Aceptarnos tal y como somos.
La verdad es que me da un poco de rabia que en general, las mujeres seamos tan injustamente críticas con nosotras mismas. Es curioso pero nunca estamos del todo conformes con nuestra imagen corporal y desde luego ya nunca más a partir de ser madres. El otro día, tras explorar las abdominales a una reciente mamá, tuvimos una conversación muy sincera y sentida que me inspiró esta entrada. Esta mamá me confesaba que ella no iba a piscinas públicas desde hacía algún tiempo puesto que tras sus embarazos y partos sus piernas habían quedado con celulitis y su barriga presentaba una gran cantidad de estrías y flacidez en la piel abdominal, fruto de la sobredistensión sufrida por un segundo embarazo gemelar reciente. Me confesó que esto la tenía absolutamente acomplejada y que lo pasaba muy mal, sobretodo en verano. Que no se reconocía así y que esto la condicionaba demasiado en su día a día, incluso, me confesaba, en su relación de pareja, a pesar de tener un compañero maravilloso que la aceptaba tal y como estaba y le quitaba importancia.
- Entonces le dije: ¿Y te avergüenzas de eso?
- A lo que me contestó: ¡¡Pues claro!!
-¿Cómo que “pues claro”? Insistí yo. ¿Te avergüenzas de lo que originó esas marcas en tu piel?
- No, por supuesto que no.
Esas estrías en tu barriguita son la señal de que tu tripa iba formando un nido de amor para tus hijos, y esas varices y celulitis que marcan tus muslos son las señales que dejaron tus venas cuando crecieron para poder alimentar a tus hijos. Esas marcas que tanto odias son la señal de que tu cuerpo ha engendrado vida, tres en concreto, tres seres maravillosos que han nacido de ti y que han dejado huella en su madre y en su cuerpo. Al igual que un hijo nunca se va del corazón de una madre, también el cuerpo se resiste a que las huellas de su paso por él dejen de ser visibles. Esas marcas te están diciendo: yo engendré a mis hijos dentro de este cuerpo, les alimenté, les vi crecer y les vi nacer y eso forma parte de la esencia del cuerpo y de la maternidad. ¿Podría haber marcas más maravillosas que esas para una madre? Sin duda no.
El paso del tiempo se refleja en todos y cada uno de nosotros, sin ningún tipo de vehemencia. Unos antes y otros después. Unos mejor y otros peor, pero todos sucumbimos a él inevitablemente. Podemos aceptarlo o revelarnos contra ello. Yo apuesto por lo primero. De acuerdo, a todas nos gustaría tener el cuerpo que teníamos hace 20 años, pero mucho me temo que ya no es posible y no niego que yo misma también lo anhele de cuando en cuando, pero vivir pensando en lo que tuve y no volverá, no me hará ser más feliz, tal vez todo lo contrario porque tendré puestas mis miras en un imposible y eso hará que no disfrute lo que soy y lo que tengo.
Mírate y acéptate tal y como eres, cuídate y sácate por fin esos complejos de encima. Arréglate cada día, saca partido a tus virtudes, que las tienes y son muchas. Las personas felices tienen mejor aspecto en su piel y en su cutis, eso está demostrado. Practica la felicidad aceptando que tu cuerpo ha cambiado. Aceptando que tu tripita, muslos y pechos ya no tienen el aspecto de antes, ni la firmeza de hace 20 años, pero a cambio, has traído al mundo a tres maravillosos bebés que te compensan con creces esos pequeños efectos colaterales. Siéntete orgullosa de esas marcas y no te dé miedo lucirlas para que se entere el mundo de cuál es su origen.
- Sí pero esto es tremendamente difícil, ojalá fuera más fácil volver a quererte como antes..... fue su contestación.
En parte, bastante culpa de nuestra insatisfacción general la tiene el hecho de que la sociedad sólo exalta la perfección y la belleza. Nos machaca diariamente con cánones de belleza que no están al alcance de todas. Si abrimos una revista del corazón, te llama la atención los dos tipos de tratamientos que reciben las famosas en función de cómo esté pactado el reportaje.
Por un lado, aparecen las mujeres que tras dar a luz, consiguen mantener un cuerpo escultural, más fruto de su genética que de otra cosa o bien fruto de los efectos del photoshop que son verdaderamente milagrosos….. y los titulares que leemos aquí son: “Mariquilla López luciendo figura de infarto tras su reciente maternidad”, lo cual es de alabar ciertamente, pero hay que ver cuánto de verdad hay en ello y en qué proporción. Igual Mariquilla López tiene un presupuesto extra para retoques, personal trainer o se machacará tres horas diarias en el gimnasio, porque su imagen es la que le da de comer...o tal vez no y es genética generosa pura y dura.
No obstante, es curioso que si no es Mariquilla López la que sale en un posado pactado, sino Pepita García expuesta en la playa en uno de esos robados en los que te pillan al natural, sin retoques y sin consentimiento previo, te encuentras a la pobre Pepita con un círculo a modo de lupa resaltando la celulitis de sus piernas y el titular es: “Las famosas también tienen celulitis”…¡¡¡manda perejiles!!! ¡¡¡¡Pues claro que tienen celulitis!!! ¿Y qué? ¿Eso las hace ser menos atractivas, menos artistas o peores personas? ¡¡¡Basta ya por favor!!! Dejemos en paz el estereotipo de mujer perfecta, que sólo existe en las revistas y en la mente de algunos. Las inmensa mayoría de mujeres reales tenemos curvas, estrías, varices, sobrepeso…. y vivimos acomplejadas toda una vida por no llegar a los “mínimos establecidos”.
Tampoco me parece apropiado que entres en una tienda y te encuentres tallas desde la 32 a la 40 como máximo y tras comprobar que nada de lo que hay allí te queda bien, sales de la tienda con depresión y complejo de gorda, cuando está demostrado que la talla media de la española es la 42. Todas estas cosas, van minando nuestra autoestima y acomplejándonos sin compasión y eso se paga durante toda una vida.
Saquémonos los complejos de encima y enseñemos nuestro cuerpo al natural sin complejos y con sus imperfecciones. Estoy convencida de que la vida te va quitando aquellas cosas que son superfluas y te enriquece con las verdaderamente importantes. La belleza es efímera y superflua, y por eso desaparece........el interior es lo importante y eso no deja de enriquecerse con el paso del tiempo. Céntrate en las cosas verdaderamente importantes.
Y a la sociedad le pedimos que vaya cambiando el chip, que éste lo tenemos ya muy visto….
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