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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

Pereza. Sororidad. Somos una

Imagen de la muestra.

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La pereza, ese gran lastre para el crecimiento de las personas; el gran inconveniente aniquilador de nuevos horizontes; lo que hunde definitivamente a los no inteligentes e impide el triunfo con letras brillantes a los que de verdad lo son. 

La pereza, esa soga que te ata a la cama y te impide levantarte cuando casi todos duermen para darle el último vistazo al informe en estrados, a las penúltimas cuartillas escritas, a los cálculos matemáticos arrastrados y te impide descubrir, tal vez, el error fatal que cometiste y que hasta entonces te pasó inadvertido. 

La pereza, ese abatimiento, esa desgana de última hora que pega tu trasero al sofá de escay y no te deja levantarte. Te perdiste por ella ese paseo planeado, la fiesta a la que te invitaron, o la reunión intrascendente que tenias, sin saber que tal vez pudiste encontrar en la esquina de la calle por la que nunca habías transitado, o en el bar al que jamás hubieras entrado, eso que tanto andabas buscando y puede que incluso al amor de tu vida. 

La pereza, esa vocecita que cuando llueve y hace frío y estás en el brasero sentada, te susurra “no vayas” “no lo hagas” “¿para qué?”.  Maldita pereza. El jueves no pudo conmigo y gracias a ello pude descubrir lo mucho que me hubiera perdido: la magia de la perseverancia en clave femenina. 

Sororidad, somos una. Es el título de la exposición que la pintora Carmen Lopez Rey inauguró el jueves en el Teatro Cómico. Un espacio que también estaba de estreno con una sala que me dejó sencillamente fascinada. El conjunto, no se lo pierdan. 

Miradas de mujeres silentes que han construido nuestra historia y nuestra simiente. Almas gemelas de ayer y de hoy que ahora se funden y se encuentran en el pincel de Carmen. Ella las reconstruye con esa fuerza que tiene “como un puzzle que las acopla a la perfección y las eleva”. Porque Carmen es lo contrario a la pereza. Es la mirada activa, el pincel fructífero que nos enseña que con tesón todas podemos ser lo que debiéramos ser. Maravillosa la puesta en escena teatralizada a cargo de la Escuela Superior de Arte Dramático y sus actrices, alumnas de cuarto curso, que son ya mucho más que simples aprendices. El talento de tanta mujer me ensanchó el alma porque firmemente creo que todas somos solo una. 

Sin embargo aún queda mucho camino por recorrer cuando escucho a quienes piden, por ejemplo, que no se conmemore un día, dentro de muy pocos, que lo que pone en escena es el lastre de la criminal violencia. 

Por lo demás, nada nuevo. Putin sigue asesinando y Vox y sus mujeres negando ese día que solo podría borrarse cuando los otros “hijos de Putin” dejen de asesinarnos a nosotras. Sororidad. Debiéramos ser solo una. 

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Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

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