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Amor Incondicional, Amor del “Güeno”

María Isabel Martínez

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Si cuando no tenía aún hijos en mi vida, alguien me hubiese dicho que ser madre conllevaba hacerme especialista en partos de animales vertebrados acuáticos, adoptar una máquina como hijo predilecto o  hacer un masaje cardíaco a un reptil, os garantizo que lo hubiese llamado majadero o le hubiera soltado una fresca de esas de ¡¡anda y acuéstate un ratito, amigo!!

Menos mal que nadie me puso en ese compromiso porque entonces me hubiera  tenido que tragar mis palabras una tras otra, ya que lo que una madre es capaz de hacer por sus hijos no tiene límite, ni pies..... ni cabeza....

¿Recordáis la época en la que aparecieron las primeras mascotas virtuales interactivas, los Tamagotchis?  (el equivalente al POU de hoy en día más o menos pero claro, tecnológicamente inferiores). Yo sí, ¡¡vaya que sí!! Esos Tamagotchis eran tan tan “reales”, que se morían si no los cuidabas bien, se cagaban encima y además enfermaban si esto ocurría y pasabas de ellos (vamos, que entraban en sepsis generalizada y morían), le tenías que dar de comer, acostarlos a dormir, se desmayaban si tenían hambre…vamos …real como la vida misma…..Si por aquello del despiste, se te morían las criaturitas, tenías que lidiar con el disgusto de haber sido cómplice de ello y con el perrengue  de tus hijos que encima te ponían de mala madre para arriba.

Bueno, pues ahí estaba yo, con mis Tamagotchis adoptados a jornada parcial (en plural, porque cada niño tenía uno) y la responsabilidad de cuidar de ellos durante las horas de colegio de éstos (coincidentes con mis horas de trabajo remunerado), ya que te lo pedían con los ojos llenos de lágrimas y carilla de pena y no te podías negar. Eran sus amigos virtuales de hace dos días, pero parecía que se conocían de toda la vida. Y como os digo, aquí una servidora, se llevaba los susodichos a la clínica y me colocaba uno en cada bolsillo del pijama médico para escuchar los llantos de protesta –y diferenciar su procedencia, como una buena madre- o si tenían alguna necesidad ¡¡¡que las tenían que no podéis haceros una idea!!! Para mi gusto, estos primeros prototipos salieron excesivamente exigentes, me tenían frita, ¡¡qué estrés madre mía!! Y así día tras día, porque cuando llegaban del cole corrían en desbandada a ver cómo estaba su Tamagotchi, a mí ni me saludaban, ahora al bicho….

No obstante, cuando ellos llegaban los tenía hechos un San Luis, entre vuelta y vuelta de las lentejas, me los iba dejando limpitos, comiditos, dormiditos y listos para jugar con sus amigos del alma……..todo por verles la carilla de felicidad inconmensurable….. ahora, la lavadora se me quedaba en pendientes por falta de tiempo, día tras día.……jajaja.

Menos mal que un día hablando con una amiga me dijo: ¡¡Hija, pero tú no sabes que se pueden resetear!! ¿Cómorrrr? ¿Y no se dan cuenta los niños de que son otros? me refiero, que si me van a pillar, vaya. Que no tonta, que no se dan cuenta….uffffff bendita liberación. A partir de este día revelador, se los tenía apañaitos para cuando llegaran no caer en denuncia por abandono, pero no sé cuántas veces los dejé morir a los pobres impunemente…..espero que mis hijos no les importe esta pequeña confesión, ya son maduros para entenderlo..jejeje.

Y lo de viajar a la playa con un perro, tres tortugas y no llevábamos los dos conejos, porque la bendita abuela se quedaba con ellos (que eran los más aparatosos de portear) que si no, hubieran ido para adelante también, como la happy family que éramos..

Llegar al apartamento alquilado y advertir a los niños: quedaos en el coche con los animalitos escondidos...¡¡¡¡ ni se os ocurra salir de él hasta que la señora nos haga entrega de las llaves!!!! no sea que se arrepienta cuando vea la fauna y flora que traemos de acompañantes y nos tengamos que volver por donde hemos venido.... Allí no se movía ni el Tato y los veías a través de los cristales intentando lidiar con el perro para que no lo vieran ni ladrase y observándoles de reojo, tenías que contener la risa.

Recuerdo un día que nos dejamos una de las tortugas en la terraza del apartamento en su bañerita con su agüita y sus gambitas al fresquito y bajo la sombrita, hecha una marajá, todo sea dicho…..pero la cosa se nos alargó más de la cuenta y cuando llegamos al apartamento nos encontramos a la pobre Cuca -que era su nombre- al sol, sin agua, fritita y panza arriba…….joooolín. Esa niña hecha un mar de lágrimas y yo pensando ¿qué hago, qué hago?.......

¿Habéis hecho alguna vez una R.C.P.  a una tortuga? Pues yo sí.  Y aquí me tienes intentando reanimarla bajo el grifo del agua fría para bajar su temperatura -con los ojos de tus hijos ensangrentados de tanto llorar clavados en tu buena praxis- a ver si tenía suerte y no hacía mucho tiempo que había fallecido la pobre Cuca. Uno, dos, tres, cuatro….treinta, boca a boca…jajaja….. ¡¡no, ahí ya no llegué!!. Después tuve que darles una charla en la que les expliqué que mamá era médico de personas y no de animalitos, para que no me tuvieran por una mala profesional de por vida. ¡¡¡Si hubiera tenido a mano un desfribrilador !!! …..igual nuestra Cuca seguiría formando parte de la familia. Al año siguiente lo incorporé al botiquín de urgencias porque ya veis, nunca se sabe cuándo tendrás que hacerle una R.C.P. a una tortuga o a un pez…..

Hablando de peces....(mi casa siempre ha sido un zoológico como estáis comprobando) .¿y tirarte las noches de guardia y en vela ante la salida de cuentas e inminente amenaza de parto de la  guppy de tu pecera? Sí, en vela, porque te explicaban en el acuario el “protocolo de actuación ante partos de guppys” y claramente te advertían que no podías dejar a la guppy todo el día y la noche en la paridera ya que se estresaban y no parían, había que sacarla por la noche y volverla a meter por la mañana para que pariese dentro de la paridera (que venía a ser como un hospital privado) y así los alevines tuviesen un mínimo de garantías de sobrevivir allí recogiditos.

Y tú, con tal de que tus hijos experimentasen el milagro de la vida desde el sofá de tu salón, te pasabas los días metiendo guppys en la paridera y noches sacándolas y rezando para que no se pusieran de parto por la noche…¿de eso qué me decís?  Y si al final conseguías que pariese dentro de la paridera, y tener a los niños embobaos mirando tras el cristal a los alevines felices y contentos de estar en este mundo, la naturaleza cruel en su estado más puro hacía que los malditos escalares succionasen los alevines a través de las rendijas de la paridera y al final éstos eran engullidos igualmente que si hubiera dejado a la guppy tranquila parir donde le hubiese dado la gana a la pobrecilla, ya fuera público o privado. Y tus niños a voz en grito ¡¡¡mamá, mamaaaaaa que se los están comiendoooo!!! ¡¡¡Haz algo, porfi, porfi, porfi!!!...... ¿Haz algo?......pero… ¿Qué se hace en estos casos? …..no procede sacar el desfibrilador….

Yo solo me limitaba a decirles que eran las leyes de la naturaleza, que el pez grande siempre se come al más pequeño….eso y gastarme un dineral en los acuarios para compensar tan grave pérdida sentimental.

La próxima vez que tenga una pecera, les programo el parto y se lo induzco con oxitocina y se acabaron las tonterías. Y sí, hemos conseguido sacar adelante algún que otro miniguppy.

En fin, que nunca os sorprendáis de lo que vais a hacer por vuestros hijos, porque os aseguro que vais a hacer de todo, de todo, de todo….mucho me temo., porque el amor de una madre hacia sus hijos es incondicional y “der güeno”, si no, no se explica que hagamos estas cosas.

Y vosotras, ¿qué cosas habéis hecho por vuestros hijos?

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