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Martes Santo

Carlos Puentes

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Bajo un sol de justicia

Esta es la triste crónica meteorológica, para mí, vulgar aficionado al caótico pasar de nubes sobre nuestras pelambres, de lo que las dos primeras jornadas cofrades han dado en cuestiones del tiempo. Lo más destacado hasta la fecha, el conato de lluvias que se diese ayer a primeras horas de la tarde en la mitad occidental andaluza. La baja que ya les anunciase venía algo más activa de lo que inicialmente se había previsto, y llegó a dejar alguna que otra miserable gota sobre el terruño cordobés. Pero nada más.

Lo que vino después ya por todos es sabido, el cielo abrió, y el discurrir de la jornada se desarrolló dentro de la más absoluta normalidad. La situación para el Martes Santo, no debería diferenciarse mucho de la tónica general que estamos teniendo estos días. En principio, la jornada debiera venir marcada por el mismo tipo de circulación atmosférica, con la dorsal sahariana algo debilitada aún, lo que podría favorecer la aparición de algunas nubes bajas en las primeras horas de la mañana, que en su evolución posterior, alimentadas por el sol de mediodía, podrían llegar a dejar algún núcleo de precipitación débil y disperso, del mismo tipo de los del Lunes Santo. Pero algo nada destacable, ni tan siquiera seguro de su ocurrencia.

En cualquier caso, la evolución siguiente en la segunda mitad de la tarde, iría despejando las pocas dudas que pudiesen verse a mediodía, ganando presencia y poderío la conexión de la dorsal africana con el centro anticiclónico situado en el Mar del Norte. Es decir, partiendo de cierta inestabilidad atmosférica en la primera mitad de la jornada, la del Martes Santo debería tender a una cuasi absoluta estabilización de la misma, que permita contemplar la majestuosa salida de la Luna llena de abril, el evento astronómico que da sentido a la semana de Pasión.

Una noche en que el mapa de visión general atmosférica, será el que cobre fuerza para ir enfilando ya los días grandes, los festivos, con una mole anticiclónica anclada en el norte Europeo, dos bajas relativamente profundas a oriente y occidente del sistema peninsular, y la dorsal, la dorsal africana sobre nuestras cabezas para asegurar días de sol y tranquilidad meteorológica con algún que otro repunte convectivo para dar algo de emoción según toque la lotería tormentosa, pero eso ya, para el Miércoles Santo.

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