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La polémica con la Cuesta del Reventón

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Alfonso Alba

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Por José Luis Domínguez Jiménez

Desde hace algunos días los cordobeses tenemos conocimiento de una intervención que pretende realizarse en el Camino de las Ermitas, ubicado en el Cerro de la Cárcel, y que popularmente se llama “Cuesta del Reventón”. Pongámonos en situación. Este camino proviene de una vía romana que conducía de Córdoba a la sierra, pudiendo haber sido utilizada para llegar a la cantera de Rodadero de los Lobos o los filones de metal que existen al norte de las Ermitas. Pero su uso se alarga en el tiempo y tenemos constancia de eso en el camino, donde persiste un empedrado, probablemente tardo medieval. Pero sin duda hay dos hechos que destacan en su historia: su uso para la llegada a las Ermitas y la leyenda de Alfonso XIII. Según esta última (que las fuentes niegan), uno de los caballos de la comitiva del rey reventó en el ascenso, lo que le proporcionó su nombre popular.

Dicho todo esto, debemos señalar como aún permanecen numerosos restos arqueológicos de estas intervenciones, especialmente restos de la cimentación de la vía romana o, como ya señalábamos, zonas con pavimentación.

Es por esto que creemos necesario que para la realización de esta nueva intervención deben valorarse muchos factores que, por lo que públicamente conocemos, creemos que no se han tenido en cuenta. Y es que debemos asegurarnos que esta intervención no dañe en modo alguno los restos arqueológicos que aún existen en el camino, para lo que es necesario contar con expertos en el tema. Ya antes se han hecho remodelaciones en este sendero, e incluso se cubrió de tierra no hace tanto tiempo. La problemática puede venir si se intentan adoptar medidas más contundentes, con el uso de cementos o morteros, o esa disposición de nuevos bordillos. Además consideramos que, de manejarse adecuadamente, el Ayuntamiento podría dar un impulso al conocimiento histórico de los ciudadanos mediante la reparación y colocación de nuevos carteles que explicasen este camino y su importancia, pues los pocos que existen están ya deteriorados, además de ser excesivamente genéricos.

En conclusión, la intervención, hecha tomándose las medidas adecuadas y asesorada por un grupo de expertos, no tiene por qué ser mala, todo lo contrario, puede favorecer la conservación de los elementos arqueológicos que hoy se degradan bajo la lluvia, los pies y las ruedas de bicicleta. Pero una mala intervención puede ser costosísima para nuestra ciudad y su historia, en la que sin duda juega un papel fundamental su Sierra y sus caminos. Solo el tiempo dirá.

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