Mercado y victoria
Todo el mundo lo tiene clarísimo. Desde el presidente al masajista. De los seguidores, para qué hablar. Su paciencia es infinita y su grado de tolerancia, conmovedor. No critican más en el campo por no hacer daño a una formación que, al fin y al cabo, da todo lo que tiene. Esto es lo que hay y estamos como estamos. El Córdoba es francamente mejorable y, a no ser que apuntale algunas zonas en breve, lo puede pasar muy mal. Peor todavía. Ahora está en zona de descenso en la Liga y únicamente ha ganado un partido en quince jornadas. Su afición sólo lo ha visto ganar en el 'Reino' de El Arcángel.
El Córdoba no es una banda desmadejada ni un grupo sin alma que deambula por los estadios. Nada de eso. Y con Djukic, mucho menos. El serbio ha logrado cohesionar a los jugadores, identificar a los que pueden aportar un nivel acorde a la categoría y hacer que el Córdoba compita. Recibe ya menos goles, pero es que no marca. “Sabemos que los goles cuestan dinero”, ha dicho Djukic esta semana. Y también se sabe ya, porque lo reiteró Carlos González y lo ratificó la LFP en un comunicado, que la entidad se ha gastado ya todo lo permitido en fichajes. Entonces, ¿qué?
Habrá nuevas caras. Eso es seguro. Después del partido del sábado en el Nou Camp se iniciarán las vacaciones y un buen puñado de jugadores no tendrán billete de vuelta. El Córdoba tendrá que ingeniárselas para reforzarse con un gasto cero -tendrá que abrir hueco salarial con cesiones- y encontrar remedios para relanzar su trayectoria. Todavía no se ha roto del todo la sensación de que es posible lograrlo. “Los hay peores”, dicen los hinchas adictos al realismo duro. Puede que ahora sí. Pero después de enero, las cosas pueden cambiar.
Mercado y victoria. Dos términos cuya combinación representa hoy por hoy la esperanza del cordobesismo. Aunque para algunos blanquiverdes asalariados de lujo no deja de ser un espacio comercial recurrrente donde lucir planta y contar (contarse) historias de quiero y no puedo (no me dejan).
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