El turismo es un gran invento
Me dice un buen amigo, profesional versado en temas de estructura económica, que a estas alturas quizás la única solución para que cambie “la cosa” sea que suba el salario de los alemanes, de los franceses o de los chinos. Y que vengan a gastárselo aquí, en salmorejo, medios de Montilla-Moriles y jamón. A estas alturas, insiste, ya no nos queda, quizás, más opción que sonreír profesionalmente mientras les atendemos cortésmente, y en su idioma, en la recepción de los hoteles en que se alojan. Mientras tanto hay que darle vueltas y más vueltas a mil y una ideas para intentar que duerman más noches en nuestra ciudad, que es muy importante que aumenten su estancia media, que así gastan más.
Después de un puente como este que hoy termina (domingo 4 de noviembre) estaremos tremendamente satisfechos porque nos han visitado tropecientos turistas, que han reconocido la importancia de nuestro incomparable patrimonio y disfrutado la belleza de nuestra ciudad. Esta semana, dice mi amigo, será noticia que los hoteles han estado llenos, que ya el miércoles pasado nos decían que no quedaban plazas en los de más categoría y en los de menos quedaban muy poquitas. Y nos convenceremos de la urgente e inmediata necesidad de ampliar plazas hoteleras, mejorando la promoción desde instancias públicas principalmente, para que vengan más turistas, que se queden más días y que traigan más euros para gastar.
Cuando me dice estas cosas yo le escucho con atención, pero no puedo evitar pensar que estoy oyendo a Benito Requejo (Paco Martínez Soria), alcalde de Valdemorillo del Moncayo, intentando convencer a su secretario municipal, Basilio (José Luis López Vázquez), y a otros paisanos, de cosas muy parecidas, en la divertida e instructiva (de verdad lo es) película de Pedro Lazaga El turismo es un gran invento.
Tampoco puedo evitar pensar que no tiene razón, que hay otras opciones, que se está sobrestimando ahora la importancia que se concede al turismo como actividad económica. Es cierto que está resistiendo muy bien las embestidas de la crisis, y que mantiene niveles de empleo y de ingresos, con una vitalidad que hoy por hoy no es habitual. Está muy bien ser un destino turístico de primer orden, y trabajar para mantener una posición competitiva (así se dice, se lo prometo) en este sector, de manera que la actividad económica vinculada al turismo se consolide como una fuente de ingresos y de renta para nuestra ciudad y para nuestra provincia.
Pero, le digo a mi amigo, un excesivo peso del turismo en una estructura económica puede hacerla muy dependiente y vulnerable, y el empleo que genera es en gran medida empleo de baja cualificación, temporal y mal retribuido. Gran parte de las actividades relacionadas con la actividad turística son actividades de baja productividad, lo mismo que sucede con un amplio segmento del sector servicios, con todas las implicaciones que eso puede tener. A mi me gustaría que en Córdoba el turismo fuese importante como actividad económica, pero que en términos relativos no lo fuera tanto. Eso querría decir, en el mejor de los casos, que otros sectores tendrían más peso. Uno formado por industrias poco contaminantes, por ejemplo. El me dice que no sueñe, que eso no va a ser así nunca. Así es que no me hagan caso y, si tienen tiempo, vean la película. Seguro que les va a gustar.
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