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El patrimonio que no vemos

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Alfonso Alba

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José Luis Domínguez Jiménez, graduado en Historia y actualmente cursando el Máster en Gestión del Patrimonio

En Córdoba tenemos gran cantidad de patrimonio, aunque, por desgracia, buena parte del mismo pasa desapercibido para la ciudadanía. Y es normal, ya que es un patrimonio oculto, invisible a nuestros ojos, que queda bajo nuestros pies. Muchas veces los cordobeses nos enorgullecemos de nuestra histórica ciudad, de su pasado romano, godo, andalusí, etc., con su templo de la calle Claudio Marcelo o Medina Azahara. ¿Qué pensaría el lector si supiese que aún se pueden pisar en Córdoba las mismas piedras que pisaron los legionarios romanos, los comerciantes andalusíes o las tropas castellanas? Hablamos de los caminos de nuestra sierra, usados aún hoy por los senderistas que buscan disfrutar de la naturaleza. Lo que no saben es que cuando ascienden estas sendas están recorriendo nuestra Historia.

Alguien podría decir “¿caminos?, ¿eso es patrimonio?”, a lo que debemos responder afirmativamente. ¿Qué sería de la Corduba romana sin los caminos que la unían con el resto de la Bética?, ¿qué haría la Córdoba califal sin caminos que la uniesen con el territorio que dominaba?, ¿por donde habrían descendido las tropas castellanas para su conquista? Los caminos son la historia viva de un territorio y somos nosotros, los ciudadanos, los que los mantenemos con vida. Pero no hablamos solo de un patrimonio inmaterial, de recorrer las mismas sendas que los que nos precedieron, si no que estos caminos están repletos de pavimentos, estructuras, canteras… Solo en la Cañada Real Soriana, antigua vía romana Corduba-Emerita, encontramos dos puentes, restos de pavimentos medievales, cortes en la roca y una cantera intacta (la famosa “Loma de los Escalones”). Quizás se comprenda ahora mejor la importancia histórica de estos caminos.

Probablemente el lector acostumbrado a pasear por nuestros caminos se preguntará donde están esos elementos. Es natural, la deficiencia en la señalización es un grave problema para el acercamiento de la ciudadanía. Para ello basta un simple ejemplo, sucedido en uno de mis paseos y estudios por el camino de la Cuesta de la Traición. Allí existen restos de infraestructura romana, pavimentos medievales, restos de la Edad Moderna, etc. Así aparece reflejado en la información que ofrece la Junta de Andalucía por internet y así debió creerlo una familia, de tantas, que ascendía por el camino, y que, a su paso por unos pavimentos medievales, señaló lo asombroso de que una “carretera romana” resistiese tanto. Es comprensible. Es como si cualquiera de nosotros asistiese a un museo o yacimiento en el que no hubiese carteles indicativos bajo cada objeto. Seguramente saldríamos de aquel lugar sin haber comprendido demasiado bien lo visto y con pocas ganas de volver.

Así sucede con nuestros caminos históricos. Existen pocos carteles que expliquen la historia del camino que se está usando y los pocos que existían están en unas condiciones pésimas, con las maderas podridas, ilegibles o directamente caídos. Es natural entonces que la mayoría de los cordobeses que transitan estos caminos desconozcan por completo el suelo que pisan, lo que nos conduce a una preocupante cuestión: la conservación de este patrimonio.

Si no se pone en relieve este patrimonio, irremediablemente se perderá. Pasará de ser un patrimonio invisibilizado a uno desaparecido. Desde hace años vengo observando este hecho, con restos de pavimentos desaparecidos, y los que aún persisten en un estado de deterioro. ¿Qué hacer? Debemos compatibilizar el uso de estos caminos con la conservación de su historia. Sería necesario por tanto un estudio integral de estos caminos, señalando los restos arqueológicos que aún conservan, su afianzamiento y la instalación de carteles que informen al senderista del patrimonio que pisa. También sería aconsejable la concienciación ciudadana y la existencia de unas limitaciones. Podrían proponerse senderos alternativos a estos caminos históricos para aquellos que deseen disfrutar de los descensos en mountain bike, limpieza de basuras en los caminos (en el camino a las Ermitas aparecen de cuando en cuando plásticos, latas y demás desperdicios), instalación de alguna papelera y bancos a los márgenes, etc. Con todo esto creemos que se fomentaría el acceso de la ciudadanía a la naturaleza, realizando el senderismo por los caminos de siempre y manteniendo el patrimonio de todos en buen estado. Historia y naturaleza unidas en un vínculo que ahora corre el peligro de desaparecer.

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