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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

Sumisión química y “polvitos”

Imagen que acompaña al post.

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Han corrido ríos de tinta estos días sobre el caso de sumisión química del que fue víctima supuestamente una joven de Sevilla en un afanado local de ocio nocturno de esta ciudad. La peculiaridad del asunto estriba en que esa supuesta sumisión química no fue con pinchazo, sino con unos “polvitos” derramados en la bebida y que, al parecer, el sujeto fue visto in fraganti por una de las amigas que así lo sostiene con rotundidad.

Parece lógico pensar que si alguien echa “polvitos” en la bebida a una mujer para anular o disminuir su voluntad, tenga otra finalidad más allá de verla mareada. La realidad es que en los hechos que finalmente se denunciaron y se investigan no se dice que hubiera “pinchazo”, como método para la sumisión, ni agresión sexual u otra.

Empiezan ahora las voces -no sé si autorizadas - sobre si la chica fue atendida o no de primeras en el Hospital Reina Sofía y tal vez por eso habría que dejar claros ciertos aspectos. Existe un protocolo de actuación ante sospecha de sumisión química para la atención a las víctimas que se presenten ante los Servicios de Urgencias Hospitalarios, o de Atención primaria públicos, publicado por el Servicio Andaluz de Salud el 15 de agosto pasado. Sin embargo, ocurre que dicho protocolo recoge en su enunciado un requisito que no he visto citado: “Sumisión química…por objeto punzante”.

¿Si no hay pinchazo no entra en marcha el protocolo? Pues parece que no, porque la literalidad de lo que regula, cuando es claro, taxativo y meridiano no debe dar paso a la interpretación. Ya escribí hace tiempo sobre la sumisión química y los pinchazos y es que el pinchazo es en sí mismo un delito de lesiones. Tal vez por eso el protocolo se enunció de esta manera y tal vez por eso es claramente necesario que sea requisito para activar el protocolo el que haya cuanto menos sospecha de algún delito, ya sea el propio pinchazo, ya sea el delito de agresión posterior.

La actuación en Urgencias según el protocolo comienza cuando acude una víctima de delito con sospecha de haber mediado sumisión química. Y puede presentarse o con la Policía Nacional o Guardia Civil tras haber denunciado (facilitando el número de atestado), o sola y entonces hay que informarle de que ha de interponer la denuncia (que permite que las muestras sean analizadas en el Instituto Nacional de Toxicología), amén de llamar al 112 para avisar inmediatamente a las fuerzas de seguridad.

Teniendo en cuenta que las muestras se pueden tomar hasta 48 horas después del supuesto episodio de sumisión química (con o sin agresión) tanto de sangre, como de orina, e incluso cuatro semanas después, mediante un mechón de cabello, parece lógico “exigir” que medie una denuncia que active todo y desde luego que los hechos revistan siquiera indiciariamente el carácter de delito. Sin él, o al menos sin indicios de delito y su correspondiente denuncia no hay nada … O al menos la activación de un protocolo exhaustivo, costoso y complejo.

¿Se imaginan que se tuvieran que parar los servicios de Urgencias de nuestra ya colapsada sanidad pública, cada vez que alguien llegue sin haber sido víctima de agresión alguna, ni lesión, ni pinchazo, pero diciendo que le han echado polvos en la bebida? Nadie puede pensar que estoy justificando al mal nacido que haya echado esos polvos en la bebida de esa chica (que pudiera ser mi hija) y sabe dios con qué delictiva y asquerosa finalidad, afortunadamente frustrada. Pero digo que, si hay delito, lo primero es denunciar y no cargar contra una sanidad que ya hace más de lo que puede y a veces con demandas y exigencias que exceden hasta de los protocolos más exhaustivos.

Tal vez haya que ampliar y corregir el protocolo… pero también el número de médicos en urgencias.

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Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

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