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El Abrazo de Papá

María Isabel Martínez

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Supongo que no deber ser fácil entender las sensaciones que te invaden cuando coges al bebé por primera vez en tus brazos y no sientes lo que creías que deberías de sentir. Esa es la sensación que experimentan muchos padres cuando toman en brazos a su bebé, nada más nacer y te confiesan que lo sienten como un extraño. Este sentimiento se agrava porque ves a tu pareja con su bebé y ahí si existe una unión perfecta, lo cual te confunde enormemente. ¿Qué está pasando?

No te preocupes, lo que sientes es completamente normal. Has de tener en cuenta que cuando el bebé nace, para  su madre no es ningún extraño –a diferencia de lo que tú sientes- debido a que ella lo ha llevado en su vientre durante nueve meses, tiempo suficiente para crear  vínculos afectivos con él a través de las sensaciones. Cuando lo sientes moverse por primera vez, al sentir las pataditas en tu tripa, el notar cómo se mueve en determinadas ocasiones, como cuando tomas alimentos dulces o cuando notas su hipo por primera vez….todas estas sensaciones hacen que cuando el bebé nace, la madre ya lo conozca desde hace mucho tiempo y que lo ame profundamente desde mucho tiempo atrás.

Por eso cuando nace, tú como observador no eres ajeno a esta unión perfecta y te encuentras extraño por no poder sentir lo mismo,  no sientes que quieras a ese bebé de la misma forma en que lo hace tu pareja ( no digo que no lo quieras, sino que lo quieres de otra forma). Incluso experimentas sensaciones de exclusión de ese tándem perfecto que son madre e hijo, o tal vez, sentimientos de celos por percibir que ese bebé te roba el tiempo que antes era en exclusividad para tu pareja y para ti.

Hablemos de vínculos afectivos.

Los vínculos son las relaciones que establecemos con nuestros seres queridos y van más allá de una simple relación de parentesco. Esas relaciones están basadas en el amor que sentimos recíprocamente y en la manera en la que lo damos y lo recibimos.

El primer vínculo que establece un bebé con sus progenitores es el más especial e importante pues será el que le marque toda su vida, su conducta, sus pensamientos, sus valores, etc. y determinará la forma en la que ese bebé/niño/adolescente/adulto se relacionará con el exterior.

Cuando un bebé nace, aún no tiene unos vínculos afectivos con sus padres, pues hemos dicho que éstos se desarrollan a través del amor recíproco, pero sin embargo, sí existe una relación de dependencia del bebé con respecto a su madre, ya que ésta es su fuente de alimento y por tanto de supervivencia. Por eso no es de extrañar que el bebé necesite pasar más tiempo con su madre. Observamos a veces, que si lo coge en brazos alguien distinto a su madre, llora y se incomoda o incluso percibimos que la única persona que lo consigue calmar es su madre. Esto hay que entenderlo desde el punto de vista del bebé. Su madre es lo que le da seguridad y alimento, por tanto, todo lo que esté fuera de ella le crea inseguridad y nerviosismo. Atendiendo a esto, comprenderemos que para el bebé también es necesario crear vínculos afectivos con su madre pues de momento lo que los une es una “relación más de conveniencia”. El padre debe de entender que esta relación entre ambos es necesaria,  debe de favorecerla y fortalecerla todo lo posible, pues es su manera de ayudar y la misión que le ha sido encomendada.

Probablemente, sea más fácil para el bebé desarrollar ese vínculo con su madre pues por regla general, la madre pasa más tiempo con este bebé que el padre o los hermanos. No obstante, esto es una cuestión de enfoque. Entendemos que la madre es necesaria para ese bebé por cuestiones de supervivencia, pero hay otras muchas situaciones en las que podemos encontrar “momentos de calidad ”que puedan crear y reforzar los vínculos con nuestro “bebé extraño”.

¿Cómo establecer vínculos con nuestro bebé?

Un bebé tiene otras necesidades fuera de las meramente alimenticias. Necesita seguridad, calor, amor, estar limpito, contención, etc. y precisamente estas son las situaciones en las que el papá puede intervenir.

  • Expresar tu afecto al bebé en todo momento hará que éste se sienta querido y aceptado, lo cual es vital para su desarrollo posterior. No dudes en decirle lo que lo quieres cada segundo en el que estéis juntos. Abrazar, besar y coger en brazos son formas excelentes de trasmitir el amor a nuestros hijos.
  • Implícate más en cuestiones de baño y cambio de pañales. Ese es un momento especial en el que ambos disfrutaréis de la compañía recíproca.
  • Sé tú quien intente dormirlo, mecerlo, cantarle y jugar con él después de “terminar con mamá”
  • Masajéalo cada día, o al menos aquellos que puedas. El masaje ayuda a conocernos mutuamente y facilita esa unión especial a través del contacto piel con piel, además de tener muchísimas otras grandes ventajas para el desarrollo del bebé.
  • Pasad todo el tiempo que podáis juntos paseando e incluso si eres un papá porteador, intenta llevarlo pegado a tu regazo todo el tiempo posible.
  • Disfrutar de los momentos de unión de la madre con el bebé y apartar los sentimientos negativos que te puedan provocar esta situación. Siéntete parte de esa unión, abrázales y bésalos mientras estén juntos, los tres, como la familia preciosa que formáis.

Y sobre todo, daros tiempo, todos. Sed pacientes, especialmente los padres. Los vínculos aparecerán poco a poco como el amor verdadero, cocinados a fuego lento.

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