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María Isabel Martínez

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Me parece absolutamente increíble que aún haya profesionales de la Medicina que sigan sin apoyar la Lactancia Materna (LM). Es verdad que los profesionales médicos no recibimos formación alguna en lactancia durante nuestra etapa de formación (ni en la carrera, ni en la especialización), pero cuando te comprometes con tu profesión, asumes que no vas a poder dejar de estudiar nunca, pues se trata de la necesidad de estar actualizado en todos los aspectos relacionados con tu especialidad, ya que te va en ello tanto tu prestigio profesional, como la excelencia en tu trabajo.

Entonces, si toda la comunidad científica promulga que la LM es el mejor alimento para los bebés, ¿cómo puede haber aún pediatras que la desaconsejen? Y me refiero no solo a pediatras de la Vieja Escuela, que asumimos que esos ya no tienen mucha gana de reciclarse  -aunque deberían- sino también a los de la nueva, que eso es aún más grave si cabe.

Cuando una mujer está motivada para amamantar a su bebé por propia decisión y convicción propia, no se la puede hacer dudar en cada consulta, porque no solo esta mujer recibe mensajes contradictorios que la hacen sentirse insegura y disminuyen su confianza, sino que también estás dando al traste con el trabajo que ejercemos los demás, que sí nos preocupamos de reciclarnos y estar al día.

De modo que te llevas media vida explicando y formando (ojo que no coaccionando) a las parejas de futuros papás y mamás en LM para que no tengan dudas ni problemas en los comienzos y en la primera consulta te los cargas cuando le metemos un biberón completamente innecesario apoyado por teorías trasnochadas y faltas de rigor científico, pero claro, como es el pediatra el que lo ha dicho, la “Autoridad Competente” en la materia, pues hala…a meter bibi sin cuestionarlo tan siquiera…..a pesar de que ese niño te va haciendo 200 gr. semanales, los cuales parecen ser pocos para su pediatra.

Estoy muy cansada, de verdad, de ser testigo de semejantes actitudes, porque además ves a las mujeres completamente impotentes ante esta situación y nadando entre dos aguas, por una la que su instinto de madre le aconseja y por otra, la que la comunidad científica le dictamina.

Si no estamos capacitados para dar consejos de lactancia, una de dos, o nos reciclamos, o nos pegamos un punto en la boca y nos abstenemos de hacerlo asumiendo que no tenemos ni idea del tema, lo cual sería lo más honesto, por otra parte. Evidentemente, en materia de medicina no podemos saberlo todo, pero es tan sencillo como decir que desconoces algo cuando no conoces el tema y ser consciente de tus limitaciones.

Además, cuando la Organización Mundial de la Salud, (OMS) y todas las Asociaciones de Pediatría (nacionales e internacionales) aconsejan la Lactancia Materna como el mejor alimento para el bebé en sus dos primeros años de vida y de forma exclusiva en los primeros seis meses, ¿qué sentido tiene ir contracorriente de algo que es evidencia científica pura y dura? Eso lo llamo yo, terquedad.

Volvemos a lo de siempre, el RESPETO. Si una mujer no quiere amamantar, de acuerdo, es su derecho y yo particularmente, cuando tiene claro que no quiere amamantar, no hago cruzada para tratar de convencerla, no se me ocurre, simplemente respeto a la persona y respeto la decisión. Pero si tú recibes en tu consulta a una mujer plenamente motivada y con ganas de amamantar, respétala también. Asume que esa mujer tiene derecho a dar el pecho a su hijo y que probablemente se ha informado bien antes de tomar esa decisión, por lo tanto, esa mujer lo que va buscando de ti es que la apoyes y la ayudes a mantener su postura, no que la derribes a la primera de cambio.

Muchos pediatras viven obsesionados por los “pesos” de sus pacientes, y esto es lo que les hace meter “ayudas”, que muchas veces son completamente innecesarias. Debemos ser más flexibles en este tema, porque además transmitimos esta obsesión a los propios padres. Hay que explicarles que un bebé va ganando peso de manera irregular a lo largo de su crecimiento y que en los primeros meses ganan más, pero más adelante bajan el ritmo y no aprovechar esta circunstancia para meter el biberón o la alimentación complementaria de forma injustificada. En los primeros cuatro meses ganan una media de 100 a 200 gr/semanales (más o menos unos 20 gr. diarios)  pero si una semana no llegan al mínimo, esperamos a las siguientes a ver si nos compensa, porque además, cada niño es un mundo y toda la vida ha habido niños grandes y niños menudos.  De los cuatro a los seis meses, hacen una media de 80 a 150 gr./semanales, para pasar a los 40-80 gr. /semanales de los seis a los doce meses. Fijaos pues, en progresión decreciente, entre otras cosas porque si no fuera así, seríamos monstruos con dos añitos.

Si yo os enseñase la curva de crecimiento de mi hija mayor, poco menos que me diríais que era una madre insensata, pero yo veía que crecía regularmente (vale, muy por debajo de la media, cierto, pero crecía) que estaba sana como una pera, activa, dinámica y feliz, ¿Qué más pruebas necesitaba para saber que mi hija estaba bien a pesar de los percentiles?

Padres y madres, escuchémonos más a nosotros mismos que somos los que de verdad conocemos a nuestros hijos ya que pasamos todo el día con ellos. ¿Cuánto ve tu pediatra a tu hijo y cada cuánto tiempo? ¿Diez minutos cada mes o dos meses? Pero sin embargo le damos más crédito a su criterio que al nuestro propio. Y ojo, que no pretendo desacreditar para nada la autoridad del pediatra, sólo pretendo que los padres/madres tomen cartas en el asunto y tengan empoderamiento para tomar dediciones a cerca de su pediatra, y si éste no te acompaña en tu decisión, es tan sencillo como cambiar de pediatra y buscar otro que te ayude y te apoye, que los hay y son muchos, pero tienes que buscarlos. Tal vez esta sea la forma de obligarlos a reciclarse.

Porque...¿Adivina quién sale perdiendo?...TU HIJO Y TÚ.

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