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Summer is coming...

Carlos Puentes

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Ocurría hace semana y media. Millones de fanáticos espectadores, muy freaks todos ellos, donde me incluyo, asistíamos inesperadamente a uno de los mayores giros argumentales que jamás de los jamases haya parido la ficción épica. Los seguidores de la maravillosa serie “Juego de Tronos” que ya hayan visto el infame episodio sabrán a lo que me refiero, los que no, tendrán que ponerse a la tarea por tal de disfrutar de uno de esos momentos históricos que la ficción cinematográfica tiene el gusto de ofrecer. Una valiosa lección del escritor George R. R. Martin que se traduce en un, “a ver pringados, los cuentos de hadas no existen, la verdad verdadera es que sólo el mal en todas sus múltiples facetas, siendo el hijoputismo su máximo exponente, es la única triunfadora y la que hace valer su sabia cojonada en la vida real”. Una particular lectura que hago de la ya mítica escena y que me sirve de entradilla a lo que vengo a contarles. Empecemos.

Decía muy sucintamente el pasado miércoles, bueno, más que sucinta, escuetamente, que desde la irrupción polar del pasado fin de semana, que hacía bueno el refrán del 40 de mayo, empezaríamos a retomar, poco a poco, las temperaturas normales y ordinarias de la época del año en que vamos entrando. Recuerden, estamos a 12 de junio y las horas de día ganan por goleada a las horas de noche, hasta el cenit del próximo 21 de junio, solsticio de verano, día que en el interior de mi particular poético imaginario meteofricológico supone el final de la cuenta atrás y el inicio de un nuevo ciclo alrededor del Sol. Es decir, que llega, con toda su enjundia, lo que vulgarmente se conoce como verano, y que aquí, particular y localmente conocemos como infierno.

Si la saga de libros de Martin es bien conocida por sumergir al lector con un más que misterioso largo invierno en ciernes, en nuestra inmediata realidad estos primeros días de junio se viven con cierta tensión ante la perspectiva de un verano que comienza y que no se sabe bien cuándo acabará. Enfilamos por tanto la recta final ante nuestro particular paseo por el Hades. Contemplamos ya con inmutable rostro, los que tuvimos en desgracia de nacer por aquí, las puertas entreabiertas del Averno que contienen aún las humeantes flamas que nos han de llegar desde el sur.

No es el muro (de Adriano según un buen amigo mío) quien contiene tímidamente aún las huestes del norte, es el Estrecho, el de Gibraltar, el que nos sirve a nosotros de invisible bastión sobre el que pasarán las calurosas arenas del sur. Ya Azores va configurando su disposición propia para permitir y favorecer la llegada de la desolación estival, ya están las tierras del Norte, el Ártico, alcalzando su mínimo anual de almacenamiento polar, ya está el Sol con una altitud respecto a nosotros comparable a la que hay en el Ecuador, y ya hoy, el habitual ascenso latitudinal que sufre el Jet Stream todos los años, comienza a favorecer el ascenso de las masas de aire saharianas hasta nuestra vertical.

Vienen días, desde hoy, en que la presencia de isotermas a 850 hPa por encima de los 20º C harán intransitables las calles pasado mediodía e inconciliables las noches ara quienes tengan desgracia de madrugar. Afortunadamente hay un pero, un giro argumental que ya nadie se esperaba, un último golpe de efecto que el descongelamiento de la nevera polar nos tenía reservado para despedir la primavera estacional, un inesperado embolsamiento de aire frío que el próximo lunes se descolgará hasta la vertiente occidental de la Península Ibérica, y que al margen de abundantes lluvias por el norte peninsular, nos devolverá, de nuevo, el vivo recuerdo de una templada primavera, y la falsa ilusión de un verano que no acaba de llegar, pero que está ahí.

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