista. Desde sectores del islamismo radical se le calificaba de sionista y ¡anarquista!

El 2 de abril de 2011 Juliano fue asesinado en el propio campo de refugiados. Tiroteado. La Autoridad Nacional Palestina lamentó el asesinato y se comprometió en encontrar y castigar a los asesinos. Hasta ahora. Desde el gobierno de Israel se lamentó la muerte de popular actor y se comprometió a investigar y dar con los culpables. Hasta ahora. Una semana después fue asesinado el activista de derechos humanos, Vittorio Arrigoni. Este joven italiano formaba parte de una asociación de solidaridad con el pueblo palestino. Antes de morir asfixiado recibió la acusación de ser un hereje cristiano y de difundir los vicios occidentales entre la población palestina.

Juliano está ahora enterrado en el kibutz Ramot Menashe, junto a la tumba de su madre, Orna Mer, la fundadora del Teatro de la Libertad en Yenin.

Nota:

Los nuestros no (siempre) son los mejores.

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