SSMM ya no traen Carbón
Reconozco que es llegar la Navidad y mi corazón late fuertemente, me transporta a mi infancia, me hace recordar los momentos vividos entorno a la familia, los abuelos y tíos, los villancicos, los planes con los primos y hermanos, me invade la nostalgia y a la vez, me llena el corazón de bonitos recuerdos que no cambiaría por nada del mundo.
En mi casa, nunca dejamos que entrase Papá Noel, pues aunque sabíamos que existía, no lo reconocimos nunca como parte de nuestra tradición y además, desconocíamos su procedencia, sin embargo a SSMM los Reyes Magos de Oriente los esperábamos con los brazos abiertos y con tanta ilusión que nos desvivíamos por portarnos bien para agradarles y para que fueran generosos con nosotros, porque sabíamos que tenían ojos en todos los sitios y conocíamos la bonita historia que los traía cada año a nuestros hogares.
Crecimos con el “si no te portas bien, los Reyes Magos van a dejarte carbón” cosa que algunas veces realmente ocurría, pero que nunca venía solo, siempre era parte de esa “pequeña reprimenda” a modo de aviso, que no llegaba a mayores y los regalos se hacían presentes. Y no recuerdo yo trauma alguno por recibir carbón.
Recuerdo que mi prima nos contaba con ojos vidriosos que había visto el reflejo de la corona de Melchor entrando en su habitación y nosotras, el resto de las primas, la envidiábamos por haber tenido tanta suerte de poderlos pillar in fraganti sin ser descubierta. Y recuerdo como había que acostarse bien temprano para que SSMM no pasaran de largo si veían luz, a pesar de que aún cerrando los ojos con toda la fuerza que podías, no conseguías dormirte porque los latidos de tu corazón eran tan fuertes que lo impedían. Y la ilusión de preparar el roscón, las copas de champán (de lo que daban buena cuenta sus majestades, como manda la tradición), el agua de los camellos y los zapatos impolutos delante de la ventana abierta. Y levantarnos a las seis de la mañana y sigilosamente ir despertando al resto de los hermanos para correr al encuentro del ansiado botín...ufff como si lo viera de nuevo.
Y sí, recuerdo un cierto impacto y esa sensación de incredulidad cuando mi hermano mayor y yo nos enteramos de lo que se cocía detrás de sus majestades (y algunos años después, la pequeña) pero vamos, creo que los tres lo hemos superado. Es más, parecía que al enterarnos, se nos abría la puerta al ya selecto club de “los mayores”. Y manteníamos el secreto para mi hermana menor y el resto de los primos como privilegiados guardianes de la ilusión de los más pequeños y nos sentíamos importantes. Más adelante, cuando ya estábamos todos al tanto de todo, en mi casa siempre se guardó la magia y el misterio de esa noche. Recuerdo también que mis padres se desvivían por mantener viva la ilusión y la magia de esa noche y se lo curraban impresionantemente y yo, reconozco haberlo heredado.
Hoy todavía, vamos a ver la Cabalgata de Reyes como cada año, y nunca he faltado a esta cita, porque me encanta verle la cara de ilusión y nerviosismo a mis sobrinos, en su momento, a mis hijos y antaño, yo misma. Y en mi casa, SSMM aún se levantan a media noche para colocar los regalos en los correspondientes zapatos (que lucen bien limpios y relucientes en el salón) sin que nadie los vea ni los oiga. Y curiosamente, a mi casa ahora llegan cuatro Reyes Magos en lugar de tres, que por cierto, nunca se encuentran por los pasillos. Por la mañana sigue habiendo ese nerviosismo por saber qué habrá caído este año, porque siempre es sorpresa y abrimos los regalos todos juntos. Y mis hijos participan cada año activa e intensamente, aunque desde otra visión, como corresponde ya a su mayoría de edad.
¿Por qué os cuento todo esto? Porque últimamente he estado leyendo por ahí cosas como que no deberíamos mentir a los niños sobre estos temas, que deberíamos decirles que hay personajes que no existen ni existirán nunca, pues estamos faltándoles al respeto como personas si les mentimos. Que decirles que los Reyes les están mirando y que deben portarse bien es manipularlos o chantajearlos, que no es justo para ellos y podemos crearles traumas de mayores al sentirse engañados, e incluso afectar negativamente a nuestra relación con ellos por pérdida de confianza...... y muchas otras cosas similares....pero vamos a ver... ¿Qué está pasando? Hay cosas que no entiendo, llamadme torpe.
Los niños son niños y sus mentes se nutren de ilusión, de magia, de sueños y momentos intangibles como los que les proporciona la Navidad una vez al año. Si decimos la verdad a los niños, es posible que los estemos respetando más como personas, estoy de acuerdo, pero ¿qué necesidad hay de hacerlos adultos antes de tiempo? La vida se encargará de irles abriendo los ojos a la realidad y de evaporar la magia ¿Qué necesidad hay de romper con tradiciones milenarias que han llenado nuestro hogar y nuestros corazones de bonitas vivencias y recuerdos? ¿De verdad hace tanto daño mantener este pequeño y mágico engaño en nuestros hijos? Los niños son inocentes por naturaleza y el halo de magia que envuelve a la Noche de Reyes les compensa con creces el estar esperando todo un año su llegada. ¿Realmente se van a traumatizar porque los Reyes les digan que han de ser buenos y obedientes? ¿No les estamos diciendo eso los padres/madres cada día?
Todo mi respeto hacia los padres/madres que deciden romper con la tradición y educar a sus hijos en la más absoluta posesión de la verdad, pero yo particularmente he mentido a mis hijos todo lo que he podido sobre SSMM, hasta que ya se enteraron por su entorno más cercano sin remedio y muy a mi pesar (los hubiera mantenido en su inocencia toda la vida si de mí hubiese dependido) y han crecido felices, respetados y no se han sentido manipulados ni chantajeados y sí, también les ha caído de cuando en cuando algún carboncillo o algún pergamino de SSMM advirtiéndoles que debían estudiar más u obedecer más a mamá y papá. Tan solo pediría que esos padres/madres también inculquen el respeto y la tolerancia en sus hijos hacia esos otros niños que se mantienen sumergidos en su fantasía, por decisión de sus padres/madres.
Y no solo no me siento una mala madre, una chantajista o una manipuladora, sino que no tengo la sensación de haberles faltado al respeto en ningún momento. Además, mis hijos no me lo han reprochado nunca, y les he preguntado antes de escribir esta entrada si albergaban algún tipo de resentimiento hacia mi persona o algún sentimiento negativo sobre el engaño inflingido y me han dicho que no... ¡¡menos mal!!
Por favor, ¡¡que son niños y se nutren de ilusión!! Dejémoslos crecer como tales.
Sed buenos (o no) y no preocuparos, que SSMM los Reyes Magos ya no traen carbón.
Autor: Dra. Mª Isabel Martínez Muñoz
Médico Especializada en Educación Maternal y Recuperación Puerperal.
Especialista en Sofrología, Asesora de lactancia Materna y Educadora de Masaje Infantil
Directora del Centro de Educación Maternal C.E.M. Los Arcos
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