La identidad territorial de Villarrubia

Era domingo tres de marzo y la cola para entrar al centro cívico contrastaba sobremanera con la soledad que suele albergar la entrada de este edificio en Villarrubia. Miento si digo que me sorprendió, a la par que me alegró, ver tantas caras conocidas llenas de curiosidad por saber que era eso de la Entidad Local Autónoma de Villarrubia, cómo se iba a gestionar, qué nos iban a proponer a los vecinos y vecinas del barrio.

Mientras guardaba mi turno para firmar la iniciativa nos pusimos de acuerdo en la capacidad de este trocito de periferia para autogestionarse. Porque, como nos aclararon allí, se trata de descentralizar los servicios, de poder gestionar nuestros recursos de acuerdo a nuestras necesidades, de intentar hacer un proyecto que ya en la década de 1930 quedó recogido en los planes municipales.

Que el camino no va hacer fácil, que solo para empezar hacen falta tres mil firmas de empadronados en el barrio… explicaban mientras un vecino me cedió su silla para que durmiera a la bebé. Al verlo levantarse, cojeando pero convencido de su gesto, entendí la fuerza y el tesón de alguien que está convencido de la bondad de sus propósitos y comprendí que aquí sí puede plantearse un proyecto de este calibre.

La gente se preguntaba por qué no podíamos tener un polideportivo, por qué no un Centro de Salud adecuado a las nuevas necesidades de población de nuestro entorno, por qué no dotar a nuestra infancia y adolescencia de un abanico de actividades culturales que los convirtiesen en verdaderos ciudadanos. Por qué, por qué y más por qués… Entonces, mientras África se sumía en un profundo sueño que me dejó escuchar atenta, apareció la palabra clave: PEDAGOGÍA.

Una palabra que se puede entender como la capacidad para enseñar o educar o como la práctica misma de la enseñanza. Una enseñanza que tiene que hacernos ver que resulta completamente posible conseguir las tres mil firmas necesarias para llevar la iniciativa al ayuntamiento y soñar con un barrio donde los jaramagos no inunden la fachada del centro cívico, donde se puedan renovar los parques infantiles, donde por fin se arregle todo el paseo de la Cañada.

Y habrá inconvenientes, claro que los habrá. Y será un proceso largo, claro que lo será. No pretendo escribir desde la utopía, pero sí desde el respeto al futuro y a la sonrisa de una niña que se despertó viendo la cara de su madre satisfecha por lo que está por venir. Y siendo muy consciente de que esta no es la primera vez que se propone una ELA para Villarrubia, aunque convencida de que la perseverancia y la fuerza de las gentes de esta periferia que quiere dejar de serlo, supondrá un antecedente en nuestra Historia más cercana.