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Trenes, un servicio público en entredicho

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Fidel Del Campo

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En pocas semanas hemos sabido cómo el futuro del tren Córdoba-Bobadilla pende de un hilo, cómo en Los Pedroches dan por casi perdida la parada de los AVE en Villanueva y cómo se olvida la vieja petición de crear un cercanías en el valle del Guadalquivir (las vías existen y se infrautilizan). Cascada de noticias que hunden el futuro del tren en Córdoba pero que no son más que gotas en un océano de pésimas noticias ferroviarias. Hace unos días, tras llegar a Huelva en tren pasando por la decimonónica vía que conecta la Costa de la Luz (más de 400.000 habitantes) con el resto del mundo, me enteré del lógico cabreo de mis paisanos por la noticia de que Renfe mantenía suspendida la venta de billetes del Alvia (sucesor del Talgo) Huelva-Madrid más allá de junio. La excusa era “un replanteamiento de horarios”. ¿Se imaginan si hicieran algo parecido con los AVE a la Costa del Sol en el arranque del verano?, ¿que ningún turista pudiese reservar billete hacia Málaga pasado junio porque Renfe se está pensando nuevos horarios?. Al margen de que tras casi un mes la venta se ha reabierto, el daño está hecho, el servicio sigue siendo pobrísimo y ha vuelto el miedo sobre el futuro de una línea que no está entre las favoritas para la operadora pública.

Ya he comentado  mi opinión sobre el AVE que ha ido acabando con los servicios regionales allí donde ha pasado, con miles de millones de euros por detrás. También he escrito sobre el contraste entre nuestra galáctica red de alta velocidad, con precios nórdicos, y unos trenes convencionales que duermen el sueño de los justostrenes convencionales que duermen el sueño de los justos. La realidad acelera lo que ya advertía... del abandono pasamos al “no podemos mantenerlo”. Resumo algunas de las últimas noticias, desgranadas del aviso de que Fomento detecta en España 48 líneas con números rojos: cierre de la línea de media distancia Avila-Madrid, de la línea Segovia-Madrid, cierre de servicios regionales en Extremadura, Castilla León, Castilla La Mancha, Aragón o Galicia. En Andalucía, además de las líneas cordobesas ya citadas, se pone en duda la línea Huelva-Zafra e incluso se habla de eliminar frecuencias en las conexiones Avant (carísimas por cierto) Sevilla-Málaga, pasando por Córdoba. Pero la penuria se extiende a proyectos de futuro (en este caso en manos de la Junta) como la conexión rápida entre Sevilla y la sufrida Almería, trayecto que supera las seis horas en pleno 2013. También hay miedos por la línea Sevilla-Sierra Norte/Extremadura.

Han llegado los recortes a la abandonada red convencional y va en serio. Aquí tenéis un documento oficial de Fomento para los que quieran más datos. Unos recortes que hunden conexiones seculares en muchos puntos, cuya salvación ayudaría y mucho a cohesionar y aliviar el tráfico entre comarcas y facilitaría un acceso barato, limpio y seguro entre el campo y los grandes núcleos urbanos, en tiempos en los que el uso de los coches y los combustibles fósiles tiende a encarecerse de forma definitiva. Aunque sin mucha prisa, la Unión Europea obliga a liberalizar y permitir la existencia de operadores de tren privados, eso sí, sobre una red en manos del Estado (Adif), pero ya no se trata (que también) de que esto no sea del todo verdad y de que entren en nuestro país empresas públicas para competir con Renfe, como pasará sin duda con la francesa SNFC (por cierto, nadie discute en Francia el carácter público de esta todopoderosa empresa, con la DB alemana pasa lo mismo). Reitero no voy a entrar en eso y en que muchos digan que Renfe debe ser despiezada y vendida... no, me refiero a que lo que se ve venir es cómo el capital privado y público francés y alemán se va a hacer con la explotación de la alta velocidad, mientras el Estado, por mor de la lucha contra el déficit va ir desmantelando las vías convencionales denominadas ruinosasdenominadas ruinosas, o sea, a la larga casi todas. El panorama puede ser desolador, vamos hacia cinco o seis rutas AVE compartidas por varias compañías (huele a oligopolio de precios como pasa con la electricidad o la gasolina) mientras que las conexiones convencionales desaparecen o se convierten en vías verdes para bicis y senderistas, salpicadas de estaciones abandonadas. Es obligatorio tomarse en serio el tren en España y aquí no solo entra el Estado, también las comunidades autónomas. ¿Queda algo de cordura por ahí?

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